Ética crítica para un mundo complejo

Elsa González, 29 de octubre de 2013
La demanda de una reflexión crítica sobre nuestra realidad social, institucional y organizacional no ha dejado de crecer con la entrada en el nuevo siglo. Más bien podemos decir que ésta se ha acentuado no sólo con la petición de análisis interdisciplinares serenos, profundos y rigurosos sino también con la exigencia de orientaciones críticas y plausibles con las que hacer posible de éste un mundo a la altura de las más altas expectativas humanas. Por tanto, como se mostrará a lo largo de estas páginas, que se abran caminos para una auténtica transformación que hagan posible la justicia y la igualdad global.

Con este colectivo, Ética y Gobernanza: un cosmopolitismo para el siglo XXI, se pretende abordar desde una perspectiva ético-política crítica el concepto y desarrollo de la gobernanza así como de los diferentes ámbitos que la configuran en el siglo XXI. Mostrando argumentativamente que lo que está exigiendo a gritos la gobernanza cosmopolita es una ética ciudadana, de las instituciones y de las organizaciones, que nazca de una razón pública deliberativa y que sea capaz luego de volver a orientar el quehacer cotidiano de las instituciones, organizaciones y ciudadanos.

La pregunta que se haga el lector podría ser la siguiente: ¿por qué la gobernanza y no otra categoría como la ciudadanía, el estado, la sociedad civil, las instituciones o las organizaciones privadas? La razón estriba principalmente en que la gobernanza surge en buena medida como respuesta a los problemas de gobernabilidad que estaban enfrentando los Estados-nación y se presenta como una forma de acción colectiva entre las instituciones, las organizaciones y la ciudadanía desde tres ámbitos: el político, el empresarial y el de la sociedad civil. Por tanto, parecía fundamental abordar desde una perspectiva ética qué puede dar de sí esta respuesta que comenzó a darse a mediados de los años noventa y que ya posee un amplio recorrido a sus espaldas. No existen hasta el momento estudios similares al que se plantea y desarrolla la presente obra, lo cual en sí mismo ya es un reto.

Quizás los principales desafíos a los que nos enfrentamos son que las respuestas que se den a los grandes problemas sociales no pueden venir de un enfoque político anclado en la territorialidad sino en enfoques que contemplen al menos tres aspectos. En primer lugar, la entrada de numerosos actores con capacidad de tomar decisiones o de influir en ellas, que no han tenido que pasar necesariamente por la legitimidad democrática. En segundo lugar, la coordinación de intereses y la generación de acción conjunta requieren de una orientación ética compartida que se ha de convertir en exigencia en todos los procesos de acciones colectivas. Esta orientación ética toma la forma de los principios de inclusión, reconocimiento y publicidad. Y en tercer lugar, tiene la aspiración de alcanzar una justicia cosmopolita de carácter moral a través de la acción concertada entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil. Estas tres preocupaciones están detrás de cada uno de los capítulos que se presentan en esta obra que pretende ser una reflexión orientadora sobre ellos.

Esta reflexión crítica de las instituciones, de las organizaciones y de la ciudadanía se ha estructurado en tres partes que contienen siete trabajos inéditos. En la primera parte, se ofrece a través de los trabajos de Elsa González Esteban, Domingo García-Marzá y Jesús Conill, una perspectiva ética de la gobernanza a través de tres categorías: el cosmopolitismo, el diseño institucional y la justicia global. Se pretende mostrar en esta parte, por un lado, que la gobernanza en sentido cosmopolita y no sólo la gobernanza política es la que va a permitir comenzar a diseñar una ética pública que cuente con y esté al servicio de las instituciones, las organizaciones y la ciudadanía. En segundo lugar, que su desarrollo tiene que contar con un diseño ético de las instituciones cuya propuesta se explicita. Y, en tercer lugar, que frente a diferentes modelos de justicia global a los que podría tender la gobernanza es necesario que ésta sea de carácter moral y luego político e institucional.

En la segunda parte, la obra se centra en dos actores desde los que generar gobernanza en sentido ético: sociedad civil y ciudadanía. Los trabajos de Ramón A. Feenstra, Sonia Reverter Bañón y Carmen Ferrete Sarria muestran las últimas tendencias desde la gobernanza de la sociedad civil, el género y la educación cívica. El desarrollo de una gobernanza cosmopolita tendente hacia la consecución de la justicia global requiere como se mostrará críticamente en estos tres trabajos de la acción de los agentes e instituciones de la sociedad civil que cooperen en la definición de los caminos a seguir en la concreción de los objetivos comunes. Y en este camino merece una consideración especial la consecución de una transformación igualitaria de la realidad social y una formación y educación cívica cosmopolita. La primera, porque sin dicha transformación el cosmopolitismo que en esta obra se defiende sería irrealizable y, la segunda porque sin una formación que empodere y capacite es prácticamente imposible para algunos actores entrar en las relaciones de gobernanza sin estar en situación de inferioridad.

Finalmente, en la tercera parte, el artículo de John Keane nos ofrece una comprensión de la realidad actual democrática a través de una nueva categoría como es la monitorización que se lleva a cabo desde la sociedad civil a través de la nueva galaxia mediática. Desde aquí asistimos a un componente ético de escrutinio y demanda de rendición de cuentas que sin duda alguna es uno de los temas más acuciantes en las manifestaciones de gobernanza actuales. Poner al servicio de la construcción de una gobernanza cosmopolita los elementos de esta monitorización de la democracia es, sin duda alguna, uno de los retos con los que nos enfrentamos en la actualidad.

Con este estudio por tanto se ha querido avanzar en el conocimiento de la gobernanza más allá de las discusiones y las propuestas que se plantean especialmente desde los ámbitos de la economía, la ciencia política, la sociología, la teoría del diseño institucional, la teoría del desarrollo, la perspectiva feminista, la teoría de las relaciones internacionales, y la educación ciudadana. En definitiva, se ha pretendido abordar tales terrenos desde una perspectiva ética que sitúe la gobernanza al servicio de la transformación ética de las instituciones, de las organizaciones y de los ciudadanos. Buscando al mismo tiempo siempre un diálogo interdisciplinar.

El desarrollo de los trabajos de investigación aquí presentes así como los estudios y las conferencias previas donde se han podido discutir partes de estas propuestas han recibido el apoyo de financiación del Proyecto de Investigación «La responsabilidad social de las organizaciones enun marco global: claves ético-filosóficas de una gobernanza cosmopolita» (P1-1A2007-08) y del Proyecto de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, «Aportación de la neuroeconomía a la dimensión ética del diseñoinstitucional» (FFI2010-21639-C02-02), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y con Fondos FEDER de la Unión Europea, así como de la Generalitat Valenciana a través de las actividades del grupo de investigación de excelencia PROMETEO/2009/085.

Las páginas de este libro, pues, son el resultado de la cooperación de una investigación comprometida con el desarrollo de una gobernanza cosmopolita para el siglo XXI y que pretende aportar visiones con pretensión transformadora de la realidad actual institucional, organizacional y ciudadana. Y donde cuatro instituciones han mostrado que se puede y debe trabajar conjuntamente para que sea posible el avance en propuestas críticas y orientadoras: Universitat Jaume I, Universitat de València, Fundación ÉTNOR y University of Sydney.

Elsa González Esteban
Profesora titular de ética
Universitat Jaume I

La interculturalidad en el diálogo: estudios filosóficos

El Departamento de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I, a través de las profesoras Irene Comins y Sonia París, está organizando el XI Congreso Internacional de Antropología Filosófica «La interculturalidad en el diálogo: estudios filosóficos».
El Congreso, que acaba de lanzar el call for papers, tendrá lugar en la Universitat Jaume I de Castellón entre el 14 y el 16 de mayo de 2014. Aquellas personas que deseen participar mediante una comunicación, deben enviar su propuesta (de no más de 8 páginas) al correo de la Secretaría del Congreso: interculturalidad@uji.es

Bienes relacionales y recursos morales. Una relación necesaria

Patrici Calvo, 11/10/2013
La publicación de ‘Oxytocin Increases Trust in Human’ (Kosfeld et al., 2005) mostró empíricamente lo que muchos filósofos, economistas y sociólogos han defendido durante décadas: la ‘confianza’ se halla detrás del éxito o fracaso de las relaciones interpersonales, incluso en contextos altamente competitivos como los económicos. Sobre todo porque un aumento en los niveles de confianza entre agentes genera que éstos asuman mayores riesgos a hora de cooperar, aun cuando no exista ningún tipo de coerción externa que garantice los acuerdos y controle los procesos a lo largo del tiempo. Un hecho que minimiza los costes de transacción y posibilita una mayor sostenibilidad de la actividad.
Precisamente, durante los últimos veinticinco años la Università di Bologna ha estado llevando a cabo un estudio interdisciplinar sobre lo que consideran uno de los mecanismos de cohesión y coordinación de la acción genuinos y más importantes de la sociedad civil: los “bienes relacionales”, un capital intangible cuyas especiales características mantienen una gran similitud con el concepto de ‘recursos morales’ trabajado desde la Universitat Jaume I de Castellón entre otras.
El término ‘bienes relacionales’ fue acuñado por primera vez por la filósofa Martha Nussbaum a través de sus estudios sobre Aristóteles en The Fragility of Goodness: Luck and Ethics in Greek Tragedy and Philosophy(1986), pero desarrollado al mismo tiempo por la propia Nussbaum, el sociólogo Pierpaolo Donati, el economista Benetto Gui y la politóloga Carole Uhlaner. Nussbaum entiende por ‘bienes relacionales’ aquellas “experiencias humanas en las que el bien es la relación por sí misma”; como puede ser la confianza, la reciprocidad, la amistad, la participación democrática o el compromiso civil, formas específicas de bienes que nacen y mueren con la relación y que permiten el establecimiento de interacciones estables entre instituciones, organizaciones, empresas o agentes económicos. De esta forma, los ‘bienes relacionales’ mantienen ciertas características que lo convierten en un tipo de capital social especial: a) nacen y mueren en la relación misma; b) no pueden ser instrumentalizados; c) son intangibles; d) crecen con el uso; y e) permiten a las instituciones, organizaciones, empresas y agentes económicos llevar a cabo diferentes acciones para satisfacer objetivos comunes.

Desde su aparición, los ‘bienes relacionales’ han sido trabajados con el objetivo de intentar dar respuesta a los nuevos desafíos del desarrollo económico, social y humano del siglo XXI. Precisamente, muchos de estos trabajos han detectado que la falta de una correcta generación y potenciación de este tipo de bienes es la principal causa de la actual insostenibilidad del mercado y la sociedad, así como de las instituciones, organizaciones y empresas implicadas. Al haberse forjado ambas esferas desde los supuestos beneficios del individualismo, han generado un déficit de relacionalidad que ha limitado tanto el desarrollo económico como social y humano.

Por otro lado, el término ‘recursos morales’ fue acuñado por el economista alemán Albert O. Hirschman en “Against parsimony: Three Easy Ways of Complicating some Categories of Economic Discourse”, y trabajado conceptualmente por el propio Hirschman, por los sociólogos alemanes Karl Offe y Ulrich K. Preuss, y por el filósofo español Domingo García-Marzá entre otros.

De sus estudios subyace la idea de un tipo de recurso que se encuentra estrechamente vinculado con nuestras expectativas sobre a) la experiencia y el conocimiento sobre la continuidad del orden natural y social; b) la competencia y las habilidades y capacidades técnicas de los agentes y las instituciones, organizaciones y empresas vinculadas; c) los intereses en juego de los demás. De ahí que, como argumenta García-Marzá, tras la reconstrucción de las condiciones de posibilidad que subyacen a toda relación de confianza, este tipo especial de ‘capital social’ emerge como un ‘recurso moral’, mostrando la función social que puede cumplir la ética en los diferentes campos de actividad humana. Es decir, se explicita como un ‘recurso’ porque permite a los agentes llevar a cabo diferentes acciones gracias, en parte, a que posibilita el establecimiento de relaciones interpersonales y la coordinación de sus propios objetivos con los objetivos de las otros agentes implicados con los planes de los demás agentes económicos, ya sean particulares o colectivos. Y se muestra como ‘moral’ porque no sólo se deja asesorar por lo convencional, por creencias, valores y normas compartidos por una determinada comunidad, sino, y por encima de todo, por la razón práctica, por la capacidad humana de dejarse orientar por juicios morales.

Desde mi punto de vista, no se trata de dos formas diferentes de capital social. Aunque los bienes relacionales se preocupan principalmente de cómo lograr la felicidad o autorrealización de las personas, de ellos subyace la misma estructura comunicativa que caracteriza todo recurso moral. Y aunque los recursos morales se centran especialmente en cuáles son las condiciones de posibilidad de su generación y potenciación, no por ello dan la espalda a los máximos de felicidad de las sociedades y sus ciudadanos. Desde una ética pública cívica como la que defiende Adela Cortina, máximos de felicidad y mínimos de justicia son dos caras de la misma moneda. Los máximos, por cuyo desarrollo se preocupan los bienes relacionales, se constituyen firmemente desde los mínimos de justicia de las sociedades maduras, aquellas con un nivel post-convencional de desarrollo moral. Mientras que los mínimos, por cuyo desarrollo se preocupan los recursos morales, se alimentan y actualizan desde los máximos de felicidad de las sociedades. Por consiguiente, felicidad y justicia van de la mano. La una motiva y enriquece, la otra justifica y legitima.

«Humanidades: estudios interculturales», formación de grado con presente y futuro profesional. Un caso en la gestión de la responsabilidad social

Patrici Calvo, 05/10/ 2013
Pensando en el futuro, pero también a los nuevos retos del presente, el alumnado universitario ansía encontrar una carrera que le permita compaginar emoción y razón; es decir, unos estudios que le motiven y que, la mismo tiempo, vislumbren posibilidades en el competitivo mundo laboral. Son muchos quienes abandonan sus estudios hastiados por una carrera que, seleccionada bajo un criterio meramente económico, no les motiva. Del mismo modo, son numerosos quienes deciden la carrera con el corazón y, tras cuatro años de duro trabajo, se arrepienten de ello tras tomar conciencia de que las capacidades adquiridas tienen difícil acomodo en el mundo laboral actual.

El Grado en Humanidades: estudios interculturales está realizando esfuerzos importantes para continuar proporcionando unos estudios que motiven al alumnado, algo que queda claramente reflejado en las periódicas encuestas de satisfacción realizadas, y, al mismo tiempo, abran puertas en el mundo laboral actual.

En este sentido, la gestión de la responsabilidad social es un claro ejemplo de futuro profesional para el alumnado del Grado en Humanidades: estudios interculturales. Cada vez son más las instituciones, organizaciones y empresas de todo tipo que abrazan la responsabilidad social como forma de gestión, ya sea por convicción, por estrategia o por ambas cosas. Ello está produciendo la creación de Departamentos o equipos de trabajo internos para aplicarla e implementarla correctamente, así como la búsqueda de formadores y asesores externos de ayuda para llevar a cabo los proyectos y cumplir con los compromisos adquiridos con los diferentes grupos de interés: aplicación de la Norma ISO 26000, implementación de sistemas de gestión de la responsabilidad social como IQNet SR10, puesta en marcha de sistemas whistleblowing de alertas y denuncias de irregularidades, elaboración de informes, códigos éticos, códigos de conducta y comités de ética, etc.

El Grado en Humanidades: estudios interculturales de la Universidad Jaume I cuenta con varios puntos a favor para el desarrollo formativo del alumnado en este sentido. Primero, en sus planes de estudio existe formación específica en ética y responsabilidad social. Concretamente, en la asignatura Ética de las organizaciones. Segundo, cuenta con la participación de Domingo García-Marzá, Catedrático de Ética empresarial y director del grupo de investigación Filosofía política y Ética empresarial que desde la UJI está llevando a cabo diferentes programas de formación y proyectos de implementación de la ética y la responsabilidad social en organizaciones y empresas nacionales e internacionales. Tercero, oferta prácticas externas de carrera en responsabilidad social en organizaciones y empresas de Castellón y Valencia. Y cuarto, ofrece la posibilidad de ampliar estudios en este sentido a través del Máster Interuniversitario en Ética y Democracia (Mención de calidad del Ministerio), donde existe un itinerario formativo en ética empresarial y responsabilidad social.

La gestión de la ética y la responsabilidad social en las instituciones, organizaciones y empresas, por consiguiente, viene a unirse a las tradicionales salidas de los estudios humanistas (como todo aquello vinculado con el sector de la educación), proporcionando a su alumnado nuevas e interesantes salidas profesionales presentes y futuras. Es, pues, un claro ejemplo de cómo este tipo de estudios están dando respuesta a la demanda actual del mercado sin perder su sentido original, manteniendo de ese modo la motivación del alumnado.


Patrici Calvo es licenciado en Humanidades, máster en responsabilidad social y doctor en Filosofía. Actualmente ejerce como profesor de grado y postgrado del Departamento de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I de Castellón.