Nicholas Dale Leal
22 NOV 2024 –
Artículo completo en El País
A los 10 años ya había encontrado su voz. Con sus compañeros de quinto grado, un niño de San Antonio, Texas, participaba en un proyecto de murales sobre la paz mundial. Los pequeños pintaban arcoíris y corazones, pero la composición de Vincent Valdez era mucho más osada: aviones de combate dejaban caer napalm sobre trabajadores en el campo y un texto sobre el cielo decía “make food, not war” (“haz comida, no la guerra”).
Han pasado vidas enteras desde ese momento, pero el arte de Valdez, que ahora tiene 47 años, siempre ha mantenido el tono de aquel mural. Su trayectoria entera, desde los dibujos que hizo antes incluso de saber escribir y que su madre guardó con premonición, hasta sus piezas más recientes, ha tomado por completo estos días las salas del Museo de Arte Contemporáneo de Houston (CAMH, por sus siglas en inglés) en la primera exposición retrospectiva del artista, Just a Dream… que se puede ver hasta finales de marzo de 2025. En las paredes del museo entero se presenta el conjunto de una obra que de cierta manera funciona como un espejo sin filtros para la sociedad estadounidense, que Valdez considera cegada por su propia historia: “Estados Unidos está atrapado entre el mito de lo que cree que es, versus la realidad de lo que es”, observa el artista. Su obra tiene como objetivo desnudar el mito.

2012 | graphite on paper | 42 x 93 inches
La memoria y la identidad de un país que representa el imperialismo contemporáneo, con todas sus contradicciones permanentes, son la columna vertebral del trabajo de Valdez. El artista texano —chicano, aclararía él— primero llamó la atención con una pieza vertiginosa titulada Kill the Pachuco Bastard! (¡Mata al Pachuco Bastardo!) (2001), un retrato lleno de acción de los disturbios raciales contra la comunidad mexicana en Los Ángeles en 1943, conocidos como los Zoot Suit Riots. Ahora, por primera vez, ha juntado piezas desde el comienzo de su carrera hasta el presente. “Realmente fue como entrar a una reunión de viejos amigos y familia. Es verdad que cuando estas cosas salen de mi estudio toman una vida propia”, reflexiona Valdez de un portafolio que ha generado numerosas controversias a lo largo de los años.

La memoria y la identidad de un país que representa el imperialismo contemporáneo, con todas sus contradicciones permanentes, son la columna vertebral del trabajo de Valdez. El artista texano —chicano, aclararía él— primero llamó la atención con una pieza vertiginosa titulada Kill the Pachuco Bastard! (¡Mata al Pachuco Bastardo!) (2001), un retrato lleno de acción de los disturbios raciales contra la comunidad mexicana en Los Ángeles en 1943, conocidos como los Zoot Suit Riots. Ahora, por primera vez, ha juntado piezas desde el comienzo de su carrera hasta el presente. “Realmente fue como entrar a una reunión de viejos amigos y familia. Es verdad que cuando estas cosas salen de mi estudio toman una vida propia”, reflexiona Valdez de un portafolio que ha generado numerosas controversias a lo largo de los años.
Artículo completo en este enlace