26/01/09 Ramón Feenstra
“La Sociedad Civil y el futuro de la Democracia”. Con esta conferencia el Catedrático de Ética de la Universitat Jaume I, Domingo García-Marzá ha abierto el Ciclo de Conferencias “La Democracia hoy: el papel crítico de la Sociedad Civil” que en la Llotja del Cànem, Seu de la Ciutat de la Universitat Jaume I dirige la profesora Elsa González.
«Estamos en disposición de presentar un modelo de sociedad civil radical”, señalaba García-Marzá al inicio de su intervención, que sea capaz de mostrar y de gestionar el potencial ético que encierra la sociedad civil en una doble vía. Y la importancia para nuestras democracias es vital y además necesaria, pues como se desprendía de su conferencia estamos viviendo una globalización que lejos de ser sólo económica es también política y donde el sentir y el pensar de los ciudadanos es que “hoy estamos más ante un ‘saqueo global’, que ante una ‘aldea global’. Por tanto, la cuestión es vital y necesaria pues no es momento de pensar si la globalización es buena o mala, dado que no es un fenómeno natural sino fruto de la acción humana, sino que la clave reside en pensar y ofrecer caminos para “dirigir la globalización democráticamente y saber hacía dónde se quiere dirigir”.
En pleno diálogo con grandes pensadores contemporáneos como Habermas, Kaldor, Giddens, Öffe y Beck, entre otros, coincide con ellos en que en la sociedad civil existe una nueva forma de poder –o contrapoder- la propuesta de García-Marzá indica la necesidad que es clave para el futuro de la democracia. Pero entra en desacuerdo con ellos cuando reducen ese poder al poder político y cívico, a los contratos sociales ya establecidos o simplemente a la fuerza de los individuos. Por esa razón resalta, sin excluir los ámbitos de poder antes mencionados, el ámbito económico, por ejemplo el poder de las grandes corporaciones, y sobre todo subraya la importancia de las instituciones que configuran nuestra sociedad.
Al fin y al cabo, nos recuerda “la sociedad civil está compuesta por los individuos y por las instituciones que han creado para afrontar los problemas”. Y aboga por una ética de las instituciones que se apoya en dos pilares, a saber, “el bien social que proporcionan y la deliberación pública libre”. El futuro de la democracia puede transitar por muchos caminos sin duda alguna pero el que propone García-Marzá se centra en la generación, mantenimiento y desarrollo de la confianza tanto en el estado como en la sociedad civil. Y sólo desde la justificación del poder que poseen las instituciones que la configuran será posible.