06/12/09, Domingo García-Marzá
(Conferencia ofrecida en Valencia el 27 de noviembre de 2009) Para desarrollar el tema propuesto, voy a intentar seguir tres pasos. En primer lugar ofreceré algunas ideas teóricas sobre Responsabilidad Social que creo necesario tener en cuenta. En segundo lugar mostraré los resultados de la investigación que ha llevado a cabo la Fundación Étnor sobre el estado actual de la Responsabilidad Social en las empresas valencianas, una investigación pionera en España y que vamos realizando cada tres años para la Conselleria d´Economia de la Generalitat. Finalmente, en tercer lugar lanzaré algunas propuestas sobre cómo podemos mejorar precisamente la actual situación de la Responsabilidad Social en nuestra Comunidad, tanto en lo referente a nuestra administración pública como también a la Sociedad Civil.
Dentro del primer paso, la primera idea que quiero destacar es que la responsabilidad Social, lo que sea, está claro que es una acción voluntaria. Este es un matiz importante que fue muy discutido en su momento. Como es bien conocido, la Responsabilidad Social no es algo nuevo. Sus temas llevan trabajándose desde hace muchos años. Sin embargo, dieron un giro radical tras la cumbre de Lisboa de 2001 y la elaboración de Libro Verde. Precisamente, una de las grandes discusiones que tuvimos en su presentación, ya que tuve la ocasión de participar en ella, fue si éste debía convertirse en ley o quedar simplemente en una acción voluntaria. En mi opinión, en este sentido la Responsabilidad Social está bien como está. Hemos de entender que se trata de acciones voluntarias porque son parte de los mecanismos de regulación de la acción de la Sociedad Civil. Por supuesto, esto no impide que el Estado avance en su legislación y regulación y vaya integrando estas cuestiones, pero hemos de tener claro que las cuestiones éticas son siempre voluntarias y, por tanto, no pueden tener una coerción externa, como sí la tiene el derecho. Por consiguiente, la voluntariedad es una de las ideas básicas al hablar de Responsabilidad Social.
La segunda idea básica que me gustaría dejar clara es que no debe confundirse Responsabilidad Social con Acción Social, dos conceptos diferentes cuya confusión está produciendo que algunas empresas lleven a cabo actividades que pueden resultar incluso contraproducentes para sí mismas.
La Responsabilidad Social es aquello de lo que debe responder la empresa, las instituciones o la administración ante al sociedad. Pero la pregunta que subyace de tal afirmación es de qué. Hace muy poco tiempo se pensaba que sólo de aquello económico, pero ahora, con la Responsabilidad Social o la sostenibilidad, como quieran llamarlo, la sociedad exige algo más que beneficios económicos y cumplimiento de la ley. Ese algo más es lo que solemos englobar dentro del concepto de Responsabilidad Social. En este sentido, Europa entiende la Responsabilidad Social como la integración voluntaria de los temas sociales y medioambientales junto con los económicos. Es decir, una gestión de la empresa que atienda a los tres tipos de beneficios.
Por tanto, como se puede suponer, la Responsabilidad Social afecta a mucho más ámbitos que sólo al de la Acción Social. La Responsabilidad Social es cómo, efectivamente, gestiona la empresa los recursos humanos: si respeta o no la salud y seguridad laboral, si atiende al desarrollo local, si se compromete con el impacto ambiental, si anda de la mano de los Derechos Humanos, etcétera. Mientras que la Acción Social es sencillamente lo que aporta, la parte de los beneficios económicos que revierte sobre la sociedad y el medioambiente. Por tanto, de una manera sencilla podríamos decir que la Responsabilidad Social es cómo hemos alcanzado los beneficios, mientras que la Acción Social es qué hacemos con parte de los beneficios. Así, no hay que confundirlos, pues, aunque complementarios, son dos temas diferentes cuya confusión puede acarrear problemas. Una empresa o administración puede tener un programa de Acción Social muy importante y, sin embargo, no generar confianza con eso, sino todo lo contrario, risa, pues la gente puede llegar a preguntarse cómo se ha generado ese beneficio que ahora repercute sobre la sociedad o sobre el medioambiente y comprobar que no ha sido precisamente responsable.
De aquí extraeríamos una tercera idea básica que quiero clarificar. La Responsabilidad Social sólo generará confianza si la empresa, la organización o la institución se lo cree. Si no lo hace, se aconseja que no entre a tratar estos temas, pues entonces lo que produce no es confianza, sino, como he dicho, risa. Por eso, hay que tener mucho cuidado con qué se hace y por qué, pues si no se lleva a cabo esta labor de manera convencida y correcta, puede ser incluso contraproducente para la empresa al generar el efecto contrario al deseado: desconfianza continuada. La idea, por consiguiente, es que debe entenderse la Responsabilidad Social como parte de la ética, del carácter de la empresa. Porque, lejos de significados abstractos, extraños o negativos, cuando hablamos de ética hablamos del carácter, de la manera que tenemos de hacer las cosas. Por ello, una Responsabilidad Social tomada en serio debe ser parte de ese carácter de la empresa, parte de esa forma o manera que tiene la organización de hacer las cosas. Así pues, la idea es que una empresa responsable es aquella que ha integrado en su carácter, en su personalidad, la Responsabilidad Social. Por tanto, hemos de ver la Responsabilidad Social no sólo como una estratégica de marketing, sino como algo más, como parte de su carácter.
En definitiva, lo que se está pidiendo desde la sociedad es que las empresas pasen de un modelo autista de empresa, que solamente tiene en cuenta al cliente, a un modelo responsable de empresa, que se preocupa de todos sus grupos de interés. Más si cabe cuando hablamos de un sector como el de la salud, al producir éste un bien que es público, no privado, por lo que la preocupación por estos aspectos concretos es mayor. No es lo mismo vender coches, un producto que afecta a una sola persona, que vender salud, una cuestión que siempre afecta a más de una persona y, por tanto su gestión es más complicada. Por ello, hay que tener mucho cuidado en este tipo de empresas –relacionadas con la salud, la educación o la información entre otras- pues son empresas especiales y como tal deben ser tratadas.
Una cuarta idea que creo preciso destacar es que el objetivo de la empresa no es sólo la generación de valor económico, sino también social y medioambiental. Esta claro que el primer objetivo de la empresa –aunque me gusta más llamarlo motor- es el beneficio económico, sin embargo, una empresa privada que sólo mire a lo económico tiene muy pocas posibilidades de subsistir en el mercado actual. Por eso, hay que separar y no confundir lo que es el motor con lo que es el objetivo, pues son dos cosas diferentes. Los norteamericanos, que resumen muy bien estas ideas, suelen decir que dirigir una empresa pensando sólo en el beneficio económico es como jugar al tenis mirando sólo el marcador y no la pelota. Por ello, sólo el corto plazo puede permitir una empresa que mire el beneficio económico y no el social y ecológico, y más todavía cuando estamos frente a organizaciones cuyo objetivo principal es la salud. Está claro que el beneficio económico debe ser una de las preocupaciones principales de ésta, pero siempre dentro de lo que significa salud. No se puede jugar con esto, pues se crea desconfianza y eso no es bueno. El ejemplo más claro lo tenemos en la sanidad española, entre hospitales privados y públicos, pues a la gente le sigue generando desconfianza un hospital privado y prefiere ser atendido por uno público, un hecho que es debido precisamente por esta confusión entre objetivo y motor.
Por todo ello, lo que se persigue desde la Responsabilidad Social es la gestión de la confianza; no sólo de los clientes, sino de la opinión pública, de los ciudadanos y de los demás grupos de interés que rodean a la empresa, organización o institución. Mi opinión es que la clave para lograr este objetivo está en la comunicación. Sin embargo, es ésta precisamente una de las asignaturas pendientes de nuestras empresas sanitarias y de nuestra administración pública.
Por todo ello, lo que se persigue desde la Responsabilidad Social es la gestión de la confianza; no sólo de los clientes, sino de la opinión pública, de los ciudadanos y de los demás grupos de interés que rodean a la empresa, organización o institución. Mi opinión es que la clave para lograr este objetivo está en la comunicación. Sin embargo, es ésta precisamente una de las asignaturas pendientes de nuestras empresas sanitarias y de nuestra administración pública.
Nuestro grupo de investigación, que lleva trabajando estos temas de Responsabilidad Social desde hace veinte años, piensa que la única forma que tenemos de gestionar la confianza es a través de lo que en filosofía llamamos Principio de publicidad o comunicación: la confianza es directamente proporcional a la capacidad que tiene la organización de decir lo que hace y de justificarlo. Esta es la idea básica, generaremos confianza si somos trasparentes y, además, dejamos participar a los diferentes grupos de interés. Y para ello hay tres pasos necesarios que lo permiten: códigos éticos, donde se dice lo que se es y lo que se quiere hacer; memorias de responsabilidad, donde se informan de lo que se está haciendo; y comités de ética, el espacio donde se permite la participación de los grupos de interés en la gestión de la empresa, en este caso sanitaria.
Una vez aclaradas estas ideas básicas sobre RSE, el segundo paso que quería abordar son el análisis de la investigación que llevamos a cabo desde la Fundación Étnor para la Conselleria d´Economia sobre el estado de la Responsabilidad Social en las empresas valencianas. Al menos aportar algunos datos relevantes para el tema que estamos tratando aquí.
Por ejemplo, en el estudio queda reflejado que en el 2006 el 60% de las empresas valencianas nunca había oído hablar de Responsabilidad Social. Eso significa que, en primer lugar, no hay una presión social, y eso es muy importante. Si las empresas valencianas entran en estas cuestiones es bien porque hay una presión de Europa o bien porque arriesgan en ello. No existe presión social al respecto y eso es un problema que hay que tener en cuenta, sobre todo por la administración, pues implica tareas de educación y de sensibilización para corregirlo. Pero no sólo para las empresas, sino también en la ciudadanía.
Otra de las cuestiones que nos llamó la atención del estudio es que la gente diferencia muy bien entre lo que es Acción Social y Responsabilidad Social, por lo cual queda claro que la actual confusión no está en la ciudadanía, sino en las organizaciones e instituciones privadas y públicas.
Finalmente, el estudio reflejó que la Comunidad Valenciana no está ni mucho menos en un nivel inferior al europeo en cuanto a Responsabilidad Social, pues la percepción de los ciudadanos respecto a sus empresas mereció un aprobado alto. La diferencia más bien estriba entre lo que son grandes y medianas empresas. Por ello, es ahí precisamente donde las administraciones deberían dedicar tiempo en intentar corregir tal desajuste.
Finalmente, el estudio reflejó que la Comunidad Valenciana no está ni mucho menos en un nivel inferior al europeo en cuanto a Responsabilidad Social, pues la percepción de los ciudadanos respecto a sus empresas mereció un aprobado alto. La diferencia más bien estriba entre lo que son grandes y medianas empresas. Por ello, es ahí precisamente donde las administraciones deberían dedicar tiempo en intentar corregir tal desajuste.
Finalmente, en el tercer paso quiero mostrar algunas recomendaciones al respecto tanto a la administración como a la Sociedad Civil. En cuanto a la administración pública, me gustaría señalar que, en primer lugar, ésta tiene la obligación de aplicarse a sí misma las cuestiones de Responsabilidad Social y, en segundo lugar, que tal obligación debe extenderla a sus proveedores. Afortunadamente, la actual nueva ley de educación pública permite establecer cláusulas sociales en los contratos, una posibilidad que las diferentes administraciones que están avanzando en estos temas de Responsabilidad Social ya están integrando. En cuanto a lo que respecta a la Sociedad Civil, la idea que quiero recalcar son las alianzas. Alianzas entre las empresas, las universidades y la administración. Desde mi punto de vista, creo que con estas alianzas podemos hacer que la Responsabilidad Social salga -por así decirlo- de ese barranco en el que se encuentra encallada, pues, aunque Europa sigue tirando del tema, nos falta un empuje fuerte desde dentro, desde nuestra Comunidad. Un empuje que, de momento, todavía no se ha producido o es excesivamente débil.
Como ejemplo de estas alianzas que propongo, puedo mostrar el trabajo que desde la Universitat Jaume I hemos llevado a cabo durante cerca 10 años con Unión de Mutuas, una empresa sanitaria de la Comunidad Valenciana. De este esfuerzo mutuo ha ido surgiendo a lo largo de los años un código ético, un comité de ética, la elaboración de una memoria de responsabilidad con el GRI –la cual ha logrado en sus dos años la máxima calificación, el A plus–, así como la realización de diferentes planes de Responsabilidad Social. Por eso creo que estas alianzas por la Responsabilidad Social son mucho más afectivas en esta materia que cualquier otra regulación jurídica que se pretenda realizar.
Muchas gracias.