“Otra economía no sólo es posible, si no que ya funciona desde hace décadas”.
Ayer tarde tuve la suerte de poder compartir dos horas largas con un experto japonés, “Miguel” Yasuyuki Hirota para los amigos españoles, experto en bancos de tiempo y monedas sociales, que por extrañas confluencias pasa unos días en Europa y afortunadamente para los pocos que compartimos con él la tarde de ayer, también en Valencia. Acudí al encuentro, organizado por varias asociaciones, y directamente recomendado por el Colegio de Economistas de Valencia. He de reconocer que en principio me sorprendió un tema tan “diferente” convocado directamente por los propios economistas; “¿piedras en su propio tejado?”. No me sorprendió tanto que a pesar de lo novedoso del tema, de la excepcionalidad de que el ponente pudiera estar en Valencia compartiendo su experiencia por todo el mundo con nosotros, y de vivir en una ciudad con cerca del 30% de paro, en la sala no hubiera más de 30 personas. ¿Falta de poder de convocatoria? El resto de actos organizados por el COEV muestran lo contrario.
He de reconocer que aunque mi condición de experta en ética y responsabilidad social me empuja a buscar alternativas justas y más equitativas que el actual sistema económico dominante, no soy experta en economía, y suelo acercarme con cautela a las alternativas económicas que se presentan y que la mayoría de las veces desde el punto de vista práctico son difícilmente realizables y completamente incompatibles con el sistema económico actual. Se habla de cambios de mentalidad, de “giros” de 180º sin los que no es posible aplicar ninguna de estas alternativas. La grandeza del seminario de ayer reside, a mi modo de ver, no sólo en la justificación de que otra economía más justa es necesaria, y los valores que se deben potenciar para un mundo más humano, más justo, y más sostenible, sino en la cantidad de ejemplos exitosos que Yasuyuki compartió con los allí presentes. Mis conocimientos sobre monedas alternativas eran muy limitados, y se reducían a los ejemplos de bancos de tiempo con los que contamos en nuestro país. Yasuyuki nos dio herramientas suficientes en apenas unas horas para seguir trabajando y ampliando conocimientos sobre estos modelos alternativos, incluso mejor aún, complementarios a los actúales.
Comparto con todos vosotros/as algunas de las claves, y sobre todo algunos ejemplos dados por Yasuyuki, para vuestro conocimiento y difusión de este modelo, para que el paso de Miguel por Valencia no quede en esas 30 personas.
A comienzos de los años 30 del siglo pasado, los habitantes de Wörgl, un pequeño pueblo situado en el Tirol austriaco, tomaron la decisión de acuñar su propia moneda para afrontar las consecuencias de la Gran Depresión. En poco tiempo vieron como se solucionaban los problemas del presupuesto municipal, el desempleo y la actividad económica local. Poco después, en Suiza se fundó una Cooperativa de Crédito que lanzó una moneda propia denominada Wir y que desde entonces ha sido una moneda complementaria del Franco Suizo, a la vez que un eficaz estabilizador para la economía y apoyo para las pequeñas empresas del país (más de 72.000 asociados). Más recientemente, a partir de la década de los 80’s del siglo pasado, han surgido numerosas experiencias relacionadas con la creación de bancos de tiempo y monedas sociales con gran beneficio para las comunidades locales que las han comprendido y apoyado, siendo muy reputadas las experiencias de Japón, con su moneda Fureai-Kippu y Estados Unidos, con sus míticos “Time- Dollars” e “Ithacas”. La Política Regional impulsada por la Unión Europea contempla la posibilidad de que las regiones europeas se doten de monedas sociales y regionales. Alemania cuenta con más de 60 de ellas y en Francia ya son seis regiones las que disponen de ésta clase de mecanismos.
La experiencia de Yasuyuki en su país natal, Japón, cultural y geográficamente muy distinto a Europa, es sin embargo la experiencia de un país con un 60% de paro, una crisis económica muy severa y enormes desigualdades sociales. Una experiencia, por ende, similar a la que muchos países de todas partes del mundo viven hoy día. La crisis económica actual se ha convertido en la primera crisis prácticamente mundial, razón por la cual cualquier experiencia exitosa, cualquier ejemplo de cualquier parte del mundo es hoy digno de estudio y atención. Miguel Yasuyuki, sin embargo, habla un español perfecto con acento argentino, y tiene un conocimiento profundo de estos ejemplos de Monedas Complementarias (MC) a lo largo de todo el mundo. La razón de esto es doble: por un lado, el deseo de conocer cuantos más ejemplos posibles de estas experiencias. Por otro, sin embargo, las trabas del gobierno japonés al desarrollo de estos sistemas complementarios por el éxito que tuvieron en Japón hace unos años. Japón no es el único caso donde estas verdaderas alternativas, que han sacado de la miseria y devuelto la dignidad a través del trabajo a miles de personas, han sido prohibidas o dificultadas por autoridades políticas o económicas. La iniciativa austriaca de Wörgl, gracias a la cual hubo una recuperación rápida del comercio local y se cubrieron las necesidades básicas de los habitantes de esta región tirolesa, fue prohibida por el Banco Central Austriaco al año siguiente de su puesta en marcha, en 1933.
La base de las teorías de moneda social es la insostenibilidad e injusticia del sistema monetario actual. El caso de Grecia en Europa, que ha afectado enormemente a la zona euro, muestra la debilidad de la moneda, y como el medio de intercambio depende enormemente de factores externos que ni gobiernos centrales, ni autonomías, ni bancos centrales pueden controlar al 100%. Otro de los aspectos esenciales de esta teoría es la cuestión de si deberían crecer las economías nacionales siempre, de forma exponencial. Esta clave capitalista pone en severo riesgo la sostenibilidad del mundo. Yasuyuki utilizó un símil que aunque severo es una llamada de atención importante ante esta corriente económica: “El hombre no crece exponencialmente toda su vida, digamos que a los 20 años deja de crecer. ¿Qué elemento natural crece hoy en día de manera exponencial? El cáncer. Nuestro sistema económico está destinado a agotar todos los recursos naturales del planeta”.
Margrit Kennedy, arquitecta, profesora y ambientalista alemana, defensora de las monedas complementarias y la economía sin inflación, afirma que es “prácticamente imposible llevar a cabo los conceptos ecológicos actuales sin alterar fundamentalmente el sistema monetario actual o la creación de nuevas monedas complementarias”. Su obra más conocida está traducida al español y es gratuita en Pdf,
Dinero sin inflación ni tasas de interés. Para Kennedy “con el sistema económico actual estamos redistribuyendo la riqueza entre los ricos”, como es el caso de Alemania, donde el 80% de la población paga más que gana mientras sólo el 10% gana más que paga.
Por otro parte, el actual sistema monetario premia y favorece las inversiones a corto plazo debido a las tasas de interés positivas. “No merece la pena invertir en robles, si los pinos son más rentables a corto plazo”. Pero las cosas importantes en la sociedad son proyectos a largo plazo, como invertir en sanidad o educación. Es necesario otro modelo económico que favorezca y premie las inversiones a largo plazo.
Yasuyuki destacó también la importancia de saber “¿qué es el dinero?”, porque todos hablamos de él, y sabemos qué podemos hacer con él, pero muy pocos conocen exactamente qué es. Aunque hay varias definiciones, Yasuyuki recogió la de
Bernard Lietaer que define el dinero como “un acuerdo dentro de una comunidad de usar algo como medio de intercambio” en su libro, publicado también en español,
El futuro del dinero. Para Yasuyuki esta definición es fundamental, pues “podemos cambiar nuestro sistema monetario y/o tener sistemas monetarios complementarios”. “Podemos llegar a otro acuerdo válido y provechoso para la comunidad”. Esta es una de las razones fundamentales que están debajo de las iniciativas de monedas complementarias, el acuerdo de mejorar la sociedad al margen de lo establecido, que no es de ningún modo el “único” sistema posible, ni tampoco el más deseable.
Otro concepto fundamental en economía es el de capital. Según la Real Academia Española, capital es “factor de producción constituido por inmuebles, maquinaria o instalaciones de cualquier género, que, en colaboración con otros factores, principalmente el trabajo, se destina a la producción de bienes”. Pero capital no es sólo el capital físico, o el capital financiero; hay otro tipo de capitales igualmente fundamentales como son el capital natural (los ríos, los montes, los bosques, etc.), el capital humano, y el capital social (la confianza, el conocimiento, etc.). Como afirma el Catedrático D.
García-Marzá, los “peligros del reduccionismo economicista” nos han llevado a no valorar los recursos intangibles. “La racionalidad económica nos tiene acostumbrados a considerar sólo aquello que se puede contar, medir y calcular que despreciamos un significado importante de la palabra intangible que recoge perfectamente nuestro diccionario: `de tal naturaleza que merece extraordinario respeto y no pueden ser alterado, menoscabado o violado´” [García-Marzá,
Ética empresarial. Del diálogo a la confianza, Trotta, 2004, pág.50]. El capital social subyace a la estabilidad que requieren los mercados y las empresas, y precisamente la crisis de confianza en la economía, la empresa, los políticos, que se ha dado en los últimos años ha puesto de nuevo sobre el tapete la importancia de estos “recursos morales” para el buen funcionamiento de las instituciones.
Precisamente las monedas complementarias basan toda su fortaleza en el capital social, en los “recursos, mecanismos o medios de los que disponen los actores sociales para la cooperación y la satisfacción de los intereses recíprocos. En definitiva, para agruparse y organizarse con el fin de alcanzar objetivos comunes”. [García-Marzá, 2004:52]. Un capital que, a diferencia del financiero o el físico, tiene la naturaleza de “bien público”, y se multiplica cuanto más se usa.
En su libro Lietaer presenta una interesante teoría que equipara el dinero convencional con los valores masculinos (Yang) y las monedas complementarias con los femeninos (Yin). Para Lietaer, la clave es conseguir el equilibrio entre ambas esferas (Ver
A World in Balance? ).