Dividido en 4 grandes bloques temáticos -«Ética y Responsabilida ante la crisis», «Ética y crisis financiera», «Reflexiones éticas sobre la crisis económica: modelos teóricos», y «Reflexiones éticas sobre la crisis económica: temas y casos»- en él pueden leerse interesantes reflexiones alrededor de la crisis, así como propuestas de mejora de la economía actual y de las instituciones, organizaciones y empresas que la componen. Entre otras, destacan «Sistema integrado de comunicación ética: una propuesta para afrontar la crisis» de Dilnéia Tavares, «Una ética de las próximas generaciones para integrar el medio ambiente y la ética empresarial» de Daniel Arenas y Pablo Rodrigo, «La participación dialógica como herramienta de gestión empresarial responsable» de Patrici Calvo, «La responsabilidad social en las Pymes comerciales: una propuesta desde la ética» de Carmen Martí, Roberto Ballester y Domingo García-Marzá, y «Ética de la responsabilidad para transformar la cultura económica» de Jesús Conill.
Mes: noviembre 2010
Ética y Empresa ‘en serio’
Es más, incluso podría haber destacado como un gran avance el número creciente de empresas que se adhieren al Pacto Mundial de Naciones Unidas, hace Memorias de Sostenibilidad o elaboran políticas de RSE. Partiendo de esta realidad, parece necesaria la reflexión acerca de lo que ha pasado en los últimos años con la ética empresarial, la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) u otras cuestiones relacionadas con estos asuntos.
Creo que, como ha pasado en general en la economía, en la última década se ha generado también una cierta especulación de estos asuntos. Digamos que muchas empresas se han ‘emborrachado’ con la retórica de la RSE; casi cualquier empresa que quisiera jugar en primera división se subió a este tren, generando así una competencia, a mi modo de ver insana, para ver qué empresa hacía una política de RSE más espectacular y llamativa con el objetivo de llenar páginas de periódicos y sorprender en foros empresariales. Parecía que las cosas en el mercado estaban tomando un camino de incorporación y respeto de principios éticos. Entonces llegó, para algunos, la sorpresa: estalló la crisis y descubrimos todos los agujeros negros que el sistema, el mercado y las empresas estaban ocultando, y los que nos quedan por conocer. ¿Por qué no nos hemos tomado en serio la importancia que la ética tiene para llevar adelante proyectos empresariales con éxito?
Esta era la pregunta que rondaba en el XIX Congreso de la European Business Ethics Network (EBEN – www.eben-net.org), que se celebró en Atenas hace apenas unos días. Ciertamente, este desánimo contrasta con el aire de optimismo que se respiraba en los encuentros de años anteriores. Hemos pasado de ‘por fin las empresas nos escuchan’ a ‘las empresas no nos toman en serio’ en sólo un año.
También, es momento de hacer cierta autocrítica. Las organizaciones como la Fundación ÉTNOR (http://www.etnor.org/) y muchas otras, que se dedican a investigar, formar y acompañar a empresas y organizaciones en estos asuntos deberemos reflexionar sobre lo que hemos hecho mal y en qué necesitamos mejorar. Quizá también nosotros hemos ayudado a construir esta retórica grandilocuente o nos hemos despistado un poco y no hemos sabido ver lo que se escondía detrás de las palabras.
En mi opinión, analizando lo que ha sucedido, creo que hay una cuestión clave que necesita ser aclarada para corregir el desenfoque en materia de RSE. La RSE es un modelo de gestión, una filosofía organizacional que implica una manera de hacer las cosas en las corporaciones. Y, cuenta con diferentes herramientas, quizá la más conocida sea las Memorias de RSE como instrumento de comunicación de la apuesta de la empresa en estos temas.
Pero intuyo que se ha tomado la parte por el todo. Es decir, se han desarrollado y puesto mucho énfasis en las herramientas, que no digo que esté mal, pero se olvidó que éstas si no tiene detrás un por qué y un para qué acaban sirviendo para bien poco y tienen un recorrido escaso, habitualmente muy ligado a las modas. Por tanto, propongo, como reza la última moda en gestión, el back to basics; repensar que propone la ética empresarial y el modelo de empresa socialmente responsable, o responsable sin más, porque también creo que la inclusión del término social en el concepto ha despistado a algunas organizaciones, invitándoles a fijarse solamente en lo que ocurría de puertas hacía fuera y olvidando que dentro de casa solemos tener, casi siempre, bastante trabajo.
Bernardo Kliksberg presenta el “V Programa Iberoamericano de Formación de Formadores en RSE”
Organizado por REDUNIRSE, red constituida actualmente por 202 universidades de 20 países de América Latina, España y Portugal, con el apoyo de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y el Fondo España-PNUD Hacia un desarrollo integrado e inclusivo para América Latina y el Caribe, el Programa de Formación de Formadores en RSE, de carácter virtual, tiene como objetivo primordial apoyar a las universidades en el fortalecimiento de sus capacidades para enseñar esta nueva área de conocimiento al mejor nivel internacional, y contribuir así a reforzar el liderazgo de las universidades iberoamericanas en esta materia.
Como destaca Kliksberg, el programa -diseñado para 17 semanas lectivas y dirigido a profesores/as e investigadores/as universitarios en activo provenientes de distintas disciplinas- se estructura en tres módulos: conceptual, instrumental y de análisis-construcción de casos. Los tres módulos están secuenciados temáticamente y permiten avanzar desde el conocimiento y debate sobre las distintas perspectivas y las recientes contribuciones al tema de la RSE hasta las pautas para la construcción y el análisis de casos y prácticas de RSE, pasando por el análisis del modelo de gestión de la RSE en las organizaciones y sus principales actores, estrategias e instrumentos. Además, esta V edición del Programa de Formador de Formadores en RSE también será inaugurada con las conferencias magistrales del premio nobel Amartya Sen, del premio nobel Joseph Stiglitz y del propio Bernardo Kliksberg. Los/as docentes universitarios que completen el programa recibirán un diploma expedido por PNUD/AECID/ Fondo España-PNUD, así como también un certificado de posgrado expedido por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Para poder participar, las propuestas de cada universidad deben llegar antes del 11 de enero de 2011, rellenando la solicitud de inscripción online directamente en el sitio www.redunirse.org con los datos de los profesores postulados y enviándola junto con la carta aval firmada y escaneada -cuyo formato se acompaña- a la siguiente persona y dirección: Carla Crocco, crocco@econ.uba.ar
Puede solicitarse cualquier información adicional a Sonia Ortiz Arcos (Fondo España-PNUD) sonia.ortiz.arcos@undp.org
Próxima presentación del libro «Ética profesional de los profesores»
Curso para elaborar informes de responsabilidad
Para más información, pongase en contacto con la entidad organizadora:
La gestión ética de los territorios
Actualmente la situación de crisis económica por la que pasan las sociedades – y se refleja principalmente en los ámbitos locales – parece ser el punto de partida de los problemas políticos y sociales que se están viviendo. Sin embargo, el proyecto de repensar nuestras sociedades exige asumir una crisis de sentido de la democracia, de su legitimidad, la cual se fortalece en función de una percepción social de que la política está en manos de la economía lo que genera una crisis de confianza de las personas en sus representantes. A su vez, también una crisis social que se presenta a través de la atomización social que se vive en nuestras sociedades, en donde el individualismo y el egoísmo son los protagonistas de nuestras actuaciones. No se debe olvidar que la economía está relacionada intrínsecamente con la política y la política con la sociedad.
«Justicia Cordial», último libro de Adela Cortina
El libro ha sido publicado por la editorial Trotta y puede ser adquirido en los diferentes centros de distribución habituales o en la propia editorial a través de internet [editorial Trotta]
La Inversión Socialmente Responsable llega a los 5 billones de euros en 2009
Frankenstein: el origen de la Neuroética
Adela Cortina, 12/11/2010
Desde el congreso fundacional han aumentado exponencialmente las instituciones y publicaciones dedicadas al tema, llegando en ocasiones a la convicción de que la Neuroética es al siglo XXI lo que la Genética fue al XX, el gran reto que las ciencias plantean a la ética, ahora gracias al avance de las neurociencias.
El abanico de aplicaciones que abre el nuevo saber es inmenso, pero de entre ellas una se ha convertido en el asunto estrella: el enhancement, la posible mejora de las capacidades humanas interviniendo en el cerebro, el perfeccionamiento de facultades normales, y no solo la curación de patologías. La perfectibilidad del hombre, el gran reto del siglo XXI, las virtualidades y los límites de conseguir hombres y mujeres mejores interviniendo en el cerebro.
¿No desearía usted que le insertaran un chip para hablar inglés sin necesidad de academias? ¿No querría recuperar aquella fabulosa memoria de la juventud? Si la nueva Genética preparaba el Mundo feliz que diseñó Aldous Huxley, las neurociencias permitirían encarnar por fin el sueño del doctor Frankenstein.
Porque según cuenta uno de los fundadores de la Neuroética, William Safire, el nuevo saber nació en realidad en 1816 con el Frankenstein de Mary Shelley. ¿Lugar? Villa Diodati, en los alrededores de Ginebra. Allí se han reunido Lord Byron, Shelley, Polidori y Mary, que más tarde llevaría el nombre de Mary Shelley. El mal tiempo les obliga a permanecer en la villa y deciden hacer la apuesta de escribir cada uno un relato de terror. Al finalizar la estancia solo Mary ha sido capaz de terminar ese relato Frankenstein: el Prometeo moderno, con el que, al parecer, y sin ella saberlo, nació la Neuroética.
Claro que contar de este modo la prehistoria del nuevo saber puede parecer disuasorio, que es un intento de prevenir contra las posibles consecuencias nefastas de la tarea prometeica de intentar crear hombres más perfectos, porque puede llevar a producir monstruos. Como ella misma confiesa, Mary había leído los trabajos de Erasmus Darwin, el abuelo de Charles Darwin, sobre la creación de la vida artificial, y los toma como base para su obra. Por eso, aunque empieza escribiendo una historia de terror, va pasando poco a poco a contar un relato sobre la perfectibilidad del hombre y acaba descubriendo que el presunto hombre más perfecto no es más que un monstruo. Se trataría a fin de cuentas de una novela educativa más, con una moraleja que convendría recordar en el siglo XXI, cuando las técnicas de neuroimagen permiten conocer más a fondo el cerebro y se hacen posibles intervenciones de mejora. Agitar el espantajo del monstruo de Frankenstein sería la forma de prevenir frente a esta nueva tarea prometeica.
Pero no es este el mensaje que encontrará en la novela de Shelley quien no solo lea el comienzo, sino que llegue hasta el final. Sin duda la criatura de Frankenstein es un hombre distinto de los conocidos, más perfecto en algunas de sus capacidades, pero, precisamente por eso, no puede encontrar a ningún semejante, nadie puede reconocerle como un igual en humanidad. Y el hilo conductor de la novela es la búsqueda desesperada de un igual en quien poder reconocerse, a quien poder estimar y de quien recibir estima. Al final del relato el monstruo maldice a su creador por haberle creado con un gran anhelo de felicidad y sin los medios para satisfacerlo: le ha dado grandes capacidades, pero no la posibilidad de encontrar a un igual con el que compartir vida y destino, no hay derecho a crear a un ser sin ofrecerle a la vez los medios para ser feliz.
Ese era en realidad el mensaje de Mary Shelley: que los miembros y los órganos de un ser humano, incluido el cerebro, pueden ser muy perfectos, pluscuamperfectos, pero nada garantiza que su vida sea una vida buena si no puede contar con otros entre los que saberse reconocido y estimado. «El ángel rebelde -dirá el monstruo de Frankenstein- se convirtió en un monstruo diablo, pero hasta ese enemigo de Dios y de los hombres cuenta en su desolación, con amigos y compañeros. Yo estoy solo».
Tal vez este debiera ser el mensaje de una Neuroética pensada en serio, prometedora en tan gran cantidad de posibilidades, cuidadosa de esa dimensión del reconocimiento mutuo sin la que la felicidad flaquea. Tal vez sea ese el modo de superar el fracaso de Frankenstein en un proyecto de vida, no tanto más perfeccionada, como buena.