Mónica Gassent, 05/11/10
Con la que está cayendo en el terreno laboral, sólo nos faltaba poner el dedo en la llaga y empezar a hablar de un colectivo como son las personas con discapacidad intelectual, que presenta tasas de actividad y empleo por debajo de la población en general. El INE, Instituto Nacional de Estadística, indica que la tasa de inactividad del colectivo ronda el 44% frente al 30% de la población general entre otros datos de interés.
Con la que está cayendo en el terreno laboral, sólo nos faltaba poner el dedo en la llaga y empezar a hablar de un colectivo como son las personas con discapacidad intelectual, que presenta tasas de actividad y empleo por debajo de la población en general. El INE, Instituto Nacional de Estadística, indica que la tasa de inactividad del colectivo ronda el 44% frente al 30% de la población general entre otros datos de interés.
La máxima de que el trabajo es un elemento clave en la vida de cualquier persona rige igual para muchas de las que tienen discapacidad cuyo proyecto de vida pasa por el empleo. Sin embargo, hay que ser conscientes de las dificultades con las que se encuentra este colectivo para acceder a él y mantenerlo. Las propias personas con discapacidad intelectual se plantean “¿qué podemos hacer los miembros integrantes de una asociación, para que si una empresa lanza una oferta de trabajo en la que solicita a un discapacitado, confíe en que podemos realizarlo en lugar de ponernos barreras?”, estas palabras de Máximo Martí, usuario de ASMISAF; hacen que, desde las entidades del sector de la discapacidad, nos planteemos que es imprescindible informar u obtener mayor visibilidad en el mundo empresarial e incluso ofrecerles un proceso más sencillo para la contratación y más concretamente en las PYMES que configuran el 98% del tejido empresarial de nuestro entorno.
Las empresas, desde la perspectiva de la creación de empleo, tampoco están atravesando una etapa sosegada; no obstante, es un hecho que algunas de ellas, desde su política de responsabilidad social, están orientando su demanda de trabajadores con discapacidad gracias a asociaciones o fundaciones especializadas en formación y asesoramiento de este colectivo. Varios ejemplos fueron expuestos en la Jornada sobre Integración Laboral de Personas con discapacidad realizada en Quart de Poblet el pasado mayo. Sin embargo, también se advirtió en dicho foro que queda mucho por hacer sobre todo cuando hablamos de discapacidad intelectual. Es obvio que no todas las empresas presentan la misma predisposición a la hora de la contratación. Por eso es más habitual encontrarnos con opiniones de empresarios del tipo de: “Si ya es difícil contratar a una persona normal, pues imagínate a un discapacitado”; impresiones de dirigentes que nunca o alguna vez se han planteado insertarlos en la plantilla de su organización. Este tipo de comentarios, resume la percepción de las empresas sobre la inserción de colectivos en riesgos de exclusión. En primer lugar, manifiestan desconocimiento de la discapacidad, miedo e inseguridad y por otra parte, plantean la inserción como un gasto y no como una inversión, entre otros pretextos.
En resumen, a pesar de que los empresarios vean en esta práctica una forma positiva de hacer bien las cosas, terminan en gran parte, remitiendo a excusas como las anteriores. Sin embargo, la administración pública ha dado un salto cualitativo en la integración realizando la primera convocatoria de oposiciones pensada y diseñada para el colectivo de la discapacidad intelectual. Una iniciativa respaldada con la inserción de cláusulas sociales en la misma y que puede servir de ejemplo y/o requisito para sus colaboradores (proveedores, subcontratas, concursos públicos, etc.).
Hoy en día, no podemos excluir la discapacidad y otros colectivos de la reivindicación de derechos laborales, de la responsabilidad social de las empresas y menos de la sociedad en general. No gestionar bien la diversidad de personas, implica generar conflictos, mermar el clima laboral y perder oportunidades de negocio. Gestionarla bien, aumenta la productividad, genera una ventaja competitiva en el mercado laboral y en los mercados de consumo y, por supuesto, la mejora de la imagen y la comunicación de la empresa en base a unos valores corporativos solidarios. FEAPS Comunidad Valenciana, como sus entidades asociadas conocedoras de la actual situación, quieren llamar la atención de las empresas y extenderles la mano, siempre que estén dispuestas a optar por una inserción responsable. Es básico para ambos buscar alianzas con el fin de generar nuevas oportunidades y posibilitar, como agentes activos de la ciudadanía que son las empresas y el tercer sector, una transformación social. De este modo, la alianza o el apoyo mutuo se transforman en un instrumento vivo, eficaz y por supuesto, en coherencia con la responsabilidad social.
Mónica Gassent es la responsable de RS de FEAPS-CV
Artículo publicado en el periódico Mediterráneo el 31/10/2010