Domingo García-Marzá destaca la desafección de la sociedad hacia las instituciones

El catedrático de Ética de la Universitat Jaume I, Domingo García Marzá, ha destacado la importancia creciente de las emociones en la política y ha apuntado los riesgos de la desafección política en la que, en su opinión, se encuentra en estos momentos la sociedad. Durante su ponencia, titulada «Neuropoder: la desafección normalizada», ha puesto de manifiesto que la distancia creciente que hay entre la ciudadanía y las instituciones políticas se debe en gran medida a que la democracia ha perdido su credibilidad y sentido, porque «los que elegimos no gobiernan y los que gobiernan no los elegimos». En su opinión, esa falta de legitimidad de quienes toman las decisiones trascendentes para la ciudadanía es la que provoca desconfianza y de ahí la desafección hacia las instituciones elegidas democráticamente, que no realizan el trabajo para el que fueron diseñadas. Pese a que la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con el modelo democrático como el mejor posible, según ha apuntado García Marzá, cada vez más crece la desafección hacia el mismo, generándose «un sentimiento subjetivo de ineficacia, de desconfianza, de cinismo y de distancia con las instituciones democráticas».

Durante su participación en el curso de verano «Neuropoder: aspectos éticos de la neuropolítica y la neuroeconomía», García Marzá también ha apuntado que tenemos que confrontar un sistema político que se basa en el acuerdo racional, libre y voluntario, como es la democracia, con la idea de que no somos tan racionales, tampoco en política. En este sentido, ha señalado que cada vez es más importante la dimensión afectiva de la democracia, que obliga a abrir un debate sobre cómo integrar las emociones y cuáles son adecuadas moralmente y cuáles no para su adecuada integración en la democracia deliberativa. A este respecto, cree que las emociones se pueden educar y que la política debería apoyarse en aquellas que tengan validez moral. 

Domingo García Marzá, director del grupo de investigación de Gestión de la Ética y de la Responsabilidad Social de la Empresa (GERSE), ha resaltado también los peligros de las neuropolíticas y del neuropoder y que se concretan en que se ha invertido el ámbito de lo político, que ya no es el espacio de la deliberación racional, sino un espacio que está muy determinado por las emociones, que en ocasiones se pueden manipular. Así, ha destacado que «las emociones son un marco de sentido y mueven a la acción», pero se han de integrar adecuadamente con las razones, ya que «si la política es el ámbito de lo común, necesita también de la deliberación, ya que el razonar incluye necesariamente al otro». Para facilitar esa integración, García Marzá ha instado a recuperar el papel de la sociedad civil en la política y, sobre todo, a recuperar la participación de las instituciones sociales, como la familia, la empresa, el colegio, etc., ya que es en ellas donde se generan las emociones.

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Fuente: UJI

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