El pasado miércoles 3 de noviembre, Patrici Calvo, becario de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, abrió el I Seminario de ética y neurociencias: aplicaciones a la economía y a la política realizado por el Grupo de
Investigación de “Ética y Neurociencias: La aportación de la neuroeconomía a la dimensión ética del diseño institucional” de la Universitat Jaume I con su propuesta «La empresa y la economía desde el principio de reciprocidad».
El ponente presentó el estudio que ha llevado a cabo sobre el principio de reciprocidad desarrollado por Stefano Zamagni, uno de los teóricos que más lo ha trabajado en los últimos tiempos tanto desde el punto de vista teórico como práctico, con el objetivo de precisar hasta qué punto puede éste aportar propuestas plausibles a la Ética Empresarial y la RSE en sentido dialógico en la reflexión y justificación de las conductas responsables de y en las empresas.
Durante la exposición y el posterior debate, se destacaron las aportaciones de las neurociencias –sobre todo de la neuroeconomía- a la justificación de la necesidad de una economía y una empresa basada no sólo en el principio de intercambio de equivalentes, sino también, y sobre todo, en el principio de reciprocidad. Calvo destacó en su intervención que la introducción de otros campos de estudio en la teoría de los juegos como la psicología, la sociología, la biología evolutiva, la filosofía moral o, en última instancia, la neurología –a través de la teoría neuronal de los juegos- ha permitido constatar empíricamente que, en primer lugar, las conductas económicas no responden tácitamente a un modelo único de ser humano, un individuo que actúa en el mercado por y para sí, guiado exclusivamente por una racionalidad estratégica y, en segundo lugar, las conductas humanas dentro de la economía y de la empresa son mucho más complejas de lo que ingenuamente se pensaba en un primer momento.
Calvo explicó como, ante la aparente imposibilidad de comprender en su totalidad el proceso económico moderno desde un enfoque basado únicamente una racionalidad estratégica, es cada vez más notable la literatura especializada que se decanta por la necesidad de dilucidar un nuevo tipo de racionalidad económica que no ancle sus raíces en la devaluada figura del homo economicus. Una racionalidad no exclusivamente estratégica que permita comprender mucho mejor la complejidad de las conductas humanas en contextos económicos y, con ello, la insostenibilidad actual del sistema y de las instituciones, organizaciones y empresas del mercado.
Como conclusión de la primera sesión del I Seminario de Ética y neurociencias: aplicaciones a la economía y a la política, Calvo apuntó que “ampliado el marco de posibilidades al desterrar la visión autista que ha caracterizado el pensamiento de la escuela neoclásica, fundamentada en la racionalidad del homo economicus, se abre la posibilidad de que, por una parte, los comportamientos éticos de las empresas dejen de verse como un pasivo que minimiza o ralentiza la consecución del beneficio económico; por otra, que el uso de la razón práctica y la razón expresiva entre otras dejen de estar condicionadas en contextos económicos por el trato de favor dispensado a la razón estratégica o técnica; y finalmente, que puedan ser atendidas sin ningún tipo de agravio aquellas actitudes que, siempre dentro de un marco normativo, resulten más ventajosas para la empresa en cada momento y en cada caso concreto y que redunden tanto en la sostenibilidad de éstas —económica, legal y moral— como en el bien-estar y el estar-bien de las personas implicadas”.