Sociedad civil global: la lucha por el reconocimiento de las capacidades

Patrici Calvo, 19/05/11
Hace unos meses quedaba atónito frente al televisor contemplando cómo nuestros líderes políticos europeos apoyaban incondicionalmente los diferentes movimientos surgidos en sendos países del mundo islámico. Aquellas revueltas pacíficas de la sociedad civil, que todavía hoy siguen muy latentes a pesar del silencio de la mayoría de los medios de comunicación, terminaron convirtiéndose en revoluciones que acabaron derrumbando fuertes y consolidadas dictaduras. Regímenes totalitarios que durante décadas habían restringido duramente las libertades de sus ciudadanos, o como diría el premio Nobel de economía Amartya Sen sus capacidades «para poder llevar a cabo aquello que tienen buenas razones para valorar».

Mi perplejidad en aquellos momentos no iba dirigida a la defensa de la legitimidad de los pueblos islámicos para poder deliberar y decidir sobre cómo quieren ser gobernados y qué es lo mejor para ellos —cosa que comparto plenamente— sino más bien hacia la incapacidad de nuestros líderes para llevar a cabo un análisis crítico de la realidad. Una realidad que es global y en la cual también quedan incluidos ellos. ¿Es que acaso las libertades en Europa no estaban en peligro y no era en buena medida responsabilidad de nuestros políticos? Si entendemos libertad como la capacidad de poder introducir en una urna el nombre del partido que queremos que represente nuestros intereses durante los próximos cuatro años, evidentemente no, pero si concebimos como libertad nuestra capacidad individual para «hacer las cosas que tenemos buenas razones para valorar», por supuesto que sí.

Durante aquellos días insistía una y otra vez que la democracia en España, y en general en toda Europa, estaba empezando a revelar claros síntomas de agotamiento. La sociedad se estaba mostrando muy desencantada con sus políticos y sus políticas, sobre todo después de observar con cierto aturdimiento cómo políticos y políticas eran incapaces de proteger a los más débiles de los efectos perniciosos de una crisis económica que no habían ayudado a construir y, sin embargo, muy capaces de salvar -e incluso maximizar- el patrimonio y el estatus de quienes tuvieron responsabilidades directas en ello, sobre todo banqueros y grandes empresas multinacionales. No es de extrañar que, como mostraba El País el 14 de marzo de 2011 a través de los datos de una encuesta realizada en diferentes países de la Unión Europea, el 90% de los encuestados «no confía mucho» o «no confía nada» en la honestidad e integridad de sus políticos; cifras ciertamente alarmantes y escandalosas tratándose de países con una fuerte y consolidada democracia.

Por todo ello no entendía en su momento por qué nuestros políticos sacaban pecho de las revoluciones de los países islámicos como si aquello no fuera con ellos. ¿Por qué el movimiento tunecino no iba a dejar su impronta sobre la sociedad occidental? Nuestros líderes no vieron o no quisieron ver en su momento que lo que estaba en juego en aquellas revuletas no era dictadura sí o dictadura no, sino la exigencia de libertad. Una libertad positiva que también estaba y está en peligro en nuestras sociedades.

Ayer nos levantamos con la noticia de que Castellón, Valencia y otras ciudades españolas [50] se habían adherido al movimiento «indignados» que desde el 15 de mayo ha tomado las calles de Madrid y que tiene su centro neurálgico en la misma Puerta del Sol de la capital española. Tras el lema «¡Democracia real ya! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros» muchas personas de diferentes edades mostraban en las calles y plazas de sus ciudades su frustración e indignación con el sistema actual, y reclamaban al mismo tiempo el respeto y el reconocimiento que les ha sido negado por sus políticos durante toda la gestión de la crisis económica actual. Por ello, la sociedad española está hoy en la calle y exige cambios en el sistema democrático. Entre los cuales destaca la reforma necesaria del Senado, la realización de un referéndum para decidir si el pueblo quiere o no que se ayude con dinero público, su dinero, a los bancos y cajas –al igual que sucedió en Islandia- y la imposibilidad de que políticos imputados por corrupción puedan presentarse a unas elecciones. En definitiva, lo que está pidiendo la sociedad española es una democracia participativa donde sus argumentos válidos y no un mero voto cada cuatro años sean tenidos en cuenta por sus dirigentes.

Efectivamente son situaciones muy distintas las que produjeron las revoluciones en los países musulmanes y las que están produciendo los primeros movimientos en la Unión Europea, pero sin embargo lo que subyace en la base de todo ello es muy similar y ataca en un mismo sentido: la falta total de libertades en el caso de unos, la pérdida continuada de libertades en el casos de los otros.

Como dice Sen, las libertades instrumentales [servicios económicos, libertades políticas, oportunidades sociales, garantías de transparencia y seguridad protectora] están interconectadas y se complementan para lograr la concreción de la libertad positiva, la capacidad real de una persona de poder ser o de hacer algo que tiene buenas razones para valorar. Esta interrelación propicia que cuando una de ellas se ve insatisfecha, difícilmente las demás pueden alcanzar su objetivo y la libertad positiva no se concreta. Y esto es precisamente lo que está sucediendo actualmente. Hoy tal vez tengamos libertad para ir a votar, pero la falta de transparencia de nuestras democracias e sus instituciones, organizaciones y agentes principales, los recortes significativos en oportunidades sociales, la minimización de las posibilidades de acceso a un salario justo, y la reducción considerable del estado de bienestar hace que los ciudadanos se sientan defraudados con el sistema y con sus representantes y busquen el reconocimiento y el respeto que se merecen y que se les sigue negado desde las instituciones democráticas, actitud que no han tenido éstas con buena parte de los grupos privilegiados.

Castellón, al igual que otras muchas ciudades españolas, también se ha echado a las calles para luchar por el reconocimiento y el respeto que merecen sus ciudadanos y ciudadanas. Hay quienes predicen que todas estas protestas persiguen un fin político, el de la izquierda, y acabará tras las elecciones del 22 de mayo. Tal vez tengan razón y tengamos que aceptar que la sociedad española no es más que una marioneta en manos de políticos y de medios de comunicación. Una sociedad heterónoma, sin carácter ni personalidad, e incapaz de razonar o valorar las cosas por sí misma. Pero tal vez se equivoquen y estemos frente una posible revolución pacífica que contagie al resto de Europa y se convierta —como ha señalado el Washington post— en «una primavera de frustración» que haga realmente cambiar las cosas.

Hoy más que nunca desde el final de la Segunda Gran Guerra, el sentido y la legitimidad de nuestras democracias europeas y de sus instituciones, organizaciones y agentes principales está en juego. Sin duda es necesario que nuestros políticos recuperen la confianza del pueblo, y eso sólo lo conseguirán si dejan que los ciudadanos se expresarse libremente, si escuchan lo que tienen que decir, y si permiten que los argumentos válidos dejen su impronta e influyan en sus acciones y decisiones.

Ciudadanía Económica y Política Democrática

Jesús Conill, 16/05/11
Probablemente una de las primeras preguntas que surgen al leer el titular de este artículo es ¿Se puede hablar de ciudadanía económica para construir una innovación en el ámbito de la política democrática? Puesto que, en general se entiende que la ciudadanía está relacionada al ámbito político pero no al ámbito económico y que se caracteriza como el espacio de lo bueno mientras que la economía por el ámbito de lo malo, ambos por naturaleza.

Sin embargo si se echa una mirada a la formación histórica de las sociedades desde el mundo griego hasta las modernas actuales se podrá observar que la economía siempre tuvo espacio privilegiado en la organización de las estructuras que componían cada una de las sociedades. En la Grecia Antigua el jefe de la economía era el ciudadano, el padre de familia, es decir el sentido económico fundamental se origina en Grecia en donde el hombre de la casa era el responsable de la economía. En la época moderna la economía surge como un espacio de libertad – autonomía – para construir esferas de bien estar para los individuos, en donde sus intereses se coordinan por una institución, que son los contratos. En pocas palabras, la economía moderna es economía política. En el caso de las sociedades actuales se habla de consensos social demócratas. Lo económico contemporáneo es un campo de juego de libertad y libertades, un espacio más de la libertad plural en los diversos ámbitos, donde podemos ejercer nuestra ciudadanía, sea a través de liberalismos sociales o de socialismos democráticos. De tal manera que se ha aludido el significado de un liberalismo salvaje o un marxismo/leninismo revolucionario.

Considerando este breve recorrido por el marco histórico en que se mueve la construcción de las sociedades occidentales se puede afirmar que: se ha establecido en las sociedades modernas de facto un marco de ciudadanía económica, a través de los modelos social-demócratas que operativamente las han configurado. Todo esto, a partir de la institucionalización de: el mercado, la empresa, el Estado, los conjuntos de organismos internacionales que se fundan principalmente después de la Segunda Guerra Mundial y, los medios de comunicación. Todos ellos, conforman una estructura que está organizada en forma de instituciones que se mueven tanto en un trasfondo económico como en marcos de actuación de carácter social.

Siendo así, faltaría razonar a cerca de cuales son los lugares en que los ciudadanos pueden actuar dentro de esta estructura institucionalizada de las sociedades modernas contemporáneas: primero, en la capacidad productiva – pues es donde se produce la riqueza y, también, la pobreza; segundo, en el consumo – una de las caras de la autonomía está en los ámbitos de consumo-; tercero, en el ahorro – es un lugar que da herramientas para poder ejercer la autonomía ciudadana -; cuarto, en las inversiones – pudiendo elegir entre los fondos sostenibles y responsables o los fondos de auto riesgo; quinto, a través de la participación político-económica tanto nacional como internacional – responsabilizándose por el desarrollo socio-económico global.

Asumiendo los argumentos que se han propuesto hasta el momento parece que se podría contestar de forma afirmativa a la pregunta que encabeza este artículo. Claramente se puede hablar de ciudadanía económica entendiéndola como un espacio de innovación en el ámbito de la política democrática, puesto que los espacios de formación de la ciudadanía están desde siempre firmemente relacionados al ámbito económico y son, principalmente desde la época moderna, condición de posibilidad el uno del otro.

En verdad, lo que parece todavía echarse en falta es la construcción de una ciudadanía activa que se haga corresponsable en la praxis del desarrollo de un modelo socio-económico sostenible. Y definitivamente abandone la pasividad ciudadana de esperar que después de la crisis económica las cosas vuelvan a sus roles “normales”, pues esto tampoco está garantizado. En suma, las herramientas propias del ciudadano económico se sostienen en el propósito de construir una autonomía responsable que a través de influencias de cooperación recíproca podría ayudar en el cambio de modelo socio-económico vigente.

Artículo publicado en el Periódico Mediterráneo el 25/04/10

A Cooperative Species: Human Reciprocity and Its Evolution

Why do humans, uniquely among animals, cooperate in large numbers to advance projects for the common good? Contrary to the conventional wisdom in biology and economics, this generous and civic-minded behavior is widespread and cannot be explained simply by far-sighted self-interest or a desire to help close genealogical kin.

In A Cooperative Species, Samuel Bowles and Herbert Gintis–pioneers in the new experimental and evolutionary science of human behavior–show that the central issue is not why selfish people act generously, but instead how genetic and cultural evolution has produced a species in which substantial numbers make sacrifices to uphold ethical norms and to help even total strangers.

The authors describe how, for thousands of generations, cooperation with fellow group members has been essential to survival. Groups that created institutions to protect the civic-minded from exploitation by the selfish flourished and prevailed in conflicts with less cooperative groups. Key to this process was the evolution of social emotions such as shame and guilt, and our capacity to internalize social norms so that acting ethically became a personal goal rather than simply a prudent way to avoid punishment.

Using experimental, archaeological, genetic, and ethnographic data to calibrate models of the coevolution of genes and culture as well as prehistoric warfare and other forms of group competition, A Cooperative Species provides a compelling and novel account of how humans came to be moral and cooperative.

More information: Princeton University Press

Juan Díez-Nicolás: “El capitalismo ha dado de sí todo lo que tenía que dar”

Carmen Martí, 13/05/11

De la lucha por la igualdad a la búsqueda de la seguridad ha sido el cambio más importante en el sistema de valores del siglo XX al siglo XXI, convirtiéndose la seguridad en el valor central sobre el que giran los demás en el momento actual. La seguridad laboral, la seguridad emocional, y por supuesto la seguridad física copan el sistema de valores de la mayoría de las sociedades actuales, entre ellas las europeas y la española en concreto. “La cuestión es ¿hasta dónde vamos a ceder de nuestra libertad para conseguir esa seguridad?”

Analizar estos cambios en el sistema actual para revitalizar la empresa fue el objetivo de la conferencia pronunciada ayer por el Catedrático de Sociología Juan Diez Nicolás, en el Seminario ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial, que este año celebra su XX aniversario analizando el tema “Revitalizar las empresas para una buena sociedad”. ¿Qué valores priman en la sociedad actual? ¿Hacia qué horizonte de valores vamos? ¿Qué valores llenan la agenda de los directivos y líderes mundiales?
“Durante siglos de historia de la humanidad la mayor preocupación del ser humano ha sido sobrevivir”. Una situación que según Diez Nicolás, autor de la Encuesta Mundial de Valores, cambia radicalmente a partir de la II Guerra Mundial, donde cobran fuerza el mérito, la autoridad y el esfuerzo, valores que facilitaron la industrialización. “En los años 60 del siglo pasado se produce otro cambio importante gracias al desarrollo económico alcanzado, obteniéndose cotas desconocidas en la humanidad de seguridad económica y personal que no habíamos tenido nunca en la historia”, destacó el ponente.

Sin embargo, la post-modernización ha llevado consigo “la pérdida del principio de autoridad y una maximización del bienestar donde lo material lo damos por descontado y nos creemos con derecho a consumir lo que queramos, con la frustración consecuente de no estar a la última y no tener lo último”.

La cuestión es que en el momento presente los niveles de inseguridad se han disparado de nuevo, y parece inevitable una vuelta a los valores materialistas y de autoridad. De hecho así lo reclaman líderes políticos, empresariales y de la opinión pública.

A nivel económico, “el capitalismo, lejos de ser la panacea, está desapareciendo. Ha dado de sí lo que tenía que dar y su último reducto es el capitalismo financiero”, y “la democracia parlamentaria -y lo digo como temor-, no tiene nada que ver con la del XIX, se ven reflejados intereses económicos y financieros, no políticos. Lo que era la economía libre de mercado ya no existe, solo hay libertad de circulación de capital, pero no de productos y servicios. Y tampoco hay libre circulación de personas, como muestran las reacciones de algunos países ante los últimos movimientos migratorios como consecuencia de las revueltas del mundo árabe”.

Ante este panorama en el coloquio la catedrática de Ética Adela Cortina planteó la cuestión fundamental de si “¿no hemos aprendido nada de valores por el camino?” “Por ejemplo, que es mejor el desarrollo de los pueblos que la autoridad militar para conseguir la seguridad; o que la cooperación es mucho mejor para todos que el conflicto, o que la justicia es necesaria para estar a la altura de la humanidad, y la distribución de la riqueza es básica para ello ¿Se han asumido que si esos valores se incorporaran las cosas irían mejor para todos?”.

A lo que Juan Diez contestó que “la historia nunca se repite exactamente y han habido conquistas que van a ser difícilmente reversibles, como el divorcio o el matrimonio del mismo sexo, etc. pero es inevitable pensar que el mundo ya no es tal y como lo conocimos y el futuro será muy diferente”.

De hecho el Catedrático destacó que se están cumpliendo pronósticos de los años 70 del siglo XX: “un crecimiento acelerado de la población; la presión creciente sobre los recursos; el empeoramiento de la calidad de vida; el aumento de las desigualdades que no han parado de crecer desde los 70, por lo que habrá más conflictos sociales, y el creciente recurso a la autoridad para solucionar los conflictos”.

“El mundo se ha globalizado de verdad, pero cuanto más complejo y desarrollado es un sistema, más vulnerable es. Si mañana nos quedamos sin electricidad o sin petróleo todo lo que hacemos ahora no lo podremos hacer. Con este panorama no podemos pensar que vamos a continuar con el mismo tipo de familia que la que tenemos, de universidades, de modelos políticos, de mercados, no tiene ningún sentido” sentenció Diez.

«Inside job»: la degradació moral de la democràcia

Vicent Llidó, 06/05/11

Aquesta pel•lícula realitza un reportatge sobre els orígens i desenvolupament de l’actual crisi financera global en què estem immersos, així com, també, evidencia les persones i les polítiques que la feren possible. Sobre tot, centra la seua investigació en els Estats Units perquè fou en aquest país on es gestà i esclatà la crisi, tot i que també esmenta, si més no, somerament, les seues conseqüències a Europa, sobre tot amb l’exemple islandés, així com, també, en la zona asiàtica representada per Singapur i Xina.

En primer lloc, la pel•lícula relata els orígens de la crisi als Estats Units, en els quals a partir de l’anomenada «gran recessió» de 1929 s’havien desenvolupat unes institucions bancàries i financeres petites i d’àmbit local que operaven en un mercat financer estable i sota la supervisió reguladora governamental.

Tanmateix, aquesta situació canvià a partir de la dècada dels vuitanta, quan el govern republicà de Ronald Reagan, comença a desregular el mercat financer dels Estats Units, fet que, en virtut de la transcendència econòmica i política d’aquest país a nivell internacional, aquest model s’anà estenent sobre els mercats financers mundials. Aquest procés de desregulació estigué fomentat pels directius de les principals companyies financeres i pels economistes acadèmics de les principals universitats americanes. D’aquesta manera, aquest model va anar calant en les mentalitats de la població i dels dirigents polítics i econòmics, de tal forma que els governs posteriors continuaren aplicant-lo i ampliant-lo, tot i que, de tant en tant, provocava alguna situació de crisi en el sistema financer.

Així, a partir de la dècada dels noranta, l’economia financera, de caire especulatiu, substituí a la productiva com a motor econòmic dels Estats Units i el seu auge propicià el creixement desmesurat de les grans companyies financeres, en les quals els seus directius començaren a acumular poder i a obtenir uns ingressos salarials astronòmics. Per assegurar-se la continuïtat de la situació, aquest directius havien fagotitzat amb suborns tant els sistemes de control privats, com les agències de qualificació, com governamentals i, fins i tot, s’integraren en les seues institucions. Així, amb la complicitat del món de la política, l’universitari i l’econòmic, les grans companyies financeres començaren a desenvolupar nous productes financers d’alt risc, anomenats «d’enginyeria financera», com els «derivats» i, posteriorment, les hipoteques «subprime» amb què especulaven en els mercats financers i obtenien uns beneficis desmesurats. Aquesta especulació fregava el frau i, sobre tot, en el cas de les hipoteques «subprime» generà una bombolla immobiliària que esclatà al 2008 i provocà l’actual crisi financera d’abast mundial.

El cas de les «subprime» és especialment significatiu, ja que constituïa un producte financer piramidal que, a mesura que progressava en la cadena de compra, anava augmentant el seu valor i generant grans beneficis especulatius. Les entitats creditícies aprofitaren la desregulació del sistema financer per atorgar una gran quantitat d’hipoteques immobiliàries d’alt risc, és a dir, sense cap garantia d’acompliment, que, en connivència amb les agències de qualificació i d’assegurances, eren declarades com segures i rendibles –o AAA–, de tal forma que anaven augmentant progressivament el seu valor en el mercat de forma artificial. Tot plegat fomentà l’augment del valor de les vivendes i l’endeutament de la població i de les empreses, fins que, al final, la quantitat de diners «virtuals» que produïa aquesta especulació superava la de l’economia real dels diferents països. A més, en aquest joc especulatiu es produïa una estafa monumental: les companyies financeres oferien un producte «subprime o tòxic» qualificat falsament com AAA i assegurat sabent que no valia res, és a dir, enganyaven als seus clients que, finalment perdien diners perquè, a continuació, les mateixes companyies financeres que els havien venut el producte «tòxic» especulaven en contra d’aquest per cobrar l’assegurança. Tot molt il•legal, però amb la connivència de les institucions financeres privades i governamentals que estaven ocupades pels mateixos instigadors de tot aquest procés.

Com ja s’ha esmentat, tot plegat ha desfermat una crisi global que ha arruïnat a molts estalviadors particulars i l’economia de països sencers, com Grècia, Islàndia o Irlanda, i ha generat unes taxes de pobresa i d’atur entre la població que han batut rècords històrics arreu del món. I això és així perquè l’especulació ha deixat el sistema financer mundial sense liquiditat i, per tant, les empreses i els particulars tenen moltes dificultats per accedir al crèdit, fet que paralitza l’economia «real» dels diferents països que entra en recessió . Però, la seua conseqüència més cridanera és que els governs han hagut de rescatar aquestes companyies financeres amb diners públics sense demanar responsabilitats als seus directius que continuen ocupant càrrecs de poder i cobrant grans quantitats de diners per la seua gestió.

Finalment, el resultat de tot plegat és què, en aquest món en crisi, la gran majoria de la població s’està empobrint mentre que una petitíssima minoria s’enriqueix.

En conclusió, els fets que relata aquesta pel•lícula palesen que aquesta crisi econòmica i financera a la qual ens enfrontem no és altra cosa que el resultat d’una enorme trama corrupta que, a més, ha sabut imposar els seus postulats a la societat i ha manipulat les institucions democràtiques per assolir els seus objectius. I crec que això és així perquè si els implicats han corromput els responsables econòmics i polítics, aquests s’han deixat corrompre i la resta de la població, més o menys conscientment, no han fet res per impedir-ho mentre gaudia d’una situació d’auge econòmic. Per tant, des del meu punt de vista, tot plegat també evidencia que estem davant d’una crisi ètica que afecta a tots els sectors de la nostra societat i, el que és més greu, que també s’ha instal•lat en el nostre sistema democràtic.

La democràcia fou concebuda durant la il•lustració com «el govern del poble i per al poble», és a dir, que la missió dels governs emanats de la sobirania popular no pot ser altra que la de procurar el benestar de les persones i el progrés de la societat. Per tant, la democràcia ha de basar les seues actuacions en principis i valors ètics perquè tenen una validesa universal, i, a més han de fomentar-los socialment com una eina de convivència i progrés. Així, per tot plegat, crec que la superació d’aquesta crisi també passa per regenerar el sistema democràtic, o, dit d’una altra manera, que cal més democràcia i que, a més, siga plenament efectiva.

Tanmateix, en la meua opinió, aquesta regeneració ètica de la democràcia ha de ser liderada des de la societat civil, ja que amb una ciutadania èticament conscienciada, compromesa i activa, seria molt més difícil que cap empresa o particular poguera fer servir el sistema de forma interessada. D’aquesta manera, l’exigència ètica també passaria a formar part del tarannà de les empreses i dels empresaris, ja que, al cap i a la fi, cap empresa pot tenir èxit si bandeja a una societat de la qual també en forma part.

En definitiva, crec que aquesta és la idea que vol transmetre la pel•lícula quan, en la seua conclusió final, el narrador afirma, amb una imatge de fons de l’estàtua de la llibertat, que «encara hi ha coses per les que paga la pena lluitar».

Curso de conducción eficiente

La Fundación Feaps, junto con IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) y AVEN (Agencia Valenciana de la Energía), ha lanzado una original propuesta para mejorar la sostenibilidad ambiental de nuestras ciudades, un Curso de conducción eficiente cuya pretensión es fomentar un nuevo estilo de conducción que logre, por una parte, ahorrar carburante y, por otra parte, mejorar la seguridad al volante, reduciendo con ello tanto las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera como la siniestralidad en la carretera.

Este curso, pensado y abierto para todo tipo de conductores de vehículos -aunque considerada de gran provecho para todas aquellas empresas y profesionales que tengan en la conducción su principal forma de trabajo- es totalmente gratuito y está previsto para la semana del 14 al 18 de febrero.

Para inscribirse hay que rellenar el formulario que se adjunta y enviarlo junto con una copia del carnet de conducir y del DNI a la siguiente dirección rsc@feapscv.org o vía fax al 96.392.48.67 e indicando: curso de conducción eficiente (solicitar el formulario en la misma dirección de correo electrónico)

La fecha tope para hacer efectiva la inscripción es el 7 de febrero.

Pfizer y los cheque bebe

Patrici Calvo, 10/12/10
“Qué poco vale una vida humana” es lo que debió pensar la multinacional farmacéutica Pfizer cuando, en abril de 2009, negoció y llegó a un acuerdo con el gobierno de Nigeria para evitar ser juzgada por las desastrosas consecuencias de los ensayos clínicos que realizó con 200 niños de ese país: 11 muertos y un centenar con graves e irreversibles secuelas.

Hoy sabemos, gracias a Wikileaks, que en 1996 la farmacéutica utilizó a 200 niños de Kano (Nigeria) como cobayas para probar uno de sus medicamentos contra la meningitis: el Trovan. También sabemos que ocultó lo resultados del ensayo para evitar que el fármaco fuera retirado del mercado. Y finalmente, sabemos que tan solo hicieron falta 75 millones de dólares (57 millones de euros) para hacer olvidar al gobierno nigeriano, a los fiscales de la causa, y a los familiares de los afectados los graves hechos acaecidos [ver informe].

Tal vez la cifra pueda parecer abultada para alguno, sin embargo es en extremo ridícula comparada con la cantidad que se solicitó en un primer momento (2.000 millones de dólares), con el volumen de negocio que mueve la farmacéutica, y con las indemnizaciones millonarias que ha tenido que desembolsar en otros casos por malas prácticas (como fue el caso del desinflamatorio Bextra). Cabe recordar, además, que uno de sus fármacos, el Lipitor, facturó sólo en 2004 10.862 millones de dólares.

Pero más allá del baile de cifras, la gravedad del asunto estriba, en primer lugar, en la inmoralidad de resolver conflictos que atentan contra los derechos humanos mediante prácticas disuasorias que van, desde la coerción a fiscales hasta la compra de silencio mediante dinero, como así desvelan The Guardian y El País en sus publicaciones de esta mañana. Y en segundo lugar, en la inmoralidad de no respetar los derechos fundamentales de las personas, atentando contra su vida o su integridad física, psíquica y moral. Es lícito hacer negocio con la salud, pero existen mínimos morales exigibles para todo el mundo que no pueden ser despreciados bajo ninguna circunstancia. Los derechos humanos forman parte de éstos, y saltárselos trae consigo el aumento de la mala reputación de la empresa, la desconfianza de los stakeholders y la deslegitimación de su actividad, hechos que pueden afectar directamente a su capacidad para el logro del beneficio económico y para la perdurabilidad de su actividad.

Y luego está el tema de la RSE, a la cual Pfizer se acerca con descaro a pesar de los reiterados escándalos por malas prácticas. Principalmente porque confunde, como suele ser habitual entre muchas de las grandes empresas, responsabilidad social con acción social.
Responsabilidad social viene de responder, y tiene que ver con cómo la empresa responde de aquello que se espera de ella, de, en definitiva, en qué medida satisface las expectativas legítimas de sus stakeholders –trabajadores, directivos, proveedores, entorno, sociedad, Estado, clientes, accionistas, generaciones futuras, etc-. Entre estas expectativas, evidentemente, se encuentra el respeto escrupuloso por los derechos humanos, hecho que no parece merecer consideración alguna por parte de la multinacional a tenor de las últimas noticias.

Como Pfizer, muchas empresas creen hacer responsabilidad social porque realizan obras sociales. Sin embargo, eso no es responsabilidad social, sino acción social. La diferencia es que la acción social no se vincula con cómo se consigue el beneficio, si ha sido generado de forma responsable o no, sino con qué se hace con parte de él. Las dos cosas son loables, pero no deben confundirse. No distinguir correctamente ambos conceptos produce que empresas que obtienen grande cantidades de dinero a base de explotar a los trabajadores, emplear niños, ejercer prácticas monopolísticas, discriminar por razón de raza, sexo o religión, o incluso llegar a utilizar seres humanos como cobayas, crean legitimar su actividad acudiendo a la donación de cuantiosas sumas dinero a fundaciones y organizaciones “non profit”.
Lo que parece claro es que el divorcio entre la sociedad y la industria farmacéutica es cada vez más visible. Ciertamente es un error generalizar, señalando como culpable todo el colectivo. Muchas de las empresas vinculadas llevan décadas realizando una labor importantísima para la toda la sociedad y de manera ética y responsable. Sin embargo, noticias como ésta y la destapada hace tan sólo dos semanas [ver] deterioran enormemente la imagen del sector y producen secuelas negativas tanto para los responsables directos -faltaría- como para el resto de sus componentes.
Tal vez la clave podría estar en empezar a tomar medidas para “diferenciarse”, en generar la trasparencia necesaria que permita a una empresa farmacéutica responsable -la mayoría- desmarcarse de aquellas que llevan a cabo malas prácticas y deterioran la imagen de todo el colectivo. Esta diferenciación podría venir de mejorar la trasparencia, de mejorar la comunicación entre la empresa y la sociedad, tanto en lo referente a los canales utilizados como en la calidad de la misma información que se ofrece a sus diferentes stakeholders.
En todo ello debería tener un peso específico la generación de códigos éticos y memorias de responsabilidad, pero, sobre todo -como apuntaba García Marzá en una de sus últimas intervenciones– la implantación e implementación de comités éticos que sirvan como órganos de verificación de la información, como mecanismo de control que se preocupe de que lo que se dice y lo que se hace es coherente. Ello mejoraría la confianza de los stakeholders y permitiría a la empresa construir poco a poco esa necesaria diferenciación de mercado que redunde tanto en el logro del beneficio estratégico como comunicativo, en la generación de aquellos recursos morales sin los cuales difícilmente se puede sobrevivir en una economía tan competitiva como la actual.
Ser transparentes y que esta transparencia sea creíble para sus stakeholders, puede ser un arma muy importante para mejorar las perspectivas de la empresa, tanto estratégicas como comunicativas, evitando sobre todo que las malas prácticas de unas deterioren la buena imagen de las otras.
Pero volviendo a Pfizer, creo que esta es una buena semana para volver a ver esa maravillosa película de Fernando Meirenes basada en una no menos maravillosa novela de John LeCarre: El jardinero fiel. Tal vez ahora encontremos la historia mucho más cercana a la realidad de lo que en un principio nos hicieron creer sus autores. Y es que, como se suele decir, la realidad siempre acaba superando a la ficción.

Trabajos con apoyo, Empresas con apoyo

Mónica Gassent, 05/11/10
 Con la que está cayendo en el terreno laboral, sólo nos faltaba poner el dedo en la llaga y empezar a hablar de un colectivo como son las personas con discapacidad intelectual, que presenta tasas de actividad y empleo por debajo de la población en general. El INE, Instituto Nacional de Estadística, indica que la tasa de inactividad del colectivo ronda el 44% frente al 30% de la población general entre otros datos de interés.
La máxima de que el trabajo es un elemento clave en la vida de cualquier persona rige igual para muchas de las que tienen discapacidad cuyo proyecto de vida pasa por el empleo. Sin embargo, hay que ser conscientes de las dificultades con las que se encuentra este colectivo para acceder a él y mantenerlo. Las propias personas con discapacidad intelectual se plantean “¿qué podemos hacer los miembros integrantes de una asociación, para que si una empresa lanza una oferta de trabajo en la que solicita a un discapacitado, confíe en que podemos realizarlo en lugar de ponernos barreras?”, estas palabras de Máximo Martí, usuario de ASMISAF; hacen que, desde las entidades del sector de la discapacidad, nos planteemos que es imprescindible informar u obtener mayor visibilidad en el mundo empresarial e incluso ofrecerles un proceso más sencillo para la contratación y más concretamente en las PYMES que configuran el 98% del tejido empresarial de nuestro entorno.
Las empresas, desde la perspectiva de la creación de empleo, tampoco están atravesando una etapa sosegada; no obstante, es un hecho que algunas de ellas, desde su política de responsabilidad social, están orientando su demanda de trabajadores con discapacidad gracias a asociaciones o fundaciones especializadas en formación y asesoramiento de este colectivo. Varios ejemplos fueron expuestos en la Jornada sobre Integración Laboral de Personas con discapacidad realizada en Quart de Poblet el pasado mayo. Sin embargo, también se advirtió en dicho foro que queda mucho por hacer sobre todo cuando hablamos de discapacidad intelectual. Es obvio que no todas las empresas presentan la misma predisposición a la hora de la contratación. Por eso es más habitual encontrarnos con opiniones de empresarios del tipo de: “Si ya es difícil contratar a una persona normal, pues imagínate a un discapacitado”; impresiones de dirigentes que nunca o alguna vez se han planteado insertarlos en la plantilla de su organización. Este tipo de comentarios, resume la percepción de las empresas sobre la inserción de colectivos en riesgos de exclusión. En primer lugar, manifiestan desconocimiento de la discapacidad, miedo e inseguridad y por otra parte, plantean la inserción como un gasto y no como una inversión, entre otros pretextos.
En resumen, a pesar de que los empresarios vean en esta práctica una forma positiva de hacer bien las cosas, terminan en gran parte, remitiendo a excusas como las anteriores. Sin embargo, la administración pública ha dado un salto cualitativo en la integración realizando la primera convocatoria de oposiciones pensada y diseñada para el colectivo de la discapacidad intelectual. Una iniciativa respaldada con la inserción de cláusulas sociales en la misma y que puede servir de ejemplo y/o requisito para sus colaboradores (proveedores, subcontratas, concursos públicos, etc.).
Hoy en día, no podemos excluir la discapacidad y otros colectivos de la reivindicación de derechos laborales, de la responsabilidad social de las empresas y menos de la sociedad en general. No gestionar bien la diversidad de personas, implica generar conflictos, mermar el clima laboral y perder oportunidades de negocio. Gestionarla bien, aumenta la productividad, genera una ventaja competitiva en el mercado laboral y en los mercados de consumo y, por supuesto, la mejora de la imagen y la comunicación de la empresa en base a unos valores corporativos solidarios. FEAPS Comunidad Valenciana, como sus entidades asociadas conocedoras de la actual situación, quieren llamar la atención de las empresas y extenderles la mano, siempre que estén dispuestas a optar por una inserción responsable. Es básico para ambos buscar alianzas con el fin de generar nuevas oportunidades y posibilitar, como agentes activos de la ciudadanía que son las empresas y el tercer sector, una transformación social. De este modo, la alianza o el apoyo mutuo se transforman en un instrumento vivo, eficaz y por supuesto, en coherencia con la responsabilidad social.
Mónica Gassent es la responsable de RS de FEAPS-CV

Artículo publicado en el periódico Mediterráneo el 31/10/2010

Emilio Tortosa recibió en Valencia un sentido reconocimiento por toda su trayectoria empresarial

 El economista Emilio Tortosa ha sido nombrado hijo adoptivo de la ciudad de Valencia como reconocimiento a una trayectoria profesional y personal fuertemente vinculada al desarrollo de esta ciudad

Tortosa, actual presidente de la Fundación ÉTNOR para la ética de los negocios y las organizaciones, empezó en la Caja de Ahorros de Valencia como botones con tan sólo 14años, para ser nombrado en 1989 su Director General. En este período, transformó las antiguas estructuras de la caja en un moderno grupo financiero configurando el modelo de lo que hoy es Bancaja. A su época como director general se deben desde el propio nombre de la entidad, su lema “unidos por Bancaja”, su importante Obra Social y cultural, y convertir a la Caja en una de las primeras entidades del sistema financiero español. Pero lo más importante del paso de Tortosa por Bancaja, y de lo que él personalmente se siente “más orgulloso”, es de la conformación de una nueva cultura surgida del mestizaje de los nuevos profesionales contratados procedentes de bancos, auditoras, consultoras, y la floración de los mejores profesionales de la Caja.

Destacado defensor de la ética en la actividad empresarial, Tortosa impulsó el modelo de cajas en nuestra comunidad, como un sistema favorecedor de “desarrollo y solidaridad, que fomenta la adhesión, los sentimientos y el sentido de pertenencia”. Una filosofía basada en el ahorro que, como el propio Tortosa definía, significa: “privarse de las cosas pequeñas para conseguir las grandes”. Para Tortosa “las Cajas son el espíritu de la Ilustración, la base de la civilización europea del bienestar, la representación de la sociedad civil, las ONG´s más antiguas de Europa, las organizaciones del futuro”, y están “ancladas en una tradición de servicio a la comunidad”.

Hoy es momento de revisión del modelo de cajas, pero revisar no significa olvidar su esencia, pues en palabras del propio Tortosa, el futuro no se construye desde la nostalgia de lo que fue, sino “desde la creatividad”, “convirtiendo las amenazas en oportunidades” y uniendo los esfuerzos en un plan “que gestione la dualidad entre el pasado y el futuro”.

Su espíritu innovador y altamente comprometido con su entorno llevó a Emilio Tortosa a fundar la librería Xúquer en Alzira, ciudad que le vio nacer, en pleno franquismo. Contribuyó a la formación de La Nostra Escola Comarcal y en la fundación de la revista de pensamiento cristiano Saó. También se vincula al mundo universitario, siendo profesor asociado de dirección de empresas de la Universidad de Valencia, y convirtiéndose en el Director de la Cátedra de Innovación y Creatividad (INCREA) de la Universitat Jaume I de Castellón, de la que es actualmente asesor. Ha sido presidente del Centro Europeo de Empresas Innovadoras (CEEI) desde 1991 hasta este año. En 1991 funda también, junto a un grupo de reconocidos empresarios y académicos como Adela Cortina, Josep Mª Blasco o Carlos Turró, la Fundación ETNOR, fundación que hoy preside, y que sigue luchando y trabajando por unas empresas y organizaciones más éticas al servicio de la sociedad y de los ciudadanos.

Este reconocimiento de la ciudad de Valencia es otra más de las muestras de agradecimiento que el entorno de este economista rinde a su trabajo, y que se suma a la Medalla de Honor de Oro de la Fundación Caja Segorbe, la Insignia de Oro con el Escudo de la Ciudad de Alzira, ser Padrino de la Bandera de Alzira, y el Reconocimiento a la mejor trayectoria profesional otorgada por la Revista Economía 3.

En el acto ha sido nombrado también Hijo de la Ciudad el padre José Climent Barber, fundador de la Escuela Municipal de Música, y se ha otorgado la medalla de oro 9 d’Octubre a tres instituciones de gran importancia en la sociedad valenciana: al Colegio Imperial de Niños Huérfanos San Vicente Ferrer, institución valenciana con casi 600 años de antigüedad; la Gran Asociación de Beneficencia Domiciliara Nuestra Señora de los Desamparados; y el Regimiento de Caballería Ligera Lusitania 8, que el año pasado celebró su 300º aniversario.

George Enderle: «Generar riqueza implica sostenibilidad, desarrollo humano, desarrollo de las capacidades y redistribución

03/12/09, Carmen Martí

El concepto de Desarrollo Humano se ha ido construyendo a lo largo del sigloXX, pero sobre todo es en la década de los 90 cuando se dan importantesavances respecto al concepto y sus implicaciones. Una de las connotaciones principales es la concepción del desarrollo como “expansión de las libertades de la gente para llevar sus vidas a cabo como hayan elegido”,concepción ampliamente conocida gracias al papel divulgador del Nobel deEconomía Amartya Sen. Estos y otros asuntos fueron analizados ayer en la segunda jornada del VIII Congreso de Ética del desarrollo en Valencia. Para Sabine Alkire, directora de la Oxford Poverty and Human Development Initiative, “el Desarrollo Humano no es un concepto estático, sino un enfoque vivo y dinámico, un proceso de expansión de las libertades reales dela gente.” Es fundamental tener este enfoque presente para trabajar las distintas dimensiones que articulan el desarrollo humano: salud y vida, educación, estándares de vida, trabajo, relaciones sociales, cultura y arte,y aspectos nuevos que han tomado gran importancia en los últimos años comoson el medio ambiente y las cuestiones de género. Para Alkire, los Objetivosde Desarrollo del Milenio no son suficientes para alcanzar el desarrollo humano efectivo, pero “concretan de una manera muy específica las dimensiones principales del Desarrollo Humano”. Por su parte, George Enderle, Expresidente de la International Society ofBusiness, Economics, and Ethics, afirmaba durante su ponencia que “la clave está en lo que entendemos por riqueza. Generar dinero puede ser destruir riqueza, mientras que crear riqueza puede ser perder dinero”. “La riqueza de una nación, desde Adam Smith, “es una combinación de bienes públicos y privados, una acumulación de capital físico, financiero, humano y social, y no sólo económico”. “Poseer y producir no es lo mismo que crear riqueza y generar riqueza implica sostenibilidad, desarrollo humano, desarrollo de las capacidades, y redistribución”. El caso del Grameen Bank y los microcréditos de Muhammad Yunus son un claro ejemplo de cómo crear riqueza trabajando conmujeres pobres de Bangladesh. Enderle analizó durante su ponencia el caso deChina, donde la educación infantil de más de 30 millones de niños, laexpansión de infraestructuras legales y financieras y la reducción de lapobreza rural de 62 millones de personas, ha generado en China una “creación de riqueza sin precedentes, sobre todo en términos de libertades económicas, salud y educación”.