La confianza en la industria farmacéutica

Parece que negocio y salud son dos conceptos difíciles de integrar. En el caso de la industria farmacéutica esta dificultad radica en que no se produce un bien privado, sino un bien público: la salud.

Para complicar aún más la cuestión, la reputación del sector se ve dañada por diversos escándalos que saltan a la esfera pública, como por ejemplo: las enfermedades ad hoc – para las que tenemos el medicamento y nos falta la enfermedad -; la relación entre las patentes y los países en desarrollo, el problema del sida en África, la opacidad de muchas de las investigaciones, etc. Todas estas cuestiones construyen un clima de desconfianza, producen una erosión continuada de la confianza por parte no solo de los consumidores, sino también de las propias administraciones y, sobre todo, de la opinión pública. La industria farmacéutica tiene problemas de credibilidad, su legitimidad siempre está puesta en duda, y por lo tanto necesita emprender un gran esfuerzo para poder hacer frente a este reto que es la perdida continuada de confianza.

Dos razones básicas impulsan la desconfianza por parte de la opinión pública. La primera, es el gran poder que tienen estas compañías. Un poder difícil de concretar y, por tanto, de controlar. No sabernos ni quién, ni dónde, ni el por qué se toman unas decisiones que van a afectar a todos los ciudadanos. La segunda hace referencia directamente a la ética, pues este poder no está, ni muchos menos, a la altura de su responsabilidad. Si la responsabilidad tiene que ser proporcional al poder, es normal que la sociedad civil desconfíe de un sector que no se caracteriza precisamente por la transparencia.

¿Cómo pueden entonces las industrias farmacéuticas recuperar la confianza del público en el sector? Desde la ética empresarial entendemos que existen tres pasos básicos que estas empresas deberían dar en la dirección de un nuevo diseño institucional capaz de gestionar y recuperar la confianza necesaria para que tanto la sociedad como el mercado vuelvan a confiar en su, hoy más que nunca, necesaria contribución.

El primer paso se centra en la gestión ética de esta responsabilidad. Recordemos que la responsabilidad se refiere a la capacidad de respuesta que tiene la empresa frente a los diferentes grupos de interés. En este sentido, una industria es responsable cuando es capaz de responder de aquello que se espera de ella, cuando es capaz de integrar el beneficio económico con el social y el medioambiental, cuando es capaz de atender a todos los intereses en juego. Gestionar esta responsabilidad desde un punto de vista ético, esto es, desde el compromiso de la empresa y no sólo desde su instrumentalización, implica primero que todo definir cuáles son estos compromisos en un código ético que, como documento formal, presente el carácter de la empresa, su apuesta por la responsabilidad en este caso.

En segundo lugar, debe comunicarse el cumplimiento alcanzado de estos compromisos públicos. Nos referimos a los llamados informes de responsabilidad social o informes de sostenibilidad, que siguiendo una metodología específica, informan de todo aquello que la empresa ha aportado a la sociedad. Pero estos informes pueden servir también para ocultar la realidad y, por desgracia, la injusticia.

De ahí que el tercer paso en esta progresiva generación de confianza lo constituyan los Comités de Ética y Responsabilidad Social Corporativa (CERSC). La idea que desarrollamos desde la ética empresarial es que en la elaboración de estos informes de responsabilidad social, se incorpore la participación de los diferentes grupos de interés. De esta forma, los diferentes stakeholders no son simplemente grupos de receptores pasivos de una información elaborada y preparada de antemano, sino que puedan de alguna forma intervenir tanto en la aportación de información, como en la elaboración de la misma, así como en el seguimiento y control de toda esta comunicación.

Por último, siempre debemos recordar que responsabilidad significa siempre co-responsabilidad. Si queremos recuperar la confianza en un sector clave para el desarrollo social debemos implicar también en esta mejora a las administraciones públicas, como primeros clientes, así como a las asociaciones de consumidores, profesionales sanitarios, etc. Es muy difícil que estas empresas puedan generar confianza si no se trabajan estas tres ideas: los códigos, las memorias y los comités de ética.

Responsabilidad social, algo más que acción social

? De una forma cada vez más extendida en nuestro sector empresarial, no así en la ciudadanía, tiende a verse la Responsabilidad Social Empresarial como el acontecer de acciones exclusivamente filantrópicas y altruistas con las que la empresa devuelve a la sociedad parte de los recursos prestados. Por lo general, estamos ante acciones destinadas a actividades sociales y culturales, al desarrollo humano y a la mejora del entorno social y medioambiental, cuya implementación es posible gracias a la aportación de una parte del beneficio económico generado o de los recursos disponibles. Pero este altruismo, siempre bienvenido, no debe identificarse con la responsabilidad social, con aquello que la sociedad espera de la empresa. Se trata de dos conceptos diferentes cuya confusión está llevando a que muchas empresas realicen actividades que pueden resultar contraproducentes para sí mismas a pesar del coste y esfuerzo invertido, además de generar desconfianza en la sociedad.

Cuando hablamos de responsabilidad social no hablamos sólo de filantropía, a la que también incluye. Cuando hablamos de responsabilidad hablamos de cómo la empresa responde de las exigencias legítimas que los diferentes grupos de intereses implicados en o afectados por su actividad han depositado en ella. Existen grupos internos, como trabajadores, directivos, accionistas, etc. Y, por lo tanto, una responsabilidad interna que afecta a beneficios, salarios, seguridad laboral, formación, etc. Y existen grupos externos como la comunidad en la que se inserta la empresa, la administración, etc. Hace muy poco tiempo se pensaba que las empresas alcanzaban credibilidad social, justificaban su actividad, sólo con maximizar el beneficio económico y cumplir con la legislación vigente. Sin embargo, actualmente la sociedad, los diferentes actores de la actividad empresarial, exige algo más, y ese algo más es lo que hoy ha quedado englobado dentro del concepto de responsabilidad social. En este sentido, la responsabilidad social consiste en la integración voluntaria de los temas sociales y medioambientales junto con los económicos. Es decir, una empresa responsable es aquella que se gestiona de manera sostenible, buscando el acuerdo de sus grupos de intereses e integrando en su gestión estos tres campos de actuación.

Estamos, pues, ante dos cuestiones relacionadas pero diferentes. Con la responsabilidad social, nos preguntamos por el cómo se han producido los beneficios y para quién son. Con la acción social, nos estamos preguntando qué hace la empresa con una parte de los beneficios alcanzados en el desarrollo de su actividad económica. Se trata de acciones filantrópicas dirigidas a la mejora del entorno natural y al desarrollo humano y social, actividades importantes y muy loables que son concretadas directamente por la propia empresa o indirectamente a través de organizaciones cívicas y solidarias. La acción social es parte de la responsabilidad social, de la ciudadanía corporativa, si así queremos llamar a la responsabilidad, pero no debemos confundir el todo con una de sus partes. Muchas veces tal confusión esconde la intención de ocultar acciones claramente irresponsables en el interior de la empresa al cubrirlas con el manto de la acción social. En este sentido, decimos que la ética se utiliza para “lavar más blanco”. Sin embargo, tales estrategias suelen acabar produciendo lo contrario de lo que pretendían, esto es, sólo reportan descrédito y desconfianza.

De hecho, uno de los resultados más significativos del Observatorio de Ética y Responsabilidad Social de la Comunidad Valenciana (ERSE-O6) realizado por la Fundación ETNOR, trata precisamente de esta diferenciación. Ante la pregunta “Qué cree que es la Responsabilidad Social Empresarial”, los directivos y empresarios respondieron en un 69,4% que “las empresas se preocupen por el impacto que su actividad tiene en la sociedad” y sólo en un 4’8% que “las empresas realicen acciones sociales”, alcanzando esta respuesta un escaso 11,4% cuando preguntamos a trabajadores, clientes y opinión pública en general. En definitiva, ni la empresa ni la sociedad confunden de hecho responsabilidad social con acción social.

En resumen, si queremos estar de acuerdo con aquello que se espera de la empresa, si queremos generar reputación y confianza, es necesario diferenciar y no confundir ambos conceptos, más aún ante la actual coyuntura de crisis económica. Es mejor dar los pasos convenientes hacia la responsabilidad social y comunicarlos a todos los grupos de intereses, buscando el diálogo y la aceptación. Entre estos pasos se encuentra la acción social. Pero ésta sólo será efectiva si forma parte de un conjunto más amplio de acciones que denominamos responsabilidad social. El gran reto pendiente para nuestras empresas es la comunicación de la Responsabilidad Social, de las acciones que están realizando y en la mayoría de las ocasiones no llegan a la opinión pública. Sólo desde esta comunicación, puede la acción social ser vista y apreciada como parte de la responsabilidad de la empresa.

La RSE en la tienda de la esquina

El pequeño comercio hace responsabilidad social empresarial sin saberlo. Le hace falta la utilización del nombre ´comercio ciudadano´ como rasgo básico de la identidad, un plan de formación que incluya la RSE, y avanzar en la visibilidad de las buenas prácticas.
A pesar del entorno económico complejo en el que nos encontramos hoy en día, y de que algunos hayan presagiado la desaparición de los temas relacionados con la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE), siguen presentándose propuestas que defienden que estos temas pueden ser de gran ayuda para salir reforzados de la situación actual. Siempre y cuando se entienda que la RSE es una parte de la ética de la organización, es decir, de su manera o forma de ser y no un simple recurso estratégico.
Con esta filosofía, la Fundación Étnor ha realizado una investigación que lleva por título «Una aproximación ética al comercio valenciano«. Dicho trabajo ha sido financiado por la Conselleria de Industria, Comercio e Innovación y ha contado con la colaboración de Unió Gremial y la empresa pública del Ayuntamiento de Burjassot Cemef.
Desde el equipo de trabajo éramos conscientes de que esta investigación constituía un reto y una innovación, tanto para Étnor como para la propia Conselleria y el resto de organizaciones implicadas. Un reto porque las investigaciones acerca de la situación real de la RSE se han realizado, normalmente, en grandes empresas y en menor medida en pymes. Éste es el caso del Observatorio realizado por Étnor (ERSE´06 y ERSE´09). Parecía, pues, que los temas de la RSE poco tenían que ver con las pymes comerciales, con el comercio tradicional de toda la vida.
Y una innovación porque la investigación partía de una hipótesis básica fruto del conocimiento de la situación del comercio valenciano, a saber: la RSE puede convertirse en una razón básica que justifique la presencia, importancia y necesidad del pequeño comercio en el actual escenario económico global, convirtiéndose en uno de los recursos clave de mejora en la diferenciación y competitividad de las pymes comerciales.
De ahí que el objetivo de la investigación fuera doble. Por un lado, realizar un diagnóstico de la situación actual del pequeño comercio de la Comunitat Valenciana en lo referente a la ética y la RSE. Y, por otro lado, a partir de este diagnóstico, identificar las potencialidades y recursos que de hecho poseen este tipo de empresas para avanzar en la identificación y gestión de la RSE.
Los resultados de la investigación muestran una serie de rasgos característicos del pequeño comercio: calidad, proximidad y profesionalidad. A los que se añade de una forma cada vez más evidente el valor compromiso social y ciudadano. Dicho compromiso lo encontramos en frases que habitualmente escuchamos como el comercio activa la ciudad.
Uno de los resultados más significativos del estudio tiene que ver con la falta de relación entre las buenas prácticas, reconocidas y valoradas por la sociedad, y el propio concepto de RSE. Mientras que en las grandes superficies nos encontramos con una gestión y comunicación explícita de los temas de RSE, este concepto aún no ha calado en el pequeño comercio.
La investigación muestra también que existe una plataforma sólida en el pequeño comercio para la implementación de los temas de la RSE, ya que estos reconocen como principal motivación para entrar en temas sociales y medioambientales la propia mejora de la gestión, más allá de las cuestiones de mera reputación e imagen. Como siempre, la principal dificultad es cómo llevar estas ideas a la práctica. El trabajo aporta una serie de propuestas en esta dirección.
En primer lugar, la utilización del nombre comercio ciudadano como rasgo básico de la identidad del pequeño comercio. En segundo lugar, es necesario un plan de formación que incluya la RSE dentro la propia profesionalización del sector. Por ejemplo, un concepto de calidad que incluya también aspectos sociales y medioambientales. En tercer lugar, avanzar en la visibilidad de las buenas prácticas en RSE, bien sea a través de un certificado de comercio ciudadano como parte del actual sello de excelencia, bien haciendo públicos los compromisos adquiridos del pequeño comercio y los resultados obtenidos. Recordemos que responsabilidad viene de responder, de dar razón ante la comunidad de nuestras acciones y decisiones empresariales.
Por último, la investigación se apoya en la exigencia por parte de los comercios de una mayor participación y diálogo con las Administraciones Públicas locales, con el objetivo de forjar una alianza por un comercio ciudadano que sea capaz de reconocer en el pequeño comercio un interlocutor válido en el desarrollo del modelo de ciudad.

La responsabilidad social como factor de competitividad

Con el concepto de responsabilidad se da una situación curiosa a la hora de definir su significado: aquello que primero se entiende como una obligación moral, como una exigencia de justicia, provocando recelos, sospechas y rechazos, se retoma después con toda firmeza como un recurso estratégico, como un instrumento al servicio de la eficacia y del beneficio económico. Sin embargo, por el camino ha perdido toda su fuerza crítica e innovadora. Esta situación ya se había producido con otros conceptos de tipo normativo, como es el caso de la participación.
Hace diez años hablar de responsabilidad ante un foro empresarial era casi menos que imposible, no interesaba. Nadie quería hablar de un concepto que implicaba, intuían todos, la adquisición de compromisos más allá de los resultados económicos. Lo más asombroso es que ocurría lo mismo en los ámbitos sindicales, ante el temor de la entrada en el juego de otros actores empresariales. El reparto del poder en el seno de la empresa corría peligro. Ambas intuiciones eran ciertas, pero se equivocaban en ver en ellas sólo un peligro, un pasivo o lastre para la satisfacción de los intereses en juego. La significación actual de la responsabilidad social responde más bien a un cambio en esta comprensión de la empresa, cuando ya es evidente que el beneficio económico no es separable del beneficio social y ecológico. Ahora bien, lo novedoso es ver en esta integración una de las claves para la competitividad de nuestras empresas.
La Unión Europea ha sido uno de los factores decisivos para este cambio de posición. El Libro Verde presentado por la Comisión Europea y titulado Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas, parte ya de estas premisas. En este documento encontramos una definición clara y sencilla de lo que debemos entender por responsabilidad social empresarial: “Integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores” Como vemos, el alcance de la definición excede, y por principio, al cumplimiento estrictamente legal.
Precisamente es la asunción voluntaria la característica básica de la responsabilidad y lo que persigue, se dirá en varias concreciones de este documento, es el diálogo social como la plataforma para “reconciliar los intereses y las necesidades de las distintas partes de manera aceptable para todos ellos”. El objetivo no es otro que llevar a cabo una estrategia de medio y largo plazo para convertir a la Unión Europea en “la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con una mayor cohesión social”. También la OCDE entiende la responsabilidad como un elemento clave para la búsqueda de nuevas oportunidades para la empresa5. De nuevo la idea, plasmada ahora en documentos que tienen su origen en los mismos actores empresariales, de que la responsabilidad es uno de los factores más importante para hablar de competitividad.
No obstante, todo queda en un mero ejercicio de marketing publicitario o, peor aún, en una justificación de situaciones moralmente injustificables, si no somos capaces de definir, en primer lugar, en qué consiste esta responsabilidad, cuáles son sus márgenes; y, en segundo lugar, cómo podemos medirla y evaluarla. No basta con decir que debemos ser responsables, es necesario concretar esta responsabilidad pues es la reputación de la empresa lo que está en juego y, con ella, la confianza y el respaldo de los diferentes grupos de intereses que la componen. Es en esta dirección donde la ética empresarial aporta su perspectiva propia, su contribución a la comprensión e implementación de la responsabilidad social de la empresa.

La Universidad al servicio de la gestión de la ética y la responsabilidad social en empresas y organizaciones

En la actualidad, la relación del beneficio económico con el social y el ecológico es una demanda de la sociedad, y la reputación de la organización o empresa económica depende en gran parte de su respuesta ante estos nuevos retos. Precisamente, la ética empresarial aporta una perspectiva innovadora para la gestión y la comunicación de la responsabilidad social, un hecho que ha generado un considerable aumento de la demanda  de servicios avanzados en este sentido por parte de las organizaciones y empresas económicas.
GERSE (Gestión de la Ética y de la Responsabilidad Social Empresarial) es un grupo de investigación de la Universitat Jaume I que, dirigido por el catedrático de ética empresarial Domingo García-Marzá, ofrece  desde 1991 servicios avanzados en el ámbito de la ética empresarial y la responsabilidad social. Su principal objetivo es ayudar a las organizaciones y empresas económicas en la implementación de los valores éticos y en la definición y gestión de su responsabilidad social y ecológica a través de diversas herramientas: códigos éticos, memorias de  responsabilidad, auditorías éticas, códigos de buenas prácticas, comités de ética, etc.
El equipo humano de GERSE está caracterizado por ser un grupo de trabajo multidisciplinar , experimentado y altamente cualificado en temas de ética empresarial, responsabilidad social y comunicación corporativa, avalado por trabajos realizados en distintas empresas como son Mercadona, Unión de Mutuas, Bancaja, Aceralia, ONCE, Intercoop, ATOS ORIGIN España Y ENCE, entre otras.

Concha Roldán reivindica a Leibniz en el XXI Congreso Valenciano de Filosofía

La investigadora del Instituto de Filosofía del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Concha Roldán ha reivindicado la actualidad del filósofo alemán Leibniz, cuando se cumplen 300 años de su muerte en 1716, de cara a afrontar la situación ética y política en la que se encuentra Europa. Roldán ha destacado la capacidad de anticipación del que ha calificado como último genio universal ya que, además de en el campo de la filosofía, Leibniz destacó en otras muchas ciencias siendo lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político. Roldán ha ofrecido la conferencia «Ética y política en Leibniz: mejorando el mejor de los mundos» en el marco el XXI Congreso Valenciano de Filosofía que se celebra del 10 al 12 de marzo en la Universitat Jaume I con la participación de destacados expertos nacionales, investigadores y estudiantes.

Roldán señala cómo Leibniz «veía ya hace más de 300 años que Europa había conseguido avanzar mucho en desarrollo científico y tecnológico pero que necesitaba avanzar más en el desarrollo moral y de una ciencia política». Para el pensador alemán, según ha resaltado la filósofa, era fundamental la contribución del colectivo de intelectuales para alcanzar un progreso que fuera más allá de lo cuantificable y contribuyera al bienestar de todas las personas. Asimismo, Leibniz reivindicaba la necesidad de aprender y compartir avances con otras culturas como la china, en la que el filósofo alemán tenía gran interés.
«Ya entonces Leibniz entendía que todo proyecto necesita para su viabilidad del poder y hay que poner medidas para que éste no se convierta en un poder despótico», ha señalado Roldán, quien ha recordado la originalidad de algunas de las propuestas planteadas por el pensador alemán hace tres siglos, como la creación de un fondo monetario en el que los monarcas realizaran un depósito de caución que permitiera cumplir las sentencias de los tribunales en el caso de que estos fallaran en contra de los monarcas.
Roldán ha hecho además hincapié en la importancia del concepto de tolerancia a lo largo de la obra de Leibniz, explicando que «frente a la tolerancia en sentido negativo de ‘soportar’ sitúa la tolerancia en sentido positivo de ‘comprender’ que supone el respeto a los otros» y vincula a las libertades de creencia y de expresión, entre otras. «Pero la tolerancia para Leibniz también tiene sus límites, hay que respetar la libertad de pensamiento pero no abandonarla a sí misma», ha señalado Roldán.  
Fotografías de la conferencia
Vídeo completo de la conferencia

Comienza el XXI Congreso Valenciano de Filosofía

La filosofía y su papel en la sociedad actual centran el congreso que reúne en la UJI a expertos, estudiantado de secundaria e investigadores

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Fecha: 10, 11 y 12 de marzo de 2016
Acto: Congreso
Título: XXI Congreso Valenciano de Filosofía
Lugar: Centro de Estudios de Posgrado y Consejo Social
Entidad: Societat de Filosofia del País Valencià y Universitat Jaume I


La Universitat Jaume I se convertirá del 10 al 12 de marzo de 2016 en el centro del debate sobre la filosofía y su papel en la sociedad actual en varios ámbitos, contando para lo cual con la participación de destacados expertos a nivel nacional, cerca de un centenar de investigadores que presentarán sus comunicados y estudiantado de secundaria que protagonizará una exposición de pósteres preparados en los institutos sobre la filosofía y su actualidad. La Societat de Filosofia del País Valencià organiza cada dos años el XXI Congreso Valenciano de Filosofía que en esta ocasión se celebra en el campus castellonense con la colaboración del Departamento de Filosofía y Sociología de la UJI.
La Societat de Filosofia del País Valencià nació en la década de los 80 del siglo pasado con el fin de promover la filosofía y su didáctica. Entre sus principales actividades, destaca la celebración bienal del Congreso Valenciano de Filosofía, un espacio de reflexión e intercambio de ideas que, estructurado alrededor de cuatro grandes áreas de estudio filosófico (Filosofía, Lógica y Filosofía de la Ciencia, Metafísica y Teoría del conocimiento, y Filosofía Moral y Política) contribuye al ejercicio de su principal objetivo.
La XXI edición del congreso que se realizará en la UJI contará con destacados ponentes de cada una de las áreas filosóficas, entre los que se encuentran Edgar Maraguat, de la Universitat de València; Concha Roldán, del Instituto de Filosofía del CSIC; Jesús Ezquerro, de la Universidad del País Vasco, y Esa Díaz León, de la Universitat de Barcelona. La participación en el congreso se verá enriquecida y complementada con las aportaciones de un total de noventa comunicaciones.
La jornada será inaugurada por el rector de la UJI, Vicent Climent, el jueves 10, a las 9.30 horas, en la sala de actos del Centro de Posgrado y Consejo Social. En esta misma sala se inaugurará, a las 17.30 horas, la exposición de pósteres de alumnado de Educación Secundaria. En cuanto a las comunicaciones, se realizarán en horario de mañana y tarde a lo largo de los tres días en diferentes edificios del campus, intercalándose con las cuatro conferencias invitadas y una mesa redonda sobre la filosofía en el sistema educativo actual. 

XXI Congreso Valenciano de Filosofía


La Societat de Filosofia del País Valencià nació en la década de los 80 del siglo pasado con la finalidad de promover el cultivo de la filosofía y de su didáctica. Entre sus principales actividades, destaca la celebración bianual del Congrés Valencià de Filosofia, un espacio de reflexión e intercambio de ideas y experiencias que, estructurado alrededor de cuatro grandes áreas de estudio filosófico —Filosofía, Lógica y Filosofía de la Ciencia, Metafísica y Teoría del Conocimiento, y Filosofía Moral y Política— contribuye significativamente al desempeño de su principal objetivo.

La XXI ediciónde dicho congreso tendrá lugar en la Universitat Jaume I de Castellón los días 10, 11 y 12 de marzo de 2016. Organizado por la SFPV con la colaboración del Departamento de Filosofía y Sociología de esta universidad, el evento contará con destacados ponentes de cada una de las áreas filosóficas, cuya participación se verá enriquecida y complementada con las aportaciones de los distintos comunicantes.




El director general de Responsabilidad Social destaca la labor de la Mesa de la RSC de Castellón y reivindica la ética en empresas y organizaciones

 El Director General de Responsabilidad Social y Fomento del Autogobierno de la Conselleria de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación, Josep Ochoa Monzó, ha destacado la labor realizada por la Mesa de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de Castellón, así como la variedad de empresas y organizaciones que la conforman. Ochoa asistió el pasado 5 de febrero a la reunión de la Mesa de la RSC celebrada en la Universitat Jaume I, durante la que instó a los asistentes a seguir sumando esfuerzos para poner en valor la cultura de la RSC en la Comunidad Valenciana.
El coordinador de la Mesa de la RSC, el profesor de Filosofía Moral de la UJI Patrici Calvo, explicó al director general los objetivos de la asociación, que pasan por la difusión, la sensibilización y el intercambio de experiencias del ámbito de la Responsabilidad Social. En este sentido, Ochoa mostró su voluntad de establecer sinergias con la Mesa de Castellón y sus integrantes para trabajar conjuntamente en estos objetivos. Asimismo, destacó la voluntad de la Conselleria de realizar una reunión conjunta en los próximos meses con los miembros de las Mesas de la RSC de Castellón, Valencia y Alicante.

Ochoa explicó que el Gobierno Valenciano está trabajando en varios frentes en el ámbito de la RSC, como el desarrollo de un código ético y de buen gobierno para la administración y la propuesta de un instrumento normativo de participación, que contenga indicadores para ayudar a las empresas a ejercitar su propia transparencia y gestión responsable. Para el Consell, según explicó, también es importante la incorporar cláusulas sociales en la contratación pública. Ochoa considera que «en este momento hay una buena sintonía para dignificar, poner en valor y fomentar la cultura de la RSC en la Comunidad Valenciana». 

La Mesa de la RSC de Castellón se ha afianzado como punto de encuentro, de innovación y debate para empresas y organizaciones. Las últimas entidades que se han sumado a la Mesa han sido la confederación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica Cocemfe Castellón; la Asociación de enfermos renales y trasplantados Alcer Castellón; la empresa Autos Mediterráneo; la asociación a favor de las personas con discapacidad intelectual Afanias Castellón, y la Fundación Alzheimer Salomé Moliner. La Mesa de la RSC, que celebrará su próxima reunión el 9 de febrero en Cocemfe Castellón, está abierta a la participación de nuevas empresas y entidades tanto por iniciativa propia como a propuesta de alguno de sus miembros.