Adela Cortina: “Las empresas que no intentan ser ciudadanas y éticas, son malas empresas”

Carmen Martí, 28/04/10
La gestión de la diversidad en la empresa ha sido llevada a debate en las jornadas organizadas en Valencia por la Fundación ÉTNOR y la Fundación CeiMigra, como una de las claves de la empresa responsable. Estas jornadas, que han unido a empresarios, administraciones públicas, sindicatos, y organizaciones cívicas, pretenden reflexionar conjuntamente sobre la necesidad de gestionar la diversidad desde nuestras empresas, como uno de los espacios determinantes en la sociedad.

Vivimos en una sociedad diversa y, aunque no es un hecho nuevo, el fenómeno de la globalización ha acrecentado la diversidad cultural. Pero además, la diversidad de género, de sexo, edad, condición política, etc. es una realidad que afecta, como no podría ser de otra manera, al entorno laboral. Ante esta situación existen varias opciones; entre ellas, mirar hacia otro lado, o gestionarla de una manera activa.

Para Cortina, no es sólo una cuestión de “justicia”, respetar las diferencias de las personas desde una igual dignidad de todos los seres humanos, sino que es “inteligente”, en un momento de crisis como el actual,“ aprovechar al máximo todas las potencialidades de las diferentes culturas”. “No es época de despilfarro de energías, sino de aprovechar todo el bagaje cultural posible que se ha ido generando históricamente para hacer frente auna realidad cada vez más compleja”.

Para la Catedrática, la cultura es la manera en la que las personas intentamos dar respuesta a los problemas de nuestro entorno, y en un una sociedad compleja como la nuestra, y con un entorno cada vez más cambiante e inestable, “las empresas inteligentes serán las que apuesten por aprovechar al máximo las potencialidades de sus plantillas diversas”.En este sentido, la cadena hotelera NH ha aportado su experiencia prácticaen esta área. Para Francisco Catalá, Director Internacional de RR.HH. de la cadena, “equipos multiculturales diversos atienden mejor a clientes diversos”.

Pero además, para NH gestionar la diversidad redunda sin lugar a dudas en una mejora del clima laboral. Entre las acciones que la cadena hotelera ha llevado adelante se encuentran desde menús especiales para celiacos o para musulmanes en época del ramadán, hasta acuerdos para la obtención de mejores comisiones bancarias en el envío de dinero a sus países de origen.

En la jornada ha participado también el Charter de la Diversidad, implantado en España el año pasado. Esta iniciativa, derivada de las directrices europeas de antidiscriminación, tiene por objetivo sensibilizar en materia de igualdad de oportunidades y conciliación, y avanzar en la construcción de una plantilla diversa. Para ello, las empresas firman, de manera voluntaria, una carta de principios con los que se comprometen. Según Gemma Martín, Coordinadora General del Charter, “en sólo un año de existencia en España, ya se han sumado 260 organizaciones, y este es sólo el primer paso.”

IV Jornadas Autonómicas de Bioética de la Comunidad Valenciana y VIII Jornadas de Comités de Bioética Asistencial de la Comunidad Valenciana

Dilnéia Couto, 22/04/10
El próximo día 7 de mayo se realiza en el Salón de Actos del Hospital General de Castellón la IV Jornada Autonómica de Bioética de la Comunidad Valenciana y la VIII Jornada de Comités de Bioética Asistencial de la Comunidad Valenciana. La edición de este año bajo en tema: “Ética Cívica y Bioética: un enfoque multidisciplinar”.
El evento contará con la participación de diversos especialistas en la materia, que tratarán de presentar sus diferentes perspectivas sobre el tema de la ética cívica y la bioética. Todo ello, entendiendo la necesidad creciente de construir una propuesta de bioética asistencial que sea capaz de construirse bajo las exigencias del mundo plural en que vivimos.
La organización del evento está a cargo del Comité de Bioética Asistencial del Hospital General de Castellón, la Universitat Jaume I y la Fundación ÉTNOR (para la ética de los negocios y las organizaciones).
Más información e inscripciones en:

La Era de los Intangibles

Dilnéia Couto, 15/04/10
Actualmente el debate sobre el ‘valor real’ de las empresas ha perdido su carácter puramente tangible dando espacio prioritariamente a sus características intangibles. Esto surge con el redimensionamiento de la función social que cumplen las empresas en función de las problemáticas ecológicas, sociales y económicas que vemos aumentar con el descarrilar del tren del “desarrollo económico insostenible”. Todo ello, abre espacio a demandas sociales que exigen ir más allá de ofrecer una buena relación calidad-precio.
Con este horizonte, esta nueva era empieza con una preocupación objetiva, a saber: desarrollar la gestión ética o responsable de las empresas. Es decir, establecer instrumentos de gestión que sean capaces de, primero, definir aquello que la empresa se compromete en hacer y, segundo, rendir cuentas periódicamente de cómo está respondiendo a los objetivos y compromisos asumidos frente a sus grupos de interés. Con la finalidad de gestionar su bien más preciado, sus valores o recursos morales.
En este sentido, los recursos morales, adoptando la definición de García-Marzá, deben ser entendidos aquí como intangibles y, además, como capital social y bien público. Es decir, son recursos que no pueden visualizarse, pero están dentro de las empresas y deben fomentarse a partir de una determinada cultura empresarial. Por ello, no deben ser entendidos como bienes privados o de uso administrativo. Siguiendo esta idea cada institución tendrá unos valores más importantes que otros en función del tipo de actividad que desarrolla: las instituciones sanitarias tienen como valores prioritarios aquellos relacionados al bien interno de la actividad, que es la salud; las instituciones educativas, valores relacionados con la consecución del sentido de formación que tienen estas instituciones; las empresas informativas, buscarán valores que se acerquen a la función misma de informar que se les ha otorgado, entre otras.
Por esto, parece incoherente hablar de la gestión de intangibles y tratarlos como valores añadidos. Es decir, se debería entender ésta como la tarea de hacer más eficaz y eficiente la gestión de la comunicación interna de las empresas a través de la simetría y la transparencia y no como un “encaje” de valores que sirven solamente para reflejar una imagen errónea de la organización.
Esto nos lleva una vez más al viejo debate sobre la ética y la cosmética. Es decir, ¿cómo podemos saber si realmente aquello que las empresas están haciendo es responsabilidad social o simplemente marketing de imagen? Estamos entrando en este nuevo terreno de la responsabilidad social y todavía a los ciudadanos nos quedan muchas dudas sobre si estamos ante compromisos éticos o simplemente de intereses cosméticos.
Teniendo en cuenta ésta problemática, el actual reto en la gestión de intangibles en las organizaciones ésta en aplicar métodos de gestión de la comunicación corporativa que adopten estrategias responsables y que, más allá de añadir valores como adornos a las empresa, se deben definir formas de gestión que sean capaces de generar competitividad e innovación con aquello que ellas ya poseen de por si mismas, sus valores o recursos morales, pero que muchas veces no son capaces de gestionarlos para ganar un mejor posicionamiento en el mercado. En pocas palabras, tratar de encontrar sistemas de gestión de las empresas que se construyan sobre bases éticas y que permitan a la empresa responder a las expectativas e intereses sociales, generando y desarrollando con ello intangibles como la confianza o la reputación.
En suma, estamos frente a un nuevo reto en la gestión de las organizaciones: el de redimensionar la noción de estrategia empresarial. Es decir, redefinir aquello que hemos entendido hasta ahora como estrategia rentable para, con esto, ser capaces de diseñar nuevos modelos de gestión tanto interna como externa. Todo ello con el objetivo de embarcarse en esta nueva era de la gestión de la estrategia responsable para las organizaciones, la cual nos viene demostrando que “hacer las cosas bien” puede ser mucho más rentable, competitivo e innovador.

The participation of Stakeholders: a key factor in responsable management of the organisation

Patrici Calvo, 15/03/10.

The current crisis has shown that we are not facing a merely economic problem, but in fact something much more profound which affects society’s trust in organisations. It is above all a question of the values and principles that have guided business in recent decades. These values and principles have led to organisations failing to achieve their inherent social purpose: that of meeting human needs. This has led companies to lose sight of the reason for their existence, thereby creating mistrust within the society of which it is a part, and from which it obtains the resources necessary to be able undertake its activities.
Meeting the demands of a Corporate Social Responsibility that is based on solid ethical foundations – ethos, prudential reason and justice – and considered from the perspective of participation by all the Stakeholders in the organisation’s management, could be a key factor in minimising the harmful effects of the current recession as much as is possible, re-establishing trust from society, and fostering the prevention of possible future cases. With the participation by all their Stakeholders in a dialogue that is as egalitarian and symmetrical as possible, organisations can gradually create a culture that meets the current expectations of society and can thereby once again regain its trust.

Domingo García-Marzá cree necesarias las alianzas entre admistración pública, empresas y sociedad civil

06/03/10, Patrici Calvo.
Conferencia ofrecida en la Universitat Jaume I el 20 de enero de 2010, durante el trascurso del «I Congreso Abierto y Virtual Castellón 2020».

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«La idea que quiero mostrar es que si queremos pensar en el futuro de nuestros territorios, de nuestras ciudades y municipios, hace falta establecer una nueva alianza entre los ayuntamientos -la administración pública-, el sector económico empresarial, y la sociedad civil. Sólo desde esta nueva alianza es posible pensar en un futuro donde se detenga esta peligrosa pendiente que es hoy la desmoralización de la vida pública»

Stefano Zamagni: «Los empresarios tienen la llave del cambio de modelo económico»

Carmen Martí, 25/02/10
El Dr. Stefano Zamagni, profesor de la Università di Bologna, pronunció ayer la conferencia “Reciprocidad y fraternidad: El papel de los sentimientos en la economía” en la 5ª sesión del Seminario ÉTNOR.

Para Zamagni, el problema de la economía y la empresa actual no es la falta de recursos, sino saber aprovechar al máximo el talento y conocimiento de las personas. “Los problemas económicos del presente no se pueden resolver con el marco conceptual del pasado”.

Con esta idea iniciaba ayer Stefano Zamagni,Catedrático de Economía Política de la Universidad de Bolonia, su conferencia en la que analizó las bases de la Economía Política y las necesidades de la economía en la actualidad. Para Zamagni, los problemas de hoy ya no son problemas de falta de recursos, problemas entre el hombre y la naturaleza. “Los problemas económicos de hoy son problemas relacionales de los seres humanos”. “Tenemos multitud de recursos, pero no sabemos cómo utilizarlos”.

Zamagni explicó esta idea basándose en tres paradojas fundamentales del siglo XXI; la paradoja de la felicidad, la paradoja de la desigualdad y la paradoja del modelo taylorista. La paradoja de la felicidad la planteó en 1974 Sterling, quien afirmaba que después de un determinado nivel de renta, a mayor renta menor es la felicidad. En segundo lugar, la paradoja de la desigualdad tiene que ver con la cuestión de que cada vez hay más riqueza, y sin embargo las desigualdades van en aumento. Por último, la paradoja del sistema taylorista ha mostrado que ya no es posible este sistema de organización basado en un modelo piramidal donde la base de la organizaciónno aporta más que fuerza productiva. En el momento actual, para ser competitivo es necesario que todos los miembros de una empresa tengan un peso en la misma, y “el empresario que no adopte este sistema está condenado al fracaso”. “Difícilmente los esclavos –apuntó Zamagni- aportan nada a la organización”. “Si queremos aprovechar al máximo el conocimiento tácito de nuestros empleados, tenemos que saber establecer relaciones recíprocas con ellos, porque puedo obligar a una persona a llegar a las 8 de la mañana al trabajo, o a estar 8 horas en la oficina, pero no puedo obligarlo a que deposite sus mejores ideas, su capital intelectual en la organización”. “La única forma de aprovechar el conocimiento tácito de las personas –afirmó el ponente- es a través de la reciprocidad”.

Desde estas tres paradojas, la cuestión es “cambiar los esquemas mentales dela gente hacia un nuevo modelo, y eso lleva trabajo y tiempo, pero acabará imponiéndose por necesidad”. Zamagni esquematizó este nuevo modelo en tres principios básicos. Los dos primeros principios son el del cambio equivalente y la distribución. En el principio del cambio equivalente se basan las relaciones de mercado y es “un principio fundamental, porque sin él no es posible la eficiencia, y la eficiencia es un fin necesario en las sociedades capitalistas en las que vivimos”. Y el segundo, el de la distribución de la riqueza, es el principio del que se ocupa el Estado, y también es fundamental para tener sociedades justas. Toda la Economía Política se ha basado en estos dos principios, pero “no son suficientes enla era de la información y el conocimiento”. Para Zamagni, “es necesario combinar estos dos principios con un tercero, que es el principio de la reciprocidad, en el que se basa la Economía Civil”. Los primeros dos principios están basados en una relación de deber y derecho, de derechos de propiedad y deberes de cumplimiento de lo negociado. La reciprocidad, sin embargo, se basa en una relación de don, de gratuidad entre las personas. A ayuda a B con la expectativa de que cuando necesite algo, B le devolverá laayuda. Si B no es recíproco, se trunca la relación. Las relaciones de reciprocidad no se basan en la ley, no se puede obligar a ellas, “pero es la única manera de obtener el conocimiento de las personas, lo mejor de cada uno”.

En definitiva, concluyó Zamagni, el olvido de este tercer principio da respuesta a las paradojas planteadas, ¿Por qué no somos felices con tantos recursos? Porque la felicidad está ligada a la reciprocidad, y “algunos economistas, no inteligentes –apostilló Zamagni-, han confundido utilidad con felicidad, y la felicidad depende de la relación con los otros, no de la acumulación de cosas”. Del mismo modo, el problema de las empresas hoy no esun problema técnico, sino un problema relacional. No se transmite el conocimiento tácito de la gente por falta de reciprocidad en el grupo. Para Zamagni, la llave del cambio, “la minoría profética” de hoy, está en los empresarios. Ellos son lo que pueden poner en práctica este modelo y demostrar que funciona, que es posible, que es el adecuado, y servir de ejemplo para los demás.

El valor comunicativo de la Responsabilidad Social Empresarial

Patrici Calvo, 25/02/10

Desde la Cumbre de Lisboa de Lisboa del año 2000 y la posterior aparición del Libro Verde (COM 2001), la Unión Europea ha realizado un esfuerzo importante con el propósito de mostrar la relación intrínseca existente entre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y competitividad.
El interés por llevar a cabo tal actuación viene marcado por la irrupción del fenómeno de la globalización, un proceso cuyo desarrollo en las últimas décadas ha permitido satisfacer la demanda de los mercados con oferta procedente de cualquier lugar del mundo. Ante este hecho, la apuesta europea por la integración de la Responsabilidad Social en la planificación y la gestión de sus empresas, organizaciones e instituciones responde precisamente a la necesidad de encontrar un elemento de diferenciación que les permita competir con estos otros mercados cuyos productos y servicios son, en muchos casos, de buena calidad y más asequibles económicamente para el consumidor.

Sin embargo, y a pesar de reconocer su relevancia, la literatura de la Ética Empresarial aporta una visión que va más allá del Libro Verde, demostrando que el beneficio de una correcta implementación de la RSC en la organización no es sólo estratégico, sino también moral. Es decir, la RSC no es simplemente un instrumento para conseguir satisfacer un interés particular de un determinado grupo. También se trata de un recurso que permite a la organización generar las condiciones propicias para potenciar y desarrollar los recursos morales necesarios para llevar a cabo su actividad, tales como la confianza o la reputación.

En este sentido, la clave está en la posible legitimación de una determina empresa, organización o institución. La satisfacción de las expectativas legítimas de sus grupos de interés, de todos aquellos afectados por su actividad, permite pensar en un posible acuerdo intersubjetivo cuya continua renovación es condición de posibilidad de la gestión de los recursos morales. Precisamente, la RSC guía una actividad determinada hacia el logro del posible acuerdo con los todos los afectados por ésta. En tanto se consiga ser responsable económica, legal y moralmente se estará justificando frente a éstos una acción o decisión y, por tanto, se tendrá acceso a un capital tan importante como, por ejemplo, la confianza.

De esta manera, nos adentramos en el valor moral del diálogo. La empresa necesita entenderse con todos sus Stakeholders. Tal hecho es necesario porque, como afirma García-Marzá, sólo “logra credibilidad o legitimidad social cuando es capaz de mantener un nivel de respuesta que genere consenso o acuerdo entre todos los grupos de implicados o afectados en su actividad” (2005:95). Así, basándose en la ética discursiva, para alcanzar ese acuerdo que la legitime es necesario establecer un diálogo igualitario y simétrico donde todos los grupos implicados y/o afectados queden incluidos como interlocutores válidos y puedan, de esta manera, aportar argumentos válidos a favor o en contra de una acción o decisión empresarial cuando ésta se vea problematizada (García-Marzá,2004:132).
Sin embargo, estas cuestiones nos introducen en la importancia que tienen la comunicación para la credibilidad de la empresa. Dada la complejidad que, por sus características, tiene para la empresa moderna el establecimiento de un diálogo donde se tenga en cuenta como interlocutores válidos a todos los implicados y/o afectado por su actividad, la comunicación nos ofrece una posibilidad plausible. En tanto que la empresa hace público cómo está llevando a cabo su actividad y lo justifica, está siendo trasparente y generando credibilidad.

Este hecho nos lleva a pensar en el ‘principio de publicidad’: “Son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres cuyos principios no soportan ser publicados” (Kant, 1987:61). Este principio, que fue formulado por Kant en ‘La paz perpetua’ como un mecanismo para relacionar la ética y la política y que es utilizado por Garcia-Marzá para “analizar la validez moral de una acción, norma o institución” (2004:207), nos muestra un primer paso para la legitimación de la empresa: la necesidad de trasparencia. Cuanto más y mejor comunique cómo está llevando a cabo su actividad y lo justifique discursivamente, cuanto más pública sea, mayor confianza generará.

Comunicar, por tanto, abre la puerta de la participación en la empresa. O lo que es lo mismo, permite pensar en el posible acuerdo que minimice o resuelva la conflictividad y ofrezca credibilidad a la empresa frente a todos sus Stakeholders internos, una legitimidad que posibilita la gestión de los recursos morales necesarios para operar en el largo plazo. Por ello, la empresa debería velar por la potenciación y desarrollo de la comunicación interna y externa, pero no sólo como un instrumento publicitario para mejorar su imagen corporativa, sino también como recurso con el cual abordar la búsqueda de acuerdos y consensos con los implicados y/o afectados por su actividad.

El periodismo especializado y el reto de la RSE

26/01/10, Dilnéia Couto

Las diferentes facetas que puede adoptar el periodismo, y más especificamente el periodismo de investigación, es una característica propia de la actividad. En este sentido, se defiende la propuesta ya ampliamente discutida principalmente entre especialistas en la temática de la RSE que desde la actividad periodística se reconozca actualmente la necesidade de fomentar la especialización del periodista en la rama de la RSE.
La RSE es reconocida como uno de los aspectos más relevantes de la actualidad cuando se trata de diseñar los campos de actuación empresarial. Prueba de ello. son las diversas propuestas que surgen tanto a nivel internacional, como a nacional y local para estimular la actuación socialmente responsable de las empresas. El periodismo, a su vez, es la actividad que tiene por labor primera responder a través de una información de calidad a las demandas generadas por la ciudadanía. Por esto, parece importante que se tenga en cuenta la necesidad que tienen los sujetos de estar mejor informados a cerca de las acciones y proyectos que realizan las empresas.
Se trata de, por un lado, buscar nuevos ámbitos de actuación en una profesión que, cada vez más, se especializa y gana características concretas en función del contínuo desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Y, por otro lado, recordar que el profesional de periodismo es por excelencia un mediador especializado, y que debe estar atento a las necesidades que demandan los distintos grupos de presión que se forman en la opinión pública.
Después de la publicación del Libro Verde de la Comisión Europea en el año 2001, es indiscutible la enorme cantidad de asociaciones, grupos de control, ONGs y consultorías que han surgido en los distintos continentes con el fin de investigar y comunicar las novedades que surgen sobre la RSE. Una buena prueba de esto es la nueva forma de ‘hacer’ opinión pública a través de internet, eso que ha venido a llamarse «periodismo ciudadano». Esta actitud generó y sigue generando en las empresas a nivel mundial la necesidad de actualizarse y de crear mecanismos de gestión de la confianza empresarial.
Sin embargo, una búsqueda rápida en Internet puede confirmar que las organizaciones que están más bien documentadas sobre este tema, son las mismas que surgen com asociaciones de investigación y control sobre la responsabilidad social de las empresas. por una parte, este sería el punto positivo de la RSE, es decir, que esta aún jóven propuesta está motivando la movilización e interés cuidadano. Por otra parte, se descubre también un elemento negativo el cual apunta hacia la carencia de canales periodísticos especializados para mejor manejar y transmitir estas informaciones.
El mundo del periodismo es complejo y está en constante transformación. Además, con el desarrollo de las nuevas herramientas de la tecnología, los periodistas se encuentran con un nuevo reto, el de redescubrir el hacer periodismo en el mundo virtual. Por esto, se reafirma que una de las actividades periodísticas que más puede triunfar en el mundo del hipertexto es la del periodismo especializado.
La RSE es un reto para todos nosotros: ciudadanos, empresarios, representantes políticos, investigadores y, entre otros, también los periodistas. En un mundo global el que todos podemos pinchar y averiguar las informaciones más recientes sobre un determinado tema parece hacer falta más que un pa de palabras para estar bien informados sobre un asunto. Y es ahí que entra el aporte definitivo del periodista especializado.
Por esto, se entiende importante que también en este espacio de debate que es nuestro blog puedan surgir propuestas y sugerencias. Un debate que debe fomentar la necesidad de una información más especializada y continuada sobre el tema de la RSE en todos sus ámbitos de relación, proporcionando con ello un conocimiento real de la situación de la responsabilidad social en las diferentes empresas y, además, reconociendo así el deber social de periodista de fomentar una actuación responsable de las organizaciones en un mundo que se muestra tan diverso y plural.
Por lo tanto, esta puede ser una nueva puerta profesional que se abre para todos aquellos que practican la actividad profesional periodística, pero que, sin embargo, parece estar todavía a la espera de ser abierta.

La Responsabilidad Social de las empresas sanitarias: algo más que Acción Social.

(Conferencia ofrecida en Valencia el 27 de noviembre de 2009) Para desarrollar el tema propuesto, voy a intentar seguir tres pasos. En primer lugar ofreceré algunas ideas teóricas sobre Responsabilidad Social que creo necesario tener en cuenta. En segundo lugar mostraré los resultados de la investigación que ha llevado a cabo la Fundación Étnor sobre el estado actual de la Responsabilidad Social en las empresas valencianas, una investigación pionera en España y que vamos realizando cada tres años para la Conselleria d´Economia de la Generalitat. Finalmente, en tercer lugar lanzaré algunas propuestas sobre cómo podemos mejorar precisamente la actual situación de la Responsabilidad Social en nuestra Comunidad, tanto en lo referente a nuestra administración pública como también a la Sociedad Civil.
Dentro del primer paso, la primera idea que quiero destacar es que la responsabilidad Social, lo que sea, está claro que es una acción voluntaria. Este es un matiz importante que fue muy discutido en su momento. Como es bien conocido, la Responsabilidad Social no es algo nuevo. Sus temas llevan trabajándose desde hace muchos años. Sin embargo, dieron un giro radical tras la cumbre de Lisboa de 2001 y la elaboración de Libro Verde. Precisamente, una de las grandes discusiones que tuvimos en su presentación, ya que tuve la ocasión de participar en ella, fue si éste debía convertirse en ley o quedar simplemente en una acción voluntaria. En mi opinión, en este sentido la Responsabilidad Social está bien como está. Hemos de entender que se trata de acciones voluntarias porque son parte de los mecanismos de regulación de la acción de la Sociedad Civil. Por supuesto, esto no impide que el Estado avance en su legislación y regulación y vaya integrando estas cuestiones, pero hemos de tener claro que las cuestiones éticas son siempre voluntarias y, por tanto, no pueden tener una coerción externa, como sí la tiene el derecho. Por consiguiente, la voluntariedad es una de las ideas básicas al hablar de Responsabilidad Social.
La segunda idea básica que me gustaría dejar clara es que no debe confundirse Responsabilidad Social con Acción Social, dos conceptos diferentes cuya confusión está produciendo que algunas empresas lleven a cabo actividades que pueden resultar incluso contraproducentes para sí mismas.
La Responsabilidad Social es aquello de lo que debe responder la empresa, las instituciones o la administración ante al sociedad. Pero la pregunta que subyace de tal afirmación es de qué. Hace muy poco tiempo se pensaba que sólo de aquello económico, pero ahora, con la Responsabilidad Social o la sostenibilidad, como quieran llamarlo, la sociedad exige algo más que beneficios económicos y cumplimiento de la ley. Ese algo más es lo que solemos englobar dentro del concepto de Responsabilidad Social. En este sentido, Europa entiende la Responsabilidad Social como la integración voluntaria de los temas sociales y medioambientales junto con los económicos. Es decir, una gestión de la empresa que atienda a los tres tipos de beneficios.
Por tanto, como se puede suponer, la Responsabilidad Social afecta a mucho más ámbitos que sólo al de la Acción Social. La Responsabilidad Social es cómo, efectivamente, gestiona la empresa los recursos humanos: si respeta o no la salud y seguridad laboral, si atiende al desarrollo local, si se compromete con el impacto ambiental, si anda de la mano de los Derechos Humanos, etcétera. Mientras que la Acción Social es sencillamente lo que aporta, la parte de los beneficios económicos que revierte sobre la sociedad y el medioambiente. Por tanto, de una manera sencilla podríamos decir que la Responsabilidad Social es cómo hemos alcanzado los beneficios, mientras que la Acción Social es qué hacemos con parte de los beneficios. Así, no hay que confundirlos, pues, aunque complementarios, son dos temas diferentes cuya confusión puede acarrear problemas. Una empresa o administración puede tener un programa de Acción Social muy importante y, sin embargo, no generar confianza con eso, sino todo lo contrario, risa, pues la gente puede llegar a preguntarse cómo se ha generado ese beneficio que ahora repercute sobre la sociedad o sobre el medioambiente y comprobar que no ha sido precisamente responsable.
De aquí extraeríamos una tercera idea básica que quiero clarificar. La Responsabilidad Social sólo generará confianza si la empresa, la organización o la institución se lo cree. Si no lo hace, se aconseja que no entre a tratar estos temas, pues entonces lo que produce no es confianza, sino, como he dicho, risa. Por eso, hay que tener mucho cuidado con qué se hace y por qué, pues si no se lleva a cabo esta labor de manera convencida y correcta, puede ser incluso contraproducente para la empresa al generar el efecto contrario al deseado: desconfianza continuada. La idea, por consiguiente, es que debe entenderse la Responsabilidad Social como parte de la ética, del carácter de la empresa. Porque, lejos de significados abstractos, extraños o negativos, cuando hablamos de ética hablamos del carácter, de la manera que tenemos de hacer las cosas. Por ello, una Responsabilidad Social tomada en serio debe ser parte de ese carácter de la empresa, parte de esa forma o manera que tiene la organización de hacer las cosas. Así pues, la idea es que una empresa responsable es aquella que ha integrado en su carácter, en su personalidad, la Responsabilidad Social. Por tanto, hemos de ver la Responsabilidad Social no sólo como una estratégica de marketing, sino como algo más, como parte de su carácter.
En definitiva, lo que se está pidiendo desde la sociedad es que las empresas pasen de un modelo autista de empresa, que solamente tiene en cuenta al cliente, a un modelo responsable de empresa, que se preocupa de todos sus grupos de interés. Más si cabe cuando hablamos de un sector como el de la salud, al producir éste un bien que es público, no privado, por lo que la preocupación por estos aspectos concretos es mayor. No es lo mismo vender coches, un producto que afecta a una sola persona, que vender salud, una cuestión que siempre afecta a más de una persona y, por tanto su gestión es más complicada. Por ello, hay que tener mucho cuidado en este tipo de empresas –relacionadas con la salud, la educación o la información entre otras- pues son empresas especiales y como tal deben ser tratadas.
Una cuarta idea que creo preciso destacar es que el objetivo de la empresa no es sólo la generación de valor económico, sino también social y medioambiental. Esta claro que el primer objetivo de la empresa –aunque me gusta más llamarlo motor- es el beneficio económico, sin embargo, una empresa privada que sólo mire a lo económico tiene muy pocas posibilidades de subsistir en el mercado actual. Por eso, hay que separar y no confundir lo que es el motor con lo que es el objetivo, pues son dos cosas diferentes. Los norteamericanos, que resumen muy bien estas ideas, suelen decir que dirigir una empresa pensando sólo en el beneficio económico es como jugar al tenis mirando sólo el marcador y no la pelota. Por ello, sólo el corto plazo puede permitir una empresa que mire el beneficio económico y no el social y ecológico, y más todavía cuando estamos frente a organizaciones cuyo objetivo principal es la salud. Está claro que el beneficio económico debe ser una de las preocupaciones principales de ésta, pero siempre dentro de lo que significa salud. No se puede jugar con esto, pues se crea desconfianza y eso no es bueno. El ejemplo más claro lo tenemos en la sanidad española, entre hospitales privados y públicos, pues a la gente le sigue generando desconfianza un hospital privado y prefiere ser atendido por uno público, un hecho que es debido precisamente por esta confusión entre objetivo y motor.
Por todo ello, lo que se persigue desde la Responsabilidad Social es la gestión de la confianza; no sólo de los clientes, sino de la opinión pública, de los ciudadanos y de los demás grupos de interés que rodean a la empresa, organización o institución. Mi opinión es que la clave para lograr este objetivo está en la comunicación. Sin embargo, es ésta precisamente una de las asignaturas pendientes de nuestras empresas sanitarias y de nuestra administración pública.
Nuestro grupo de investigación, que lleva trabajando estos temas de Responsabilidad Social desde hace veinte años, piensa que la única forma que tenemos de gestionar la confianza es a través de lo que en filosofía llamamos Principio de publicidad o comunicación: la confianza es directamente proporcional a la capacidad que tiene la organización de decir lo que hace y de justificarlo. Esta es la idea básica, generaremos confianza si somos trasparentes y, además, dejamos participar a los diferentes grupos de interés. Y para ello hay tres pasos necesarios que lo permiten: códigos éticos, donde se dice lo que se es y lo que se quiere hacer; memorias de responsabilidad, donde se informan de lo que se está haciendo; y comités de ética, el espacio donde se permite la participación de los grupos de interés en la gestión de la empresa, en este caso sanitaria.
Una vez aclaradas estas ideas básicas sobre RSE, el segundo paso que quería abordar son el análisis de la investigación que llevamos a cabo desde la Fundación Étnor para la Conselleria d´Economia sobre el estado de la Responsabilidad Social en las empresas valencianas. Al menos aportar algunos datos relevantes para el tema que estamos tratando aquí.
Por ejemplo, en el estudio queda reflejado que en el 2006 el 60% de las empresas valencianas nunca había oído hablar de Responsabilidad Social. Eso significa que, en primer lugar, no hay una presión social, y eso es muy importante. Si las empresas valencianas entran en estas cuestiones es bien porque hay una presión de Europa o bien porque arriesgan en ello. No existe presión social al respecto y eso es un problema que hay que tener en cuenta, sobre todo por la administración, pues implica tareas de educación y de sensibilización para corregirlo. Pero no sólo para las empresas, sino también en la ciudadanía.
Otra de las cuestiones que nos llamó la atención del estudio es que la gente diferencia muy bien entre lo que es Acción Social y Responsabilidad Social, por lo cual queda claro que la actual confusión no está en la ciudadanía, sino en las organizaciones e instituciones privadas y públicas.
Finalmente, el estudio reflejó que la Comunidad Valenciana no está ni mucho menos en un nivel inferior al europeo en cuanto a Responsabilidad Social, pues la percepción de los ciudadanos respecto a sus empresas mereció un aprobado alto. La diferencia más bien estriba entre lo que son grandes y medianas empresas. Por ello, es ahí precisamente donde las administraciones deberían dedicar tiempo en intentar corregir tal desajuste.
Finalmente, en el tercer paso quiero mostrar algunas recomendaciones al respecto tanto a la administración como a la Sociedad Civil. En cuanto a la administración pública, me gustaría señalar que, en primer lugar, ésta tiene la obligación de aplicarse a sí misma las cuestiones de Responsabilidad Social y, en segundo lugar, que tal obligación debe extenderla a sus proveedores. Afortunadamente, la actual nueva ley de educación pública permite establecer cláusulas sociales en los contratos, una posibilidad que las diferentes administraciones que están avanzando en estos temas de Responsabilidad Social ya están integrando. En cuanto a lo que respecta a la Sociedad Civil, la idea que quiero recalcar son las alianzas. Alianzas entre las empresas, las universidades y la administración. Desde mi punto de vista, creo que con estas alianzas podemos hacer que la Responsabilidad Social salga -por así decirlo- de ese barranco en el que se encuentra encallada, pues, aunque Europa sigue tirando del tema, nos falta un empuje fuerte desde dentro, desde nuestra Comunidad. Un empuje que, de momento, todavía no se ha producido o es excesivamente débil.
Como ejemplo de estas alianzas que propongo, puedo mostrar el trabajo que desde la Universitat Jaume I hemos llevado a cabo durante cerca 10 años con Unión de Mutuas, una empresa sanitaria de la Comunidad Valenciana. De este esfuerzo mutuo ha ido surgiendo a lo largo de los años un código ético, un comité de ética, la elaboración de una memoria de responsabilidad con el GRI –la cual ha logrado en sus dos años la máxima calificación, el A plus–, así como la realización de diferentes planes de Responsabilidad Social. Por eso creo que estas alianzas por la Responsabilidad Social son mucho más afectivas en esta materia que cualquier otra regulación jurídica que se pretenda realizar.
Muchas gracias.

Clausurado el VIII congreso de Ética del Desarrollo

05/12/09, Carmen Martí y Patrici Calvo
Eran más de las 8 de la noche, viernes, tres días de intenso debate, y los ánimos eran los mismos que al inicio. “Los profesionales de la ética somos incombustibles”, afirmaba Adela Cortina, directora del Congreso, que se ha celebrado por primera vez en tierras europeas. Las conclusiones del mismo eran muchas, pero sobre todo Cortina destacó dos: Por una parte, que “es imposible una teoría única del desarrollo. El diálogo y la interdisciplinariedad son fundamentales en éste y en otros asuntos vitales para la humanidad, ya que el trabajo por el desarrollo humano es una actividad social cooperativa”. Y por otra parte, que “es fundamental desentrañar los bienes internos del desarrollo humano que le dan sentido y legitimidad”. En este sentido, Cortina destaco entre ellos -recordando al fallecido Denis Goulet, pionero del desarrollo humano-: “humanizar las acciones de desarrollo, asegurar el sustento, fomentar la estima de los pueblos y la libertad de los mismos pero, sobre todo, respetar las comunidades vivas de cultura”. Además -recordó- “mantener la esperanza es también un asunto importante para seguir adelante, deliberar para tratar de ver qué valores queremos llevar a cabo y desarrollar las virtudes, la excelencia del carácter, que es necesaria para alcanzar las metas del desarrollo”. Finalmente, Cortina destacó que estamos centrados en formar gestores o técnicos del desarrollo, cuando “lo que son necesarios son profesionales del desarrollo, que tengan sentido de justicia, sensibilidad y creatividad, que trabajen por el desarrollo desde la concepción de que todos los seres humanos tienen dignidad y no precio, esta es la clave del desarrollo”.
Asunción St. Claire, española afincada en Noruega y Secretaria de la Asociación IDEA, organizadora del congreso, recordó que la crisis económica, energética y social a la que nos enfrentamos en estos momentos nos ha enseñado, por desgracia, que “los modelos de desarrollo que conocíamos y creíamos adecuados, y que desde el norte hemos impuesto a los demás países, nos han conducido al fracaso”. “Ya no vale la dicotomía países desarrollados-países en vías de desarrollo, y si algo hemos aprendido estos días es que es necesario repensar los principios de la ética del desarrollo”.