Como destaca en su último libro publicado en castellano, Por una economía del bien común, la base de esta propuesta es la concepción de que “en economía se puede y se debe hacer algo para humanizar”. Desde esta concepción, para Zamagni el nuevo empresario del siglo XXI tiene que ser “un virtuoso, un artista”. “No podemos mantener un management del pasado en el presente, y el management no es una técnica, sino un arte. Si fuera una técnica todo el mundo podría ser capaz de hacerlo, y no es así”. Y es un arte relacional, de tratar con personas, para lo que “es necesario conocer sus sentimientos y emociones”.
Zamagni fue contundente al afirmar que un empresario no puede estar de espaldas a las emociones de sus grupos de interés y no preocuparse por su entorno. “Sólo un loco o un irresponsable puede decir a mí solo me interesa lo que pase en la empresa, no la vida familiar de la gente. Esto es inmoral.” Está es, según el profesor, la clave hoy en día de la responsabilidad social, la Responsabilidad Familiar de la Empresa o como se conoce en España, Empresa Familiarmente Responsable. Cómo armonizar vida familiar y vida laboral. “La mayoría de las empresas van contra las familias”, apostilló.
Pero tampoco los empresarios que se preocupan sólo por su empresa, aún teniendo estas cuestiones en cuenta, son buenos empresarios. “Éste es uno de los más peligrosos errores de los economistas, pensar que si las empresas individualmente hacen las cosas bien, el sistema funciona, lo cual es falso. Sería así si el mercado fuera perfecto, pero no lo es. El mercado es una institución imperfecta que necesita unas reglas del juego claras. Hasta ahora estas reglas del juego las estaban poniendo los mismos que las jugaban, y ya hemos visto los resultados. Tenemos la necesidad de una nueva ley del mercado, y por esta razón el comportamiento individual no es suficiente. La economía y la empresa tienen que contribuir al bien común”.
En conclusión, “el concepto de responsabilidad social de la empresa se tiene que modificar, porque no hay un fundamento ético” detrás, y para Zamagni si se practica la responsabilidad social sólo porque es conveniente, sin creer en ella, cuando no te convenga dejarás de practicarla. Hasta ahora la mayoría de las empresas han entrado en la RSE por una cuestión externa, porque no han querido modificar su gobernanza, su modelo. Y necesitamos una responsabilidad social fundamentada en la ética que vaya al carácter mismo de la organización. “Si no, no vale de nada”.