Fuente: Periódico Mediterráneo
Categoría: Domingo García-Marzá
Domingo García-Marzá: «Es necesario invertir en una RTVV realmente independiente y democrática»
Tras la polémica suscitada por el cierre de Canal 9, Claustre Obert, el espacio de debate promovido por la Universitat de València y el diario EL PAÍS, reflexionó desde la ética, la antropología, la lingüística, la economía, la política y la historia, sobre las perspectivas de futuro del ente público valenciano.
Domingo García-Marzá centró su intervención en el diseño institucional; es decir, en «cómo pensar instituciones –en este caso una televisión pública valenciana- que sean responsables, que sean capaces de responder delante de la opinión pública de aquello que las justifica y las legitima», puesto que de ello depende tanto su existencia como su potencialidad. Desde esta perspectiva, García-Marzá aseveró que es necesario un medio de comunicación audiovisual valenciano por tres razones básicas: por su poder para conformar una cultura democrática y una opinión pública activa y responsable; por su influencia en la cultura, con una lengua y una identidad propia que ha costado mucho vertebral; y, finalmente, por su papel educativo. Por todo ello, García-Marzá argumentó que una inversión de futuro es una inversión en una televisión pública independiente y democrática capaz de fomentar una ciudadanía participativa.
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Neurofilosofía práctica
García-Marzá reflexiona sobre la humanización de la asistencia sanitaria en la Jornada de Bioética del Hospital La Magdalena
El término Bioética surge en los años 70 del siglo XX para ser un puente entre los avances científicos y las humanidades. La Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizada desde los valores y principios morales.
Asimismo, la Ética Médica es una parte de la Bioética que goza además de especial relevancia, pues muchos profesionales sanitarios desean encontrar una solución adecuada a los frecuentes dilemas éticos que se plantean en la práctica clínica.
Humanizar es respetar la dignidad
Además, a lo largo de su intervención el profesor García ha insistido en la idea de que “humanizar es respetar la dignidad de las personas” y ha hecho también especial hincapié en que la moralidad “se desarrolla y exige un espacio de libertad para poder elegir entre una u otras normas”, así como que la Ética tiene su raíz en aquello que “uno tiene derecho a esperar del otro”, sirviendo ésta por tanto para generar confianza.
Aplicación de la Ética a la práctica sanitaria
En el campo de la Bioética, la aplicación de la Ética a la practica sanitaria significa “tener presente que el paciente espera del trato sanitario un reconocimiento afectivo (que lo cuiden y traten como persona), un reconocimiento personal y un reconocimiento social (que le traten exactamente igual que a los demás)”.
Por otra parte, la Humanización de la Asistencia implicaría tres campos: el primero de Macrogestión, que correspondería a las políticas publicas sanitarias; un segundo que implicaría a la Ética de las organizaciones sanitarias; y un tercero que implicaría la Ética de los profesionales y que implicaría a las normas de deontología médica y las guías de la práctica médica.
El profesor Domingo García ha disertado también sobre la necesidad de que los hospitales deben tener su código ético y, tras desarrollar el tema de la ética en la toma de decisiones, ha dedicado la parte final de su exposición a la finalidad y labor de los Comités de Bioética.
Al finalizar su conferencia se ha desarrollado un coloquio que ha contado con una importante participación de los asistentes a esta jornada de Bioética del Hospital La Magdalena.
¿Ética o crisis? La distribución de la responsabilidad
En este sentido, el catedrático de ética de la Universitat Jaume I puntualizó que desde la biología se entiende que un organismo se encuentra en estado de crisis «cuando tiene más problemas que posibilidades o recursos para resolverlos y, por tanto, corre el peligro de desaparecer”. Y eso es precisamente lo que está sucediendo «con nuestras democracias y con el sentido de muchas de las instituciones que hasta ahora sostenían nuestra forma de entender y de vivir la vida en común”.
“Ética o crisis”, un grafiti pintado sobre el puente de una autopista española a la altura de Almenara, nos ayuda a comprender todo este proceso. Nos muestra ese saber moral que se encuentra implícito en nuestra sociedad y que intuitivamente conocemos aun no siendo expertos de la reflexión ética. Significa ¿qué vas a hacer tú?, recordándonos que “la responsabilidad siempre es compartida, por más distribuida que esté”. De esta forma, García-Marzá acabó la lección inaugural del curso académico 2012/2013 recordando que desde la teoría ética ni hay ni se pretende dar una respuesta para salir de la crisis, pero sí ofrecer orientaciones para seguir el camino correcto para hallarla. Buscar soluciones sin tener en cuenta ese saber moral implicito puede agravar todavía más la situación actual y, por consiguiente, alargar la salida de la crisis.
La RSE en la tienda de la esquina
La responsabilidad social como factor de competitividad
Domingo García-Marzá destaca la desafección de la sociedad hacia las instituciones
Durante su participación en el curso de verano «Neuropoder: aspectos éticos de la neuropolítica y la neuroeconomía», García Marzá también ha apuntado que tenemos que confrontar un sistema político que se basa en el acuerdo racional, libre y voluntario, como es la democracia, con la idea de que no somos tan racionales, tampoco en política. En este sentido, ha señalado que cada vez es más importante la dimensión afectiva de la democracia, que obliga a abrir un debate sobre cómo integrar las emociones y cuáles son adecuadas moralmente y cuáles no para su adecuada integración en la democracia deliberativa. A este respecto, cree que las emociones se pueden educar y que la política debería apoyarse en aquellas que tengan validez moral.
Domingo García Marzá, director del grupo de investigación de Gestión de la Ética y de la Responsabilidad Social de la Empresa (GERSE), ha resaltado también los peligros de las neuropolíticas y del neuropoder y que se concretan en que se ha invertido el ámbito de lo político, que ya no es el espacio de la deliberación racional, sino un espacio que está muy determinado por las emociones, que en ocasiones se pueden manipular. Así, ha destacado que «las emociones son un marco de sentido y mueven a la acción», pero se han de integrar adecuadamente con las razones, ya que «si la política es el ámbito de lo común, necesita también de la deliberación, ya que el razonar incluye necesariamente al otro». Para facilitar esa integración, García Marzá ha instado a recuperar el papel de la sociedad civil en la política y, sobre todo, a recuperar la participación de las instituciones sociales, como la familia, la empresa, el colegio, etc., ya que es en ellas donde se generan las emociones.
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