¿Qué democracia queremos?

Domingo García-Marzá, 17/01/15
¡Prepárense! Este es un año de elecciones. De ahí que la iniciativa de una columna de opinión sobre lo que la democracia es y lo que pensamos que debería ser, sea bienvenida. Otra cuestión es que quien esto escribe sea capaz de hacerlo de una manera, vamos a decir, mínimamente digna. El objetivo es estimular la discusión sobre la democracia que queremos, sea en la calle, en el bar, en reuniones con los amigos, etc. Les explico por qué es importante. 
La democracia no funciona si los ciudadanos no se la creen, si no la aprecian. Su justificación se apoya en conceptos, valores e ideas que nos permiten pensar y entender lo que nos ocurre. Todos tenemos este saber común, forma parte de lo que esperamos de nuestra democracia. Todos sabemos, por ejemplo, qué significa un político honrado, una atención sanitaria de calidad o una buena universidad pública. Los partidos políticos, el actual Gobierno a la cabeza, saben muy bien que es más fácil –y más ventajoso– manipular este saber y engañarnos que cambiar una realidad claramente injusta. Aparece entonces el recurso al miedo o a las palabras vacías que a nada comprometen. Hay que prepararse contra el populismo que hoy caracteriza, en mayor o menor grado, a todos los partidos. Hay que coger las palabras y discutirlas. Para la próxima semana les propongo comenzar esta conversación con el significado de una serie de recientes pintadas con el lema: “¿Crisis o ética? ¡Decídete!”. 

Domingo García-Marzá: «Es necesario invertir en una RTVV realmente independiente y democrática»

Tras la polémica suscitada por el cierre de Canal 9, Claustre Obert, el espacio de debate promovido por la Universitat de València y el diario EL PAÍS, reflexionó desde la ética, la antropología, la lingüística, la economía, la política y la historia, sobre las perspectivas de futuro del ente público valenciano.

Nadie defendió el funcionamiento “pervertido” de los últimos años de la radio y la televisión públicas valencianas, pero todos abogaron por su continuidad mediante la asunción de otro modelo, dimensionado, democrático y plural. El fin de las emisiones de RTVV supone una desinversión de futuro en un sector estratégico de creatividad como el del audiovisual. Es el desmontaje de un medio público para beneficiar a otros privados. Es el reflejo de una política que se compadece mal con la realidad de la Comunidad Valenciana. Es la dejación de una educación en valores que la televisión debería promover. Es la culminación de la incompetencia y la estupidez.
Estas fueron algunas ideas fuerza apuntadas en el encuentro en el que también se habló mucho de política. En la mesa de intervinientes se dieron cita Josepa Cucó, catedrática de Antropología; Ángel López, catedrático de Lingüística General; Joan Romero, catedrático de Geografía Humana, y Vicent Soler, decano de la Facultad de Economía, todos ellos de la Universitat de València; y Domingo García Marzá, catedrático de Ética de la Universitat Jaume I de Castellón. El debate estuvo moderado por el delegado de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana, Josep Torrent, y presentado por el rector Esteban Morcillo. Sentada entre el público, estaba la exdirectora general de RTVV, Rosa Vidal, que dimitió de su cargo cuando la Generalitat tomó la decisión de cierre.
Josepa Cucó resaltó “la conjunción de factores que han producido una mudanza corruptora del País Valenciano pervirtiendo su tejido económico, cultural y social”. Angel López planteó si el cierre de RTVV no responde a una estrategia planificada que pasaba “por el hundimiento hace años de Canal 9”, ahuyentando a los jóvenes, que no sienten ningún interés por la programación y por el valenciano. Domingo García Marzá propugnó una televisión realmente “independiente y democrática”, en la que los políticos tengan una participación muy minoritaria. Vicent Soler analizó el fuerte impacto económico del cierre, con el mayor ERE de la Comunidad Valenciana y lamentó la desinversión de futuro. Joan Romero postuló que otra televisión es posible y señaló que el fin de RTVV “no es más que una muestra de tanto desgobierno, de tanto robo, de tanto despilfarro, de tanta inmoralidad, de tanta corrupción, de tanta incompetencia, de tanta estupidez”.

Domingo García-Marzá centró su intervención en el diseño institucional; es decir, en «cómo pensar instituciones –en este caso una televisión pública valenciana- que sean responsables, que sean capaces de responder delante de la opinión pública de aquello que las justifica y las legitima», puesto que de ello depende tanto su existencia como su potencialidad. Desde esta perspectiva, García-Marzá aseveró que es necesario un medio de comunicación audiovisual valenciano por tres razones básicas: por su poder para conformar una cultura democrática y una opinión pública activa y responsable; por su influencia en la cultura, con una lengua y una identidad propia que ha costado mucho vertebral; y, finalmente, por su papel educativo. Por todo ello, García-Marzá argumentó que una inversión de futuro es una inversión en una televisión pública independiente y democrática capaz de fomentar una ciudadanía participativa.

Domingo García-Marzá y Elsa González: «Ofrecemos herramientas de gestión ética para empresas»

El periódico Mediterráneo de Castellón, ha publicado esta semana una entrevista con Domingo García-Marzá y Elsa González, codirector y coordinadora respectivamente del Máster en Ética y Democracia [interuniversitario] que se imparte en la Universitat Jaume I de Castellón. Ambos dan cuenta de las posibilidades que ofrece este Máster, tanto en el campo de la investigación como el el ámbito profesional recalcando su formación en aquellas herramientas de gestión de la ética y la responsabilidad social en la empresa y organización económica, como la implantación del sistema de denuncias wistleblowing, la elaboración de memorias de responsabilidad GRI G4, la concreción de códigos éticos y códigos de conducta, la puesta en marcha del sistema de gestión de la responsabilidad social IQNet SR10, etc.
Además, el Máster permite acceder al Programa de Doctorado en Ética y Democracia [Interuniversitario] que posee en la actualidad el reconocimiento de Doctorado Hacia la Excelencia (BOE 6 de noviembre de 2011). A través de éste, el alumnado puede desarrollar su tesis doctoral  bajo la tutela y el asesoramiento de algunos de los más prestigiosos académicos en la materia.

García-Marzá: «Las organizaciones y las empresas deben crear espacios donde poder actuar éticamente»

«Las organizaciones y las empresas deben crear espacios donde poder actuar éticamente». De esta forma se expresaba ayer Domingo García-Marzá, catedrático de Ética de las Empresas de la Universitat Jaume I de Castellón y patrono de la Fundación Etnor, en el transcurso de un nuevo almuerzo-coloquio del Propeller Club de Valencia en el que se analizó la «Ética en tiempos de crisis».
Según aseguró el catedrático, «ha llegado el momento de entender que la ética es un activo para la empresa por lo que hay que desterrar la vieja idea de que la ética o la moral son como un ‘Pepito Grillo’ que oprime o recuerda las cosas negativas».

García-Marzá quiso avanzar en esta idea y aseguró que precisamente «la falta de ética ha sido una de las causantes principales de la crisis actual». Por este motivo, «es ahora el momento de plantearse «si vamos a ser capaces de ser éticos o vamos a seguir así indefinidamente».

El catedrático de la Universitat Jaume I aseguró que atravesamos «un momento de desmoralización en el que una gran mayoría (el 96% de la población según se desprende de una reciente encuesta) cree que estamos ante una crisis de valores, y si entendemos el valor como fuerza estamos ante una crisis de fuerza de valor, lo que sin duda genera la desmoralización colectiva».
García-Marzá recordó que en esta crisis «hemos hecho dejadez de nuestras competencias individuales y hemos dejado los problemas en manos de los políticos o del Estado».
Antes de finalizar su intervención, García-Marzá aseguró que la falta de ética hay que afrontarla a dos niveles: «a nivel individual, donde es necesario actuar en la educación y en la familia; y en el plano institucional o empresarial, en el que es necesario pensar cómo cambiar las estructuras para generar espacios en los que poder actuar éticamente, y la mejor forma de empezar es practicando la transparencia».
Antes de iniciar su intervención, el Presidente del Propeller Club de Valencia, Francisco Prado, hizo entrega de una metopa conmemorativa a Domingo García-Marzá y recordó que «una vez más, el Propeller ha sido muy oportuno en su convocatoria» porque es evidente que «en una gran mayoría de los mensajes que estamos recibiendo en los últimos días por parte de los medios existe detrás un problema de ética, por lo que es especialmente interesante que nos detengamos un momento y reflexionemos en torno a esta cuestión».

Neurofilosofía práctica

Adela Cortina, Catedrática de Ética y Filosofía de la Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, directora de la Fundación ÉTNOR y del Máster y Programa de Doctorado «Ética y Democracia», presenta «Neurofilosofía práctica», un libro pionero que responde  con valentía al interés académico y social que despierta actualmente esta nueva rama de la neurofisiología, abordando desde una reflexión filósófica y enriquecedora los retos que subyacen tras la disciplina.

Y es que lo «neuro» está de actualidad. Y lo está porque crece la convicción de que el saber neurocientífico es transversal a todos los demás, que estudiar las bases cerebrales de nuestra forma de saber y obrar es dar con el núcleo del quehacer humano en todas sus dimensiones. El estudio del «cerebro en acción» que, al parecer, permiten algunas nuevas tecnologías, exige un nuevo saber interdisciplinar.

Este volumen, que cuenta con la colaboración de Jesús Conill, Camilo Cela-Conde, Domingo García-Marzá, Enrique Bonete, Francisco Arenas, Josua Greene,  Jonathan Haidt, Benjamin Libet, Sthephen Morse, Peter Singer y de la propia Adela Cortina, se ocupa de los diversos ámbitos de la neurofilosofía práctica, como la  neuroética, el neuromarketing, la neuropolítica, la neuroestética, la neuroeconomía, la neuro-retótica, el neuroderecho y la neuro-religión, todos ellos saberes que intentan averiguar cómo orientar las acciones en nuestra vida.

García-Marzá reflexiona sobre la humanización de la asistencia sanitaria en la Jornada de Bioética del Hospital La Magdalena

El Comité de Bioética Asistencial del Hospital La Magdalena de Castellón ha celebrado en el Salón de Actos del centro sanitario una Jornada de Bioética con la exposición magistral del profesor Domingo García Marzá, Catedrático de Ética de la Universidad Jaume I de Castellón, que ha disertado sobre el tema Bioética: Humanizar la asistencia sanitaria.

El término Bioética surge en los años 70 del siglo XX para ser un puente entre los avances científicos y las humanidades. La Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizada desde los valores y principios morales.

Asimismo, la Ética Médica es una parte de la Bioética que goza además de especial relevancia, pues muchos profesionales sanitarios desean encontrar una solución adecuada a los frecuentes dilemas éticos que se plantean en la práctica clínica.

Humanizar es respetar la dignidad

El profesor Domingo García ha basado su exposición en cuatro puntos principales: el papel de la Ética; La Ética profesional; La gestión de la Ética en el hospital; Los Comités de Bioética.

Además, a lo largo de su intervención el profesor García ha insistido en la idea de que “humanizar es respetar la dignidad de las personas” y ha hecho también especial hincapié en que la moralidad “se desarrolla y exige un espacio de libertad para poder elegir entre una u otras normas”, así como que la Ética tiene su raíz en aquello que “uno tiene derecho a esperar del otro”, sirviendo ésta por tanto para generar confianza.

Aplicación de la Ética a la práctica sanitaria
En el campo de la Bioética, la aplicación de la Ética a la practica sanitaria significa “tener presente que el paciente espera del trato sanitario un reconocimiento afectivo (que lo cuiden y traten como persona), un reconocimiento personal y un reconocimiento social (que le traten exactamente igual que a los demás)”.

Por otra parte, la Humanización de la Asistencia implicaría tres campos: el primero de Macrogestión, que correspondería a las políticas publicas sanitarias; un segundo que implicaría a la Ética de las organizaciones sanitarias; y un tercero que implicaría la Ética de los profesionales y que implicaría a las normas de deontología médica y las guías de la práctica médica.

El profesor Domingo García ha disertado también sobre la necesidad de que los hospitales deben tener su código ético y, tras desarrollar el tema de la ética en la toma de decisiones, ha dedicado la parte final de su exposición a la finalidad y labor de los Comités de Bioética.

Al finalizar su conferencia se ha desarrollado un coloquio que ha contado con una importante participación de los asistentes a esta jornada de Bioética del Hospital La Magdalena.

¿Ética o crisis? La distribución de la responsabilidad

Durante la lección inaugural del curso académico 2012/2013 de la Universitat Jaume I, el Dr. Domingo García-Marzá señaló que esta crisis económica y social que estamos soportando «tiene mucha relación con una crisis moral, no el sentido de un vacio de valores, sino en el más básico de una desmoralización, de una falta de valor y fuerza para transformar la realidad”.

En este sentido, el catedrático de ética de la Universitat Jaume I puntualizó que desde la biología  se entiende que un  organismo se encuentra en estado de crisis «cuando tiene más problemas que posibilidades o recursos para resolverlos y, por tanto, corre el peligro de desaparecer”. Y eso es precisamente lo que está sucediendo «con nuestras democracias y con el sentido de muchas de las instituciones que hasta ahora sostenían nuestra forma de entender y de vivir la vida en común”.

“Ética o crisis”, un grafiti pintado sobre el puente de una autopista española a la altura de Almenara, nos ayuda a comprender todo este proceso. Nos muestra ese saber moral que se encuentra implícito en nuestra sociedad y que intuitivamente conocemos aun no siendo expertos de la reflexión ética. Significa ¿qué vas a hacer tú?, recordándonos que “la responsabilidad siempre es compartida, por más distribuida que esté”. De esta forma, García-Marzá acabó la lección inaugural del curso académico 2012/2013 recordando que desde la teoría ética ni hay ni se pretende dar una respuesta para salir de la crisis, pero sí ofrecer orientaciones para seguir el camino correcto para hallarla. Buscar soluciones sin tener en cuenta ese saber moral implicito puede agravar todavía más la situación actual  y, por consiguiente, alargar la salida de la crisis.

Puedes descargar la lección inaugural del curso académico 2012/2013 impartida por el Dr. Domingo García-Marzá en: http://www.uji.es/bin/infoinst/actes/inaugura/1213/lic.pdf

La RSE en la tienda de la esquina

El pequeño comercio hace responsabilidad social empresarial sin saberlo. Le hace falta la utilización del nombre ´comercio ciudadano´ como rasgo básico de la identidad, un plan de formación que incluya la RSE, y avanzar en la visibilidad de las buenas prácticas.
A pesar del entorno económico complejo en el que nos encontramos hoy en día, y de que algunos hayan presagiado la desaparición de los temas relacionados con la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE), siguen presentándose propuestas que defienden que estos temas pueden ser de gran ayuda para salir reforzados de la situación actual. Siempre y cuando se entienda que la RSE es una parte de la ética de la organización, es decir, de su manera o forma de ser y no un simple recurso estratégico.
Con esta filosofía, la Fundación Étnor ha realizado una investigación que lleva por título «Una aproximación ética al comercio valenciano«. Dicho trabajo ha sido financiado por la Conselleria de Industria, Comercio e Innovación y ha contado con la colaboración de Unió Gremial y la empresa pública del Ayuntamiento de Burjassot Cemef.
Desde el equipo de trabajo éramos conscientes de que esta investigación constituía un reto y una innovación, tanto para Étnor como para la propia Conselleria y el resto de organizaciones implicadas. Un reto porque las investigaciones acerca de la situación real de la RSE se han realizado, normalmente, en grandes empresas y en menor medida en pymes. Éste es el caso del Observatorio realizado por Étnor (ERSE´06 y ERSE´09). Parecía, pues, que los temas de la RSE poco tenían que ver con las pymes comerciales, con el comercio tradicional de toda la vida.
Y una innovación porque la investigación partía de una hipótesis básica fruto del conocimiento de la situación del comercio valenciano, a saber: la RSE puede convertirse en una razón básica que justifique la presencia, importancia y necesidad del pequeño comercio en el actual escenario económico global, convirtiéndose en uno de los recursos clave de mejora en la diferenciación y competitividad de las pymes comerciales.
De ahí que el objetivo de la investigación fuera doble. Por un lado, realizar un diagnóstico de la situación actual del pequeño comercio de la Comunitat Valenciana en lo referente a la ética y la RSE. Y, por otro lado, a partir de este diagnóstico, identificar las potencialidades y recursos que de hecho poseen este tipo de empresas para avanzar en la identificación y gestión de la RSE.
Los resultados de la investigación muestran una serie de rasgos característicos del pequeño comercio: calidad, proximidad y profesionalidad. A los que se añade de una forma cada vez más evidente el valor compromiso social y ciudadano. Dicho compromiso lo encontramos en frases que habitualmente escuchamos como el comercio activa la ciudad.
Uno de los resultados más significativos del estudio tiene que ver con la falta de relación entre las buenas prácticas, reconocidas y valoradas por la sociedad, y el propio concepto de RSE. Mientras que en las grandes superficies nos encontramos con una gestión y comunicación explícita de los temas de RSE, este concepto aún no ha calado en el pequeño comercio.
La investigación muestra también que existe una plataforma sólida en el pequeño comercio para la implementación de los temas de la RSE, ya que estos reconocen como principal motivación para entrar en temas sociales y medioambientales la propia mejora de la gestión, más allá de las cuestiones de mera reputación e imagen. Como siempre, la principal dificultad es cómo llevar estas ideas a la práctica. El trabajo aporta una serie de propuestas en esta dirección.
En primer lugar, la utilización del nombre comercio ciudadano como rasgo básico de la identidad del pequeño comercio. En segundo lugar, es necesario un plan de formación que incluya la RSE dentro la propia profesionalización del sector. Por ejemplo, un concepto de calidad que incluya también aspectos sociales y medioambientales. En tercer lugar, avanzar en la visibilidad de las buenas prácticas en RSE, bien sea a través de un certificado de comercio ciudadano como parte del actual sello de excelencia, bien haciendo públicos los compromisos adquiridos del pequeño comercio y los resultados obtenidos. Recordemos que responsabilidad viene de responder, de dar razón ante la comunidad de nuestras acciones y decisiones empresariales.
Por último, la investigación se apoya en la exigencia por parte de los comercios de una mayor participación y diálogo con las Administraciones Públicas locales, con el objetivo de forjar una alianza por un comercio ciudadano que sea capaz de reconocer en el pequeño comercio un interlocutor válido en el desarrollo del modelo de ciudad.

García-Marzá es catedrático de ética empresarial en la Universitat Jaume I, Director de Proyectos de la Fundación Étnor y Director del Grupo GERSE 

La responsabilidad social como factor de competitividad

Con el concepto de responsabilidad se da una situación curiosa a la hora de definir su significado: aquello que primero se entiende como una obligación moral, como una exigencia de justicia, provocando recelos, sospechas y rechazos, se retoma después con toda firmeza como un recurso estratégico, como un instrumento al servicio de la eficacia y del beneficio económico. Sin embargo, por el camino ha perdido toda su fuerza crítica e innovadora. Esta situación ya se había producido con otros conceptos de tipo normativo, como es el caso de la participación
Hace diez años hablar de responsabilidad ante un foro empresarial era casi menos que imposible, no interesaba. Nadie quería hablar de un concepto que implicaba, intuían todos, la adquisición de compromisos más allá de los resultados económicos. Lo más asombroso es que ocurría lo mismo en los ámbitos sindicales, ante el temor de la entrada en el juego de otros actores empresariales. El reparto del poder en el seno de la empresa corría peligro. Ambas intuiciones eran ciertas, pero se equivocaban en ver en ellas sólo un peligro, un pasivo o lastre para la satisfacción de los intereses en juego. La significación actual de la responsabilidad social responde más bien a un cambio en esta comprensión de la empresa, cuando ya es evidente que el beneficio económico no es separable del beneficio social y ecológico. Ahora bien, lo novedoso es ver en esta integración una de las claves para la competitividad de nuestras empresas.
La Unión Europea ha sido uno de los factores decisivos para este cambio de posición. El Libro Verde presentado por la Comisión Europea y titulado Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas, parte ya de estas premisas. En este documento encontramos una definición clara y sencilla de lo que debemos entender por responsabilidad social empresarial: “Integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores” Como vemos, el alcance de la definición excede, y por principio, al cumplimiento estrictamente legal. 
Precisamente es la asunción voluntaria la característica básica de la responsabilidad y lo que persigue, se dirá en varias concreciones de este documento, es el diálogo social como la plataforma para “reconciliar los intereses y las necesidades de las distintas partes de manera aceptable para todos ellos”. El objetivo no es otro que llevar a cabo una estrategia de medio y largo plazo para convertir a la Unión Europea en “la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con una mayor cohesión social”. También la OCDE entiende la responsabilidad como un elemento clave para la búsqueda de nuevas oportunidades para la empresa5. De nuevo la idea, plasmada ahora en documentos que tienen su origen en los mismos actores empresariales, de que la responsabilidad es uno de los factores más importante para hablar de competitividad.
No obstante, todo queda en un mero ejercicio de marketing publicitario o, peor aún, en una justificación de situaciones moralmente injustificables, si no somos capaces de definir, en primer lugar, en qué consiste esta responsabilidad, cuáles son sus márgenes; y, en segundo lugar, cómo podemos medirla y evaluarla. No basta con decir que debemos ser responsables, es necesario concretar esta responsabilidad pues es la reputación de la empresa lo que está en juego y, con ella, la confianza y el respaldo de los diferentes grupos de intereses que la componen. Es en esta dirección donde la ética empresarial aporta su perspectiva propia, su contribución a la comprensión e implementación de la responsabilidad social de la empresa.

Domingo García-Marzá destaca la desafección de la sociedad hacia las instituciones

El catedrático de Ética de la Universitat Jaume I, Domingo García Marzá, ha destacado la importancia creciente de las emociones en la política y ha apuntado los riesgos de la desafección política en la que, en su opinión, se encuentra en estos momentos la sociedad. Durante su ponencia, titulada «Neuropoder: la desafección normalizada», ha puesto de manifiesto que la distancia creciente que hay entre la ciudadanía y las instituciones políticas se debe en gran medida a que la democracia ha perdido su credibilidad y sentido, porque «los que elegimos no gobiernan y los que gobiernan no los elegimos». En su opinión, esa falta de legitimidad de quienes toman las decisiones trascendentes para la ciudadanía es la que provoca desconfianza y de ahí la desafección hacia las instituciones elegidas democráticamente, que no realizan el trabajo para el que fueron diseñadas. Pese a que la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con el modelo democrático como el mejor posible, según ha apuntado García Marzá, cada vez más crece la desafección hacia el mismo, generándose «un sentimiento subjetivo de ineficacia, de desconfianza, de cinismo y de distancia con las instituciones democráticas».

Durante su participación en el curso de verano «Neuropoder: aspectos éticos de la neuropolítica y la neuroeconomía», García Marzá también ha apuntado que tenemos que confrontar un sistema político que se basa en el acuerdo racional, libre y voluntario, como es la democracia, con la idea de que no somos tan racionales, tampoco en política. En este sentido, ha señalado que cada vez es más importante la dimensión afectiva de la democracia, que obliga a abrir un debate sobre cómo integrar las emociones y cuáles son adecuadas moralmente y cuáles no para su adecuada integración en la democracia deliberativa. A este respecto, cree que las emociones se pueden educar y que la política debería apoyarse en aquellas que tengan validez moral. 

Domingo García Marzá, director del grupo de investigación de Gestión de la Ética y de la Responsabilidad Social de la Empresa (GERSE), ha resaltado también los peligros de las neuropolíticas y del neuropoder y que se concretan en que se ha invertido el ámbito de lo político, que ya no es el espacio de la deliberación racional, sino un espacio que está muy determinado por las emociones, que en ocasiones se pueden manipular. Así, ha destacado que «las emociones son un marco de sentido y mueven a la acción», pero se han de integrar adecuadamente con las razones, ya que «si la política es el ámbito de lo común, necesita también de la deliberación, ya que el razonar incluye necesariamente al otro». Para facilitar esa integración, García Marzá ha instado a recuperar el papel de la sociedad civil en la política y, sobre todo, a recuperar la participación de las instituciones sociales, como la familia, la empresa, el colegio, etc., ya que es en ellas donde se generan las emociones.

Más fotografías en http://www.uji.es/noticies/foto/num&id_a=29415704

Fuente: UJI