Categoría: RSE
La responsabilidad social como factor de competitividad
Trotta presenta la segunda edición del libro «Ética empresarial: Del diálogo a la confianza»
La editorial Trotta ha presentado la 2ª edición del libro Ética empresarial: Del diálogo a la confianza, escrito por el catedrático de ética de la Universitat Jaume I Domingo García Marzá.
Con los resultados de este análisis es posible ofrecer un concepto dialógico de la responsabilidad social empresarial, así como avanzar en los instrumentos que posibiliten una gestión ética de la confianza.
ISBN: 978-84-9879-226-3
Año de edición: 2011
Número de edición: 2
Año de publicación: 2004
Dimensiones: 14 x 23 cm
Número de páginas: 292
Encuadernación: Rústica
La participación de los stakeholders internos, factor clave para una gestión ética y responsable de la empresa
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Desde la literatura de la Ética Empresarial, y sobre todo desde su propuesta dialógica de la Escuela de Valencia, gestionar la participación de los Stakeholders internos de la empresa permite a ésta generar al menos un doble beneficio: estratégico y comunicativo. Ambos son condición de posibilidad para llevar a cabo correctamente su actividad y, por consiguiente, no deberían ser descuidados por la organización si su deseo es resolver la conflictividad interna y, de ese modo, generar a medio y largo plazo el mayor valor posible. En este sentido, como destaca en diferentes momentos el propio Libro Verde de la Comisión Europea (COM 2001), atender a la posible participación de los Stakeholders internos en la gestión empresarial es uno de los factores claves para optar a generar, desarrollar y potenciar tales beneficios en la empresa. Por este motivo, a continuación se expondrá en qué consisten ambos beneficios y cómo potenciar la participación de los Stakeholders internos permite optar a ellos.
Desde el punto de vista estratégico, la Ética Empresarial entiende que el desarrollo de una participación interna que no excluya a ninguno de los implicados en la actividad empresarial permite a la empresa aumentar su competitividad en el mercado. Tres cuestiones al menos apuntan en esta dirección:
1. En primer lugar por el mayor flujo de ideas que genera, un hecho relevante para captar creatividad, generar innovación y mejorar su eficiencia. Más si cabe teniendo en cuenta la actual coyuntura de crisis económica, donde los recursos humanos disponibles para la empresa se han visto mermados por la constante reducción de las plantillas, con la consiguiente ralentización del proceso y la minimización del beneficio.
2. En segundo lugar por ser un posible elemento de diferenciación de mercado que permita atraer futuras inversiones. Sin ir más lejos, durante la reciente elaboración en 2009/2010 del nuevo Código de Buen Gobierno para las Sociedades Cotizadas se ha podido constatar la expectativa del accionariado por asumir un mayor protagonismo en la gestión empresarial. Actualmente tales reivindicaciones muestran un carácter altamente estratégico. Básicamente se centran en el interés de éstos por controlar los incentivos de los diferentes directivos y consejeros delegados de las compañías. Pero no cabe duda que detrás de todo ello se observa un trasfondo mucho más amplio en el cual se hacen visibles otras cuestiones igualmente importantes, como la búsqueda de reconocimiento y la exigencia de dignidad y de justicia. Por ese motivo, satisfacer tales exigencias puede convertirse en un factor positivo que permita a la empresa decantar la balanza a su favor ante futuros nuevos inversores. Ante similares perspectivas de beneficio económico, la participación ofrece al inversor un valor añadido que puede ser fundamental a la hora de elegir el lugar donde invertir el capital.
3. Y finalmente, en tercer lugar por el incremento de la motivación y la afiliación que puede generar en los trabajadores y proveedores, lo cual mejora el clima laboral y los vínculos de pertenencia, aumentando con ello la productividad y calidad de los bienes y servicios que oferta y, por consiguiente, la maximización del beneficio. Más allá del homo economicus, altamente individualista y potencialmente egoísta, cabe pensar hoy en un ser que ve en la reciprocidad –practicada tanto en la esfera social como también en la económica– uno de los motores de la felicidad individual y colectiva, uno de los factores que posibilita la satisfacción de los diferentes objetivos de vida buena de cada uno de los agentes de una determinada comunidad o empresa. En opinión de Zamagni, “Hoy sabemos que el progreso civil y económico depende básicamente de cuán difundidas estén las prácticas de reciprocidad entre sus ciudadanos. Sin el reconocimiento mutuo de una común pertenencia, no hay eficiencia ni acumulación de capital que valga” (2009:16).
A través de esta cita podemos comprender la importante de la participación dentro de la empresa, el reconocimiento de las capacidades participativas de todos los agentes implicados en la actividad empresarial y la implementación de políticas internas dirigidas a su potenciación y desarrollo. A través de ésta es posible establecer posibles relaciones de gratitud entre los diferentes agentes internos que, de esta forma, permiten generar unos vínculos de pertenencia y un buen ambiente laboral que posibilita, al mismo tiempo, tanto un incremento de la eficiencia para la empresa –con el consiguiente aumento de sus beneficios– como un mayor logro de los diferentes proyectos particulares y colectivos de sus agentes y grupos internos.
Pero además de las estratégicas, otras cuestiones relativas a la participación han surgido con fuerza en el ámbito empresarial. La Ética Empresarial, y sobre todo desde la propuesta dialógica de la Escuela de Valencia, apunta hacia una participación de los Stakeholders internos de la empresa que no sea concebida únicamente como un instrumento con el cual satisfacer un interés particular de un determinado grupo. Además se trata de un recurso cuya implementación permite a la organización generar las condiciones propicias para resolver la conflictividad interna y optar, de este modo, a la gestión de los recursos morales o intangibles que permiten su actividad, tales como la confianza o la reputación (García-Marzá,2004:166). En este sentido, cinco ideas muestran el valor intrínseco que mantienen la participación en la generación del beneficio comunicativo para la empresa.
DOSSIERES EsF: la cooperación en tiempos de crisis
# Zara Brasil …
Dilnéia Couto, 01/09/11
O trabalho escravo no Brasil é um problema sério que vem tentando ser erradicado pelas autoridades responsáveis de fiscalização desse tipo de crimes. A OIT (Organização Internacional do Trabalho) estima em 25 mil os trabalhadores que se encontram em regime de escravidão somente no Brasil.
La RSE en Europa: la apuesta por un nuevo modelo de empresa. Una revisión crítica desde la ética discursiva
En el escenario europeo el discurso de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha ido ganando terreno, tanto en el ámbito teórico como práctico, desde que el 18 de julio de 2001 la Comisión de la Unión Europea lanzara el «Libro Verde: Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas».
altura moral, para lograr altas cotas de competitividad.
Delimitar el alcance y significado de la RSE es fundamental para que tal asunción voluntaria se torne operativa y seamos capaces de alcanzar,como se dijo al principio del artículo, el objetivo estratégico establecido en marzo de 2000 por el Consejo Europeo de Lisboa.
A continuación, se muestra una propuesta de fundamentación del concepto de RSE y se propone un modelo teórico-práctico que pretende orientara las organizaciones acerca tanto del significado de la responsabilidad empresarial como de su aplicación y operatividad. También se ofrecen, por una parte, algunos ejemplos que se han llevado a cabo recientemente siguiendo este modelo de RSE fundamentado en la teoría ético-discursiva y, por otra parte, algunas reflexiones acerca de las ventajas y desventajas del modelo, así como unas recomendaciones generales para su aplicación.
Puede continuar leyendo el artículo en: Recerca, Revista de Pensament i Anàlisis
RSE 2.0 – Movilización ciudadana en facebook contra la incineradora de residuos tóxicos de L´Alcora
Pero lo más curioso de todo, y que no deja lugar a duda del poder actual de la 2.0 como mecanismo de presión y monitorización de la responsabilidad social de las empresas, es el éxito que está teniendo twitter y facebook en todo lo referente a la movilización vecinal. Prueba de ello ha sido la iniciativa llevada a cabo por una vecina de la localidad solicitando el compromiso de los/as ciudadanos/as en la manifestación que tendrá lugar el próximo viernes 29 en la plaza del ayuntamiento de L´Alcora. En tan sólo 1 día ha conseguido que más 500 personas de toda España se movilicen y/o aporten apoyo a la manifestación [ver].
“¿Cambiar el mundo desde el consumo?”: Nuevo dossier de economistas sin fronteras
José Ángel Moreno Izquierdo, 04/07/11
¿Por qué cuesta tanto integrar la RSE?
Roberto Ballester, 04/04/11
En principio, podríamos pensar que esto es un gran avance, y sin duda lo es, pero presenta también algunas dificultades y problemas a los que habrá que ir respondiendo, sin prisa, pero sin pausa.
Conviene, en primer lugar, decir que, por supuesto, es necesario que existan estándares que fijen qué elementos y cuestiones se deben tener en cuenta cuando una empresa quiere integrar una gestión socialmente responsable o informar de dicha integración. Pero que estos estándares se centren exclusivamente en la Responsabilidad Social desvirtúa en cierto modo la propia propuesta de este asunto. ¿Tiene algún sentido que la práctica actual sea que las empresas hagan, por un lado, su Memoria Económica Anual y, por otro lado, la Memoria o Informe de RSE? ¿Es que no existe Responsabilidad Social en la gestión económica y financiera de las empresas?
Encontramos aquí una primera dificultad a la que necesitamos dar respuesta: ¿cómo integrar la Responsabilidad Social en las Memorias Económicas Anuales o viceversa? Pedir a las empresas que hagan este esfuerzo doble elaborando estas dos memorias supone, en primer lugar, desvirtuar el propio concepto de Responsabilidad Social de la Empresa y, en segundo lugar, un sobrecoste evidente de horas de trabajo, duplicidades, etc. Estoy convencido que acabar con esta dualidad ayudará a dar un gran paso en el asunto que nos ocupa, ya que hará que quizá en los Consejos de Administración se preste a estos temas la atención que se merece, acabando con esa sensación de “añadido” que siempre tienen los asuntos relacionados con la RSE.
Pero, además de lo dicho anteriormente, conviene profundizar algo más en la diversidad de estándares o similar que hoy en día existen en materia de Responsabilidad Social y a los que la empresa tiene que responder. En este sentido, es necesario también distinguir entre aquello que afecta a las empresas grandes de la realidad de las pequeñas y medianas empresas.
Las primeras de éstas, las grandes, entre las que se encuentra más formalizada la integración de la RSE han pasado de, si se me permite la expresión, un “panfleto” en el que se contaban las bondades de la empresa, sin más rigor ni calidad que la de contar con alguien que tuviera buena mano para escribir y un buen diseñador que diera forma a todo aquello a una complejidad tal que a veces resulta ingobernable.
De hecho, cuando hablas con las personas que hoy en día están al frente de los departamentos de RSE de las grandes empresas acerca de los estándares y demás sistemas de gestión que tienen en cuenta la idea se confirma: esto no hay quien lo gestione y, además, no hay cliente capaz de entenderlo.
Me cuentan estas personas que en relación a los principios que tienen en cuenta para informar básicamente son el GRI (Global Reporting Initiative), el general y el específico para las empresas de su sector, y el AA1000APS.
Después entran los sistemas de verificación para la información no financiera: ISAE3000 y AA1000AS.
Y para que todo esto tenga algún sentido, hay que poner primero en marcha e integrar sistemas de gestión que hagan posible tener algo que contar. En este sentido, me hablan de sistemas de gestión de empresa familiarmente responsable, OHSAS 18001:2007 en materia de seguridad y salud laboral, ISO 14001:2004 para los temas medioambientales y un largo etcétera que no cuento para no cansar.
¿Alguien cree de verdad que las empresas, más en la situación actual de búsqueda de la máxima eficiencia, va a poder gestionar todo esto de manera sensata? Desde luego a mi me parece que no.
Esto mismo han debido pensar los responsables del GRI, quienes recientemente han lanzado, junto con Prince’s Accounting for Sustainability Project, la creación de un Comité Internacional que tiene como objetivo crear un modelo globalmente aceptado para informar de manera integrada, clara, concisa y comparable sobre cuestiones relacionadas con los aspectos financieros, medioambientales, sociales y de gobierno corporativo. Estaremos atentos a lo que salga de dicho comité.
Pero si bien esto es un tema de interés para las empresas grandes. Veamos ahora qué pasa con las empresas pequeñas. Recientemente estaba en un encuentro con diferentes entidades que estamos hoy en día trabajando en RSE cuyo objetivo era mostrar a las pequeñas y medianas empresas cómo podían aproximarse a estas cuestiones. Como era de esperar, presentamos un buen número de guías, modelos de gestión, herramientas, etc. para las PYMEs. La respuesta de éstas era de esperar: “por favor, aclárense entre ustedes y muéstrenme algo que recoja lo mejor de cada propuesta. Antes de venir aquí no sabía que era esto de la RSE y ahora, además, no sé con qué herramienta debería trabajar”.
No va a ser sencillo, pero entre todos tenemos que hacer el esfuerzo de hacer de la RSE algo sencillo y fácilmente integrable en las empresas. ¿Tendrá a esto alguna respuesta el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de la Empresa? Estaremos atentos.