Programas de Atención a personas sordas reclusas y en Medidas Alternativas de la CNSE (Confederación Estatal de Personas Sordas)

Tiziri de Valcárcel Cabrera

Coordinadora del Programa de Instituciones Penitenciaria de la CNSE

Los centros penitenciarios de España cuentan con unas 200 personas sordas reclusas para las que, hasta el año 2018 no existía recursos que les garantizara la accesibilidad en la información, participación y comunicación en igualdad de oportunidades que el resto de reclusos. El Programa de Atención a Personas sordas reclusas nace en el año 2018 en el seno de la CNSE, Confederación Estatal de Personas sordas y se enmarca en el Protocolo General de Atención a la personas con

discapacidad en el ámbito penitenciario de la Secretaría general de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior. Desde finales de ese año la CNSE en colaboración con las 17 federaciones autonómicas que la integran, provee de recursos humanos y tecnológicos a los centros penitenciarios y a las oficinas de Servicios de Gestión de Penas y Medidas Alternativas para garantizar la accesibilidad de la información y la comunicación a las personas sordas.

Para ello cuenta con profesionales intérpretes de lengua de signos y personas mediadoras

sordas que se desplazan a los centros penitenciarios, Centros de Inserción Social y Oficinas de Gestión de Penas y Medidas Alternativas para garantizar que la comunicación sea accesible. Además, se ha incorporado el servicio de videointerpretación en lengua de signos (Svisual) en los centros citados como medida de apoyo a los recursos humanos garantizando así la accesibilidad en

las comunicaciones de las personas sordas reclusas con el exterior (profesionales y/o familiares con los que no podían comunicarse ya que solo existía la llamada telefónica) en igualdad de oportunidades con el resto de reclusos y la comunicación con los distintos profesionalesdel centros del ámbito penitenciario y extrapenitenciario.

S1.1 La traducción y la interpretación en el reconocimiento del derecho a la lengua de signos española: revisión de políticas lingüísticas

María Luz Esteban Saiz, Saúl Villameriel García, Eva Aroca Fernández, Mónica Rodríguez Varela

En las últimas décadas se está dando una progresiva normalización sociolingüística de la lengua de signos española (LSE) que se extiende también al ámbito de la traducción e interpretación. No obstante, las relaciones entre lenguas y culturas respecto a los procesos de traducción e interpretación de la LSE, en cuanto que lengua minoritaria y minorizada, siguen siendo asimétricas. Así, aunque la capacitación y la acreditación de traductores e intérpretes de LSE han ido evolucionando hasta llegar a la universidad, esta formación resulta insuficiente para cubrir la creciente demanda de profesionales competentes en proporción a las exigencias actuales tanto de la comunidad lingüística signante como de la población en general. 

Esta realidad da lugar a una situación especialmente vulnerable para las personas sordas y sordociegas signantes que, como minoría lingüística y cultural, no ven atendidas sus necesidades de traducción e interpretación de la LSE. Esta comunicación pretende, por tanto, ofrecer una panorámica general sobre la formación de las y los profesionales de traducción e interpretación de la LSE que, por un lado, llame la atención sobre la carencia de planes de estudios al respecto y, por otro, apunte a la necesidad de promover políticas lingüísticas encaminadas al incremento de programas de formación de traductores e intérpretes de LSE. Todo ello con el fin de garantizar el derecho de las personas sordas y sordociegas a usar la LSE en cualquier dominio público o privado.

Palabras clave: derechos lingüísticos, políticas lingüísticas, traducción e interpretación, lengua de signos española, ideologías lingüísticas

El acceso a las lenguas de signos como lenguas de herencia: un mecanismo de resistencia frente a la supremacía del oralismo

Stéphanie Papin

El 95% de las personas sordas han nacido en familias oyentes no signantes, y a su vez, el 90 % de los hijos e hijas de padres sordos son oyentes. Así, la competencia lingüística transmitida puede variar y existe un continuo que abarca desde signantes con fluidez hasta personas que apenas manejan una lengua de signos. Esa realidad se debe no solamente a la cantidad y la calidad de los inputs lingüísticos recibidos que condicionan la adquisición de la lengua de signos, sino también al proceso de identificación a la lengua y cultura de herencia clave para su desarrollo.

El mantenimiento y desarrollo de lenguas minoritarias en contextos de diglosia han motivado los estudios sobre las ‘lenguas de herencia’. Las conforman las lenguas originarias aniquiladas por el colonialismo y las lenguas de la inmigración minorizadas por una marginación y estigmatización social. Las lenguas de signos se encuentran en esa intersección: su prohibición durante un siglo en Europa refleja el `drama lingüístico´ de las lenguas autóctonas, y, como los descendientes de colectivos migrantes, los hijos e hijas oyentes de padres sordos son expuestos a la asimilación en la comunidad lingüística y cultural mayoritaria. Además, se enfrentan a las perspectivas hegemónicas y médicas que conciben las lenguas de signos como el estigma de la discapacidad. Los hijos e hijas oyentes de padres sordos que adquieren una lengua de signos cuestionan entonces el concepto de sordera como deficiencia que necesita remediación ya que se inscriben en un grupo particular que comparte una lengua y una cultura. 

El análisis de narrativas de signantes de herencia habituados a la negación y desprecio de su primera lengua nos revela que sus representaciones mentales en cuanto a la lengua de signos, su visión cultural personal y su identificación con la comunidad lingüística son factores que operan en el proceso de la adquisición de la lengua de signos como lengua de herencia minorizada. El aprendizaje formal de una lengua de signos dispara un proceso de concienciación y resignificación permitiendo adoptar un enfoque sociolingüístico que considera la lengua de signos como patrimonio principal y así empoderar a la persona a través de la lengua que encarna la cultura de su familia.  Las metodologías de enseñanza de la interculturalidad señalan que la conciencia de la propia naturaleza multilingüe y multicultural de las competencias debe ser acompañada y estructurada, ya que no es automática. Las respuestas de signantes de herencia en Francia que han experimentado la opción “Lengua de Signos Francesa” en el bachillerato comprueban el impacto de ese dispositivo institucional con respecto al entendimiento y la valorización de su cultura de herencia e identidad. Una de las dimensiones fundamentales de la planificación lingüística es la transmisión de la lengua y la valorización de la cultura e identidad relativas a ella. Por eso, debería incluir el acceso a la lengua de signos como lengua de herencia ya que mejora el sentido subjetivo de la identidad personal de los signantes de herencia y la asignación funcional de sus códigos lingüísticos.